Por primera vez el Vaticano expone un selecto grupo de iconos de Bielorrusia del siglo XVII hasta la actualidad, tesoros que han sobrevivido a dos guerras mundiales y a catástrofes naturales.

Gracias al aporte del Museo Nacional de Arte de la República Bielorrusia, en Minsk, 33 pinturas realizadas en madera han sido llevadas hasta el corazón de la Santa Sede y ubicadas en la Pinacoteca de los Museos Vaticanos, a unos pasos de la Capilla Sixtina.

La más famosa obra expuesta es la Virgen Odigitria de Minsk, una imagen típicamente bizantina que fue robada durante la Segunda Guerra y llevada a Alemania como un souvenir, pero después del conflicto fue recuperada y restaurada.

La pintura es una de las 30 mil obras de ese museo recuperadas tras los saqueos nazis en 1941, cuando la ocupación a Bielorrusia marcó el ingreso de los alemanes al territorio soviético.

Apenas dos años antes había sido fundado el Museo de Minsk, pero el conflicto bélico acabó prácticamente con sus colecciones. Debieron pasar muchos años antes que volviese a su antiguo esplendor, no obstante en la actualidad ese complejo posee uno de los patrimonios artísticos más variados del mundo.

“Hay una historia detrás de cada una de estas obras”, aseguró Piotr Vereksh, responsable de la muestra, antes de explicar que los iconos bielorrusos son muy distintos respecto a los rusos, porque los artistas de Bielorrusia nunca se atuvieron a todos los cánones del estilo bizantino.

Característicos de las iglesias cristianas orientales, los iconos son imágenes religiosas pintadas en relieve sobre madera o mosaico. Mientras en Moscú y otras ciudades rusas los artistas respetaban puntualmente las reglas artísticas provenientes de Bizancio, la escuela bielorrusa era más libre y copiaba expresiones de los países occidentales.

Con apenas 10 millones de habitantes, Bielorrusia es un país pequeño pero muy variado desde el punto de vista étnico y confesional.

“Tanto la Primera como la Segunda Guerra Mundial pasaron por esa región, estas obras tienen un grandísimo valor porque sobrevivieron no obstante los desastres. Bielorrusia siempre fue como un cruce entre Occidente y Oriente. Varias pinturas muestran esta mezcla de las tradiciones latina y bizantina”, explicó Vereksh, en entrevista con Notimex.

“La mayoría de las pinturas provienen de Brest, el primer lugar donde golpeó la Segunda Guerra Mundial en 1941. Las guerras provocan siempre la destrucción de aldeas enteras, casas e Iglesias que se hacían también de madera. Por eso desgraciadamente muchos iconos se perdieron”, agregó.

Recordó que la guerra sorprendió de tal manera a la población que no pudo protegerse a las obras de arte, que fueron robadas y después recuperadas, pieza por pieza, la mayoría en Alemania.

Luego el comunismo hizo su parte ya que en esa época se quiso acabar con todas las imágenes sacras porque se buscaba destruir la memoria religiosa del país. Por eso en los museos, para salvar estas obras, se las catalogaba como arte popular.

Tras ubicarse en una sala de la Pinacoteca de los Museos Vaticanos, estos tesoros volverán a Minsk donde se montará una muestra especial que será posible admirar a partir de septiembre próximo.

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