Vera Sigall, la protagonista de la nueva novela de Carla Guelfenbein, con la que obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2015, está inspirada íntimamente en Clarice Lispector; pero su vida literaria y creativa tiene mucho de la narradora mexicana Elena Garro y su relación “conflictiva” con Octavio Paz.

Es tal la evocación que hace Guelfenbein de esa relación en su novela Contigo en la distancia (Alfaguara), que una de las obras que escribe Vera Sigall, quien por supuesto es una narradora, tiene como protagonista a una pareja de amantes llamados Octavio y Sinalefa.

“Yo leí muchas cosas de Elena Garro para escribir esta novela; también leí mucho de su relación con Octavio Paz, tiene una relación increíblemente conflictiva que terminó mal, la cual no estaba exenta de una cierta competencia profesional. La relación de Paz y Garro fue tremendamente conflictiva y me inspiró a tejer la relación entre Vera Sigall, esta escritora de culto de un talento gigantesco, con Horacio Infante, un poeta muy leído, pero con menor potencial que ella”, señala la narradora argentina.

Carla Guelfenbein recuerda que cuando le dieron el Premio, Héctor Abad Faciolince, quien fue uno de los jurados, le dijo: “El gran pecado de Vera Sigall es ser una mujer muy inteligente, pero sobre todo su gran pecado es ser más inteligente que su hombre”. Y eso confirmó la construcción de la relación de Vera Sigall con Horacio Infante.

“No sabemos en realidad qué pasó con ellos; Elena Garro tuvo una historia tan difícil en que se vio quebrada por las circunstancias, no sabemos a dónde podría haber llegado, quizás hubiera llegado más lejos. Cierto que hay mucho de Elena Garro en Vera Sigall, pero también hay un reconocimiento a otras mujeres como María Luis Bombal, por eso así se llama la biblioteca donde están los papeles de Vera Sigall”, dice Guelfenbein.

La también autora de El revés del alma, La mujer de mi vida, El resto es silencio y Nadar desnudas dice que de alguna manera lo que ella intenta es mostrar que el talento está oculto y no siempre es evidente, y que hay muchas historias truncadas por dramas emocionales de tantas mujeres narradoras que no han ocupado el lugar que debieran ocupar.

“La misma Clarice Lispector, que es la narradora en la cual basó la figura de Vera Sigall, es una mujer que si hubiera vivido más tiempo, si no hubiera sido arrasada por un cáncer, es muy seguro que hubiera ganado el Premio Nobel”, señala Guenfelbein.

De ahí que fuera de la literatura y a partir de Contigo en la distancia, Carla Guelfenbein acaricia un proyecto: la creación en Chile de una biblioteca de mujeres escritoras, donde igual que en la novela, sea un espacio dedicado a los manuscritos y papeles de escritoras latinoamericanas.

“Intento alejarme de la literatura de pancarta, incluso de la pancarta que yo como Carla Guelfenbein levanto cuando puedo, que es la pancarta de las mujeres, porque eso lo hago yo como persona, pero estoy convencida que mi literatura no es el espacio para levantar las pancartas. Mi proyecto en Chile, que recién estoy comenzando, es crear una biblioteca de mujeres como sale en la novela; inspirada por la ficción de esta biblioteca de la novela, me gustaría crear un espacio en el cual pudiera reunir los manuscritos de estas grandes escritoras mexicanas, argentinas, de la misma forma que la biblioteca Bombal logra en Chile”, afirma la escritora.

Amor y mentira. El jurado que le concedió a Contigo en la distancia el Premio Alfaguara la calificó como “una novela de suspense literario construida con gran eficacia narrativa en torno a un memorable personaje femenino y al poder de la genialidad. La autora ha sabido entrelazar amores y enigmas con una escritura a la vez compleja y transparente”.

Su autora asegura que la literatura es un espacio de libertad, donde cabe lo feo, lo impúdico, lo amoral, porque es así la vida; la literatura tiene que ser un espejo de la vida”. Luego reconoce que Vera Sigall es una escritora de culto, una mujer que ha construido alrededor de ella un halo de misterio y este misterio responde a un afán de ocultar su pasado, pero no sólo ocultar su pasado para los demás, sino ocultárselo a sí misma.

“Ella intenta de alguna manera olvidar, entonces ella misma dice: ‘El misterio, es que no tengo misterio’; esa es una manera de borrar el pasado, de negarlo. Toda esta historia llega a la conclusión de que no vale la pena olvidar, que es en el recuerdo donde nos podemos reconciliar con nuestra historia, con nosotros mismos, con las personas que nos rodean; y aunque esta es una historia de personajes, tiene que ver con las naciones, habló del holocausto y de la persecución de los judíos. Al contar esa historia estoy recordando para no olvidar”, concluye Guenfelbein.

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