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En el patio de la Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS) están dispuestos los dos biombos que hizo David Alfaro Siqueiros en 1960, cuando estaba preso en Lecumberri, y que fueron la escenografía de la obra de teatro Licenciado no te apures.

Arriba, en la sala de exposiciones de la misma SAPS, hay pinturas y bocetos de obras de Siqueiros, fotografías, recortes, audios, revistas y otros documentos que abundan en las relaciones que con otros artistas tuvo el pintor en los últimos 15 años de su vida; relaciones que iban desde los desencuentros con artistas de la Ruptura, como José Luis Cuevas, hasta el intercambio en publicaciones como El corno emplumado, con poetas de la generación beat; ahí está, restaurado, el boceto del mural La marcha de la humanidad.

Todo ello es parte de la exposición El retorno del realismo. Siqueiros y la neovanguardia (1958 -1974) que hoy se inaugura en la SAPS a la par de Insurgencias botánicas: Phaseolus lunatus, de la peruana Ximena Garrido-Lecca.

El retorno del realismo se presenta en el 120 aniversario del natalicio del muralista. Con apoyo del Archivo General de la Nación (que se halla en Lecumberri y que es dueño de los biombos) se exhiben estas dos piezas que no se habían presentado juntas.

El curador Julio García Murillo cuenta la historia de estas piezas: “Siqueiros entró en agosto de 1960 a la cárcel y, un mes después, era escenógrafo del grupo teatral de la cárcel, al mes siguiente presentó la obra Licenciado no te apures, que fue escrita por un recluso, dirigida por otro recluso y actuada por varios más; la obra fue censurada. Siqueiros, que hizo otra obra teatral allí, fue retirado como escenógrafo porque estaba politizando a los presos. Son dos biombos, cada uno de cuatro paneles pintados por ambos lados”.

El retorno del realismo hace una revisión del acervo documental y la colección de la SAPS en diálogo con otras colecciones de México y el extranjero. García Murillo, coordinador de la Sala de Colecciones Universitarias de Centro Cultural Tlatleloco y curador invitado de esta exposición, dice que la intención, o provocación, es plantear una lectura de los últimos años de la vida de Siqueiros en relación con artistas activos en aquella época, más que atender asuntos pictóricos.

Cuál fue la discusión sobre el retorno del realismo entonces, se plantea el curador, y desde ahí revisa la agenda que tiene Siqueiros con relación a contemporáneos de otros artes —Juan José Gurrola, por ejemplo—, con relación a obras murales suyas de otros periodos o con relación a la abstracción.

“Aparte de esas tensiones nos interesa hablar de otros realismos que proponen otras personas, pensamos el realismo no sólo como agenda figurativa, sino como agenda política desde el arte donde la impugnación y la crítica serían una marca constante”, detalla el curador.

Aclara que las investigaciones muestran que pensar a artistas como Siqueiros o Diego Rivera en los años 50
aislados de lo que ocurría en ese momento nos da una imagen muy parcial y que mucho de lo que entonces vivieron estos artistas hace eco en el mundo actual: “Las discusiones que establece Siqueiros con Cuevas llegan hasta políticas que tienen que ver con la OEA, o lo que ocurre con los chicanos tiene que ver con guerras, el mismo encarcelamiento... Entonces, ver qué pensaban los jóvenes al ver a ‘este viejo’ es también la posibilidad de pensar el muralismo como un repertorio vanguardista en muchos sentidos”.

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