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Fue en México donde Leo Matiz se convirtió en el fotógrafo de América Latina, con proyección internacional, que llegó a ser. “Muchísimo es lo que este país le dio”, dice convencida su hija Alejandra Matiz, quien se ha dedicado a impulsar la conservación, estudio y difusión de la obra de su padre.

El 1 de abril se cumple un siglo del nacimiento, en Aracataca, Colombia, —donde también nació Gabriel García Márquez— de Leo Matiz. Él fue dibujante, caricaturista, fotógrafo, corresponsal de revistas internacionales y galerista (el primer galerista de Fernando Botero). Las celebraciones a Matiz iniciarán esta semana en el departamento de Magdalena —en Santa Marta y en su natal Aracataca—, allí comienza su periplo la muestra Matiz-Gabo. Los cronistas de Macondo, que festeja los 100 años de Matiz y los 50 de Cien años de soledad. Las celebraciones tendrán uno de sus mayores capítulos en la Ciudad de México, con exposiciones en el Palacio de Bellas Artes y en San Ildefonso, y un libro del Fondo de Cultura Económica, en la colección Tezontle.

México es la sede principal de la Fundación Leo Matiz; aunque ésta nació en Colombia en 1998, cuando todavía vivía el fotógrafo, en este país se concentra el acervo que supera los 190 mil items —fotos, negativos y caricaturas–, que está digitalizado en 50%, y en el que se trabaja para que se declare Memoria del Mundo de la UNESCO.

“Llegó a México siendo un muchacho joven, inexperto; dentro de él estaba la fotografía. Para entonces ya había hecho la foto de La red, que retrata a un hombre que bota la atarraya, y que es una fotografía que está en el MoMA de Nueva York. Fue increíble ese amor por llegar a México después de ver la película El Rancho Grande; cogió el barco en Barranquilla, llegó a Panamá y se vino a pie; se demoró dos años, llegó en el 41”, relata Alejandra.

En la sede de la Fundación, la hija del artista resalta una serie de coincidencias en el marco del centenario, como que el acervo esté en Coyoacán, zona que frecuentó el fotógrafo, quien por ejemplo tomó más de 180 fotografías de Frida Kahlo; destaca que Matiz será homenajeado en Bellas Artes, en donde, al poco tiempo de llegar en 1941, el 20 de julio ( día en que se conmemora el Grito de la Independencia en Colombia) su obra se expusiera junto a la de otros colombianos: Rómulo Rozo, Julio Abril, Juan Sánz de Santamaría y Luis Alberto Acuña, en una ceremonia que inauguró Pablo Neruda.

Miguel Ángel Florez, biógrafo de Matiz y creador de la Fundación con Alejandra y el propio fotógrafo, lo recuerda como nómada y trotamundos: “La imagen más perfecta para definir a Leo es ciudadano del mundo, un hombre que recorrió México en todas las direcciones, que recorrió América Latina para publicaciones como Harper’s Magazine, Life, Look y Así; que estuvo en Medio Oriente cubriendo el conflicto árabe-israelí; el hombre que estuvo vinculado a los Estudios Churubusco, de la mano de Gabriel Figueroa y Manuel Álvarez Bravo; el Churubusco de artistas como Dolores del Río, María Félix, El Indio Fernández, y que después estuvo 30 años en Venezuela”.

En México fue “un personaje de la época”, dice su hija: “Era amigo de Diego, Frida, Orozco y Siqueiros, aunque después se pelearon; fue amante de María Félix. Trabajó en la fotofija de siete películas”, detalla Alejandra y muestra una foto donde Matiz aparece con Carlos Chávez, José Clemente Orozco y Diego Rivera.

Sus relaciones con el Muralismo serán tema de las dos exposiciones que este año se han programado en Bellas Artes y en San Ildefonso:

“Son exposiciones que van a demostrar cómo la fotografía fue importante para el Muralismo, cómo Matiz fue el fotógrafo más importante por el ojo que tenía; eso lo vieron los curadores Ery Camara (de San Ildefonso) y Estela Treviño (de Bellas Artes). Esto ayudará a posicionar a Matiz porque en México aún no está donde debe estar”.

Alejandra dice que Orozco, al único fotógrafo que quiso fue a Leo Matiz: “Lo hacía reír; Orozco era muy serio, agrio; con mi papá tenía una amistad casi de familia”.

Con Siqueiros, en cambio, fue otra historia: “Hubo amor y odio, fueron amigos, trabajaron juntos. Le dijo a Matiz que iba a hacer kilómetros de murales y que él iba a ser el director de fotografía, le pidió hacer algo cinematográfico, a mi papá le entusiasmó y le entregó a Siqueiros como 300 fotos, pero Siqueiros las utilizó para fotografía de caballete en Bellas Artes. Se volvió un conflicto cultural colombo-mexicano. Mi papá tuvo que dejar México porque Siqueiros lo amenazó. Quedó esa llaga. Pero creo que eso ya pasó”.

En Bellas Artes estará, del 24 de junio al 28 de septiembre, una muestra en torno de Siqueiros y Matiz; reunirá 30 fotografías vintages, de Matiz, de la Fundación y de la SAPS; la tesis curatorial resalta el aporte de Leo Matiz a los muralistas con modelos fotográficos; contará con tres grabados de Siquieros y un boceto del mural de Siqueiros en Bellas Artes, que pertenece al Museo Carrillo Gil. Esa muestra estará en las salas Siqueiros y Tamayo.

En San Ildefonso, la muestra estará centrada en un diálogo de las obras de Orozco y Matiz; resaltará la afinidad estética en caricatura, dibujo y pintura.

Sobre las conmemoraciones, Miguel Ángel Flórez dice que el sentido del centenario es honrar la memoria de uno de los grandes fotógrafos de América Latina, un hombre que logró enriquecer la historia de la fotografía moderna y que tuvo una personalidad extraordinaria. “Lo que se pretende con este homenaje es, sobre todo, entregar ese legado a los jóvenes en un momento en el que el mundo vive un boom, una explosión de la imagen, pero una contracción del sentido. Hoy la gente hace fotografía, pero una cosa es hacer fotografía y otra es saber mirar. La lección de Leo es que aprendimos a mirar la realidad con un ojo que la fotografía occidental no había tenido el privilegio de tener. Esa mirada de ir a la esencia de las cosas, de pasar detrás del espejo de lo visto, para refundar la mirada”.

Conservación. La fundación digitaliza y organiza la obra desde 2009. Este patrimonio está clasificado en América Latina —con énfasis en México, Venezuela y Colombia—, Medio Oriente y parte de Europa; las fotografías tienen como temas generales paisaje, personajes, industria, momentos históricos —el Bogotazo, la caída de Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, la muerte del conde de Bernadotte en Jerusalén—; mujeres, cine, fotografía abstracta, Muralismo. El acervo contiene 66 mil 315 positivos, y 118 mil negativos; e incluye un área documental con libros, periódicos, revistas, facsímiles, etc.

“Si nos aceptan como Memoria del Mundo de la UNESCO, todo el material estará en redes para que lo puedan visualizar investigadores, museos, galerías, o quienes quieran saber de la historia de América Latina. Matiz es eje de la fotografía en Colombia, un fotógrafo latinoamericano, y mundial”, concluye su hija, Alejandra Matiz.

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