El "disfrute" que Joaquín Sorolla tenía con la realización de cada uno de sus cuadros queda de manifiesto en "Sorolla en París", la gran exposición sobre el pintor español que desde hoy acoge el Museo que lleva su nombre, una cita que realza la "mirada fotográfica" con la que tuvo reconocimiento internacional.

La luz de la costa valenciana, la transparencia de las aguas de Jávea (este), o el movimiento de sus casi siempre figuras alegres o en calma, representadas en 66 obras, se adueñan hasta el 19 de marzo de 2017 de la Casa Taller madrileña donde el visitante primerizo podrá disfrutar también de algunas estancias tan importantes como el propio estudio del artista.

Nunca antes este museo se había rodeado de cuadros como los que ahora ocupan sus paredes, ya que por primera vez se presentan reunidos los grandes hitos de la carrera internacional de Sorolla, piezas que fueron seleccionadas por él mismo para ser representadas en certámenes internacionales como el Salón de París, o la Sezession de Múnich (Alemania).

Así, esta coproducción con la Kunsthalle de Múnich y el Musèe des Impressionnismes de Giverny (Francia), propone al visitante recorrer esa parte de la vida de Sorolla (Valencia, 1863- Madrid, 1923) donde París tuvo tanta importancia, una ciudad que cuando, durante un mes, disfrutó de su obra en la Galería Georges Petit acabó rendida ante el artista que había hecho que "la magia" los "invadiera".

Así lo relata una de las comisarias de esta muestra Blanca Pons-Sorolla bisnieta del pintor, quien reconoce que Sorolla en París es también "una buena oportunidad" para mostrar la "generosidad" de las instituciones y particulares que han cedido 31 de las 66 obras que invita a ver "con los ojos de disfrute de Sorolla".

Tal es el caso del Museo de la Habana, a quien pertenece el cuadro "Verano" (1905), una de las piezas más representativas del "triunfo de la luz" en la pintura del valenciano, como destacó la comisaria, y que también es una de las dos obras que obtuvieron "una crítica increíble" en la Exposición Universal de París (1900).

Aunque esta exposición sirve para darse cuenta de la gran productividad que tenía el también autor de "Cosiendo las velas", el majestuoso cuadro que da una gran bienvenida a esta muestra con esos golpes de luz que parecen deslumbrar.

"Hay que pintar deprisa porque todo se pierde", le decía Sorolla a sus alumnos, como recordó la otra comisaria de la muestra María López Fernández. Y de ahí ese "toque rápido de pincel" que le proporcionaba la capacidad de hacer cuadros de pequeño formato, algunos de ellos presentes en la muestra, en "10 o 15 minutos".

"A sus alumnos les decía que mejor pintar tres cuadros pequeños que uno grande", agregó.

Sorolla "tenía una mirada fotográfica y la traslada a los códigos pictóricos", añadió haciendo referencia a esa inmediatez que parece estar contenida en cada una de las obras.

En este sentido, posiblemente 1905 es una de las fechas más repetidas en la muestra, ya que durante este año Sorolla preparó la gran exposición monográfica que le dedicó la galería parisina de Georges Petit, que se celebró durante un mes en 1906.

Pons-Sorolla destaca de esta época cuadros como "El bote blanco", obra que realiza en ese 1905, año en el que conoce a Monet: "Ninguno se está copiando, pero acuden a lo mismo con la misma mirada".

En Sorolla en París también se pueden contemplar las obras más "cosmopolitas y elegantes" de personajes de la alta sociedad, de la monarquía española, o de paisajes y jardines, como el que le hizo a su esposa Clotilde paseando por los jardines de La Granja, donde acudió junto a su familia en 1907 a retratar a Alfonso XIII.

nrv

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