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Además de ser un trabajo muy personal, aunque acepta que todos los son, El instante amarillo, la nueva novela gráfica de Bef, tiene muchas cosas de su propia historia y trayectoria. Es el proyecto que había acariciado desde hace casi 20 años —lo hizo hasta que supo que poseía todos los recursos gráficos y la experiencia—, pero además es el libro donde ha puesto más de sí, empezando por la protagonista, María, que está basada en su hija mayor, quien a su vez se llama María en homenaje a Mary Shelley, la autora de Frankenstein o el moderno Prometeo.

“Para mí, esta novela cierra un círculo muy lindo, el hecho de que casi todos los personajes son gente que conozco y además les dejé los nombres. Yo conocí a Frankenstein cuando mi tía Marta, que fue como mi segunda mamá, me regaló en una Navidad un audiolibro que venía con un casete en inglés y en español contando la historia de Frankenstein en un comic muy adaptado a niños. Ha sido un enamoramiento muy temprano de toda la vida”, afirma el narrador que es pionero y gran impulsor de la novela gráfica en México.

En esta novela gráfica editada por editorial Océano, Bef le rinde homenaje también a Boris Karloff, el mítico Frankenstein del cine, a los cómics como contracultura, al tianguis del Chopo como espacio libre de gestión cultural. “Todo eso combinado para dar un libro sobre la diversidad, odio los mensajes pero si hubiera que decir de qué va este libro es sobre abrazar la diversidad, la propia y la diversidad ajena”.

El instante amarillo cuenta la historia de María, que no sabe cuál es su lugar en el mundo, tiene 13 años y la pasa bastante mal en la escuela, donde una maestra la hostiga; y en su casa, donde es testigo de los conflictos entre sus padres; hasta que un día conoce a otra María, “la mamá del monstruo” y logra reconciliarse con su propio monstruo.

En esta novela gráfica, Bef aborda temas como la adolescencia y el crecimiento, los conflictos familiares, el acoso escolar y el primer amor.

“La idea de El instante amarillo me surgió hace casi 20 años y no lo pude hacer hasta ahora porque no tenía los recursos que he ido adquiriendo en el camino de manera muy intuitiva y, efectivamente, es como una suma de recursos en el oficio, pero además de obsesiones, de temas que rigen todo lo que hago; también quise dar un giro a lo que había hecho antes en novela gráfica, la verdad que estoy muy contento con esta novela”, comenta el novelista que forma parte de una generación que legitimó la ciencia ficción, el género policiaco y los cómics.

Bef originalmente iba a hacer esta historia como un cuento de horror en un colegio de monjas, pero fue mutando la historia aunque nunca la abandonaba, más bien fue madurando hasta que llegó el momento de realizarla.

Es por eso que la novela contiene distintas técnicas y maneras de acercarse a la gráfica. “Estoy muy orgulloso del diario porque logra esta ilusión de que esta escrito por una niña de 13 años, además está el recurso visual con el que está hecho. Cada capítulo, dependiendo de su narrador, tiene también estilos gráficos diferentes: Quería integrar este recurso de la novela moderna, de las voces múltiples, pero quería que se reflejara también en lo visual. Uno de los encantos de la novela gráfica es que además pueden estar todos los elementos, aquí estamos hablando desde el color, desde el tipo de línea que utilizas, que son también elementos narrativos. Aquí por ejemplo quería escribir un diario y está escrito con plumas de colores, con letra de bolitas y en ese tono, efectivamente, con el que escriben los adolescentes”, dice.

Bef, quien también es autor de Espiral, La calavera de cristal (en coautoría con Juan Villoro) y Uncle Bill, entre otros, asegura que en el texto escrito puedes meter toda la edición que quieras, pero en el cómic no; tienes que planear con mucho cuidado para no repetir o desperdiciar mucho trabajo. “Las páginas que fueron hechas en papel, cuando María es niña, todo lo dibujé en papel con lápiz y pincel, y cuando es adulto utilicé la gráfica digital, sin embargo toda esa parte la hice en un cuaderno y las páginas están en el mismo orden que las ves en la novela”.

Reconoce que esa creación tan ordenada responde a un reto creativo propio. “Cuando hice Uncle Bill, la novela anterior, de casi 300 páginas, la hice en el orden en que iba a ser publicada, es un poco un reto mío de hacerla casi como va a quedar impreso, también para obligarme a no estar repitiendo, es como una disciplina mía, además hacerlo en un cuaderno me permite viajar con la novela gráfica que estoy haciendo”.

Bef divide su tiempo entre la narrativa, los cómics y la gráfica; desarrolla sus obras en cuadernos de papel y tiene muchísimos: 66 de ellos forman parte de la exposición Los cuadernos de Bef, abierta hasta el próximo domingo en el Museo de la Ciudad de Querétaro. Antes estuvo en el Convento del Carmen, en Guadalajara y espera traerla a la Ciudad de México para hacer, eventualmente, un libro de esa exposición.

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