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Autor de una obra que se construyó casi enteramente en el exilio, Augusto Roa Bastos (1917-2005) exploró en sus narraciones los estragos del poder en América.

En Encuentro con el traidor y otros cuentos (Mil Botellas), en novelas como Hijo de hombre y Yo el Supremo (ambas reeditadas por Eterna Cadencia), en farsas teatrales y guiones cinematográficos ofreció versiones acalladas por la historia.

La invasión española, las guerras del Paraguay y del Chaco, las masacres en comunidades indígenas y las formas de las dictaduras latinoamericanas fueron abordadas en ciclos novelísticos, uno de ellos denominado “trilogía sobre el monoteísmo del poder”. Para Roa Bastos, la dominación en el continente asumía máscaras religiosas. Escribió también poesía y cuentos para niños. Obtuvo diversos reconocimientos, entre otros el premio mayor de la lengua española, el Cervantes, en 1989. Su carrera literaria despuntó en Buenos Aires: en 1959 ganó el premio internacional de novela de la editorial Losada con Hijo de hombre.

El escritor Mario Castells, autor de El mosto y la queresa, considera que Roa Bastos, con la autoridad otorgada por el boom, contribuyó a la difusión de muchos escritores argentinos como Antonio Di Benedetto y Daniel Moyano. “La cultura paraguaya ha influido mucho en argentinos como Washington Cucurto, Leonardo Oyola y en varios otros que no tienen orígenes paraguayos, como Kike Ferrari o Marcelo Luján”.

El narrador paraguayo Ever Román destaca el trabajo de escritores que migraron a otros sitios para configurar el nuevo mapa de la literatura paraguaya. “Como decía Roa Bastos, los paraguayos tienen vocación de exilio”, sostiene. “Cuatro nombres importantes son Lito Pessolani, Jorge Kanese, Miguelángel Meza y Susy Delgado. Los cuatro son poetas y, en su escritura, condensan las preocupaciones de la mayoría de los escritores paraguayos de la nueva generación.”

“El supremo guionista” exhibe, en la plaza Rayuela de la Biblioteca Nacional, los afiches de las películas que escribió el famoso autor paraguayo durante su estancia en Buenos Aires.

Lo recuerdan en Paraguay. En su país, el escritor resurgió este año con una “denodada obstinación” en el centenario de su nacimiento.

Hoy, coincidiendo con el centenario de su natalicio, la Feria Internacional del Libro (FIL) de Paraguay dedicará el día a quien se considera uno de los escritores más importantes del país, que superó 50 años de exilio y venció al olvido, la censura y la represión.

Será el punto más alto de las conmemoraciones, después de que el gobierno de Paraguay decretara que 2017 sería el año del centenario de Roa Bastos y se promovieran reconocimientos a todos los niveles.

Roa Bastos se consideraba un artesano. “Un artesano entregado, cuando puede —no cuanto puede, que es poco— al oficio de modelar en símbolos historias fingidas, relatos a medias inventados; historias imaginarias de sueños reales, de lejanas y recurrentes pesadillas”. Decía que la literatura es un modo de influir en la realidad y transformarla con fábulas. “Escribir un relato no es describir la realidad con palabras, sino hacer que la palabra misma sea real. Únicamente de este modo la palabra real puede crear los mundos imaginarios de la fábula”.

Su creación más alabada, la novela Yo, el Supremo, tiene como protagonista a José Gaspar Rodríguez de Francia (1766-1840), quien gobernó Paraguay durante casi 30 años, la mayoría de ellos como Dictador Perpetuo de la República, según el modelo de la antigua ley romana. (Con información
de DPA)

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