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Puebla. —Los nuevos territorios de los que habla la exposición de artesanía, arte y diseño latinoamericanos que el próximo sábado se inaugura en el Museo Amparo de la ciudad de Puebla refieren, por ejemplo, cómo la artista Liliana Ovalle trabajó con el Colectivo 1050º (alfareros tradicionales de Oaxaca) o la forma en que la cooperativa brasileña Coopa-Roca produce obras con el diseñador Tord Boontje.

Dejan ver el uso de bordados tradicionales en un tejido con bronce, un candelabro de botellas de plástico recicladas de Thierry Jeannot (Franco-mexicano), lámparas hechas con plástico que ideó Cecilia León de la Barra basada en las así llamadas sillas de Acapulco, un tótem donde el diseñador Édgar Orlaineta hace homenaje a uno de los maestros del diseño, Ettore Sottsass.

Bajo una serie de líneas que son Conversaciones con legados artísticos, Suprarreciclar y replantear objetos, Cultivar la colectividad y la experimentación, Desarrollo de nuevos mercados, Cuestionamientos de los espacios públicos e identidad, y Mover la artesanía hacia el futuro a través de colaboraciones con artistas y diseñadores, se construyó esta exposición llamada justamente Nuevos territorios. Laboratorios de diseño, artesanía y arte de América Latina. Esas temáticas sobre las que trabaja la muestra parten de ciudades específicas: Caracas, Río de Janeiro y Sao Paulo, Santiago de Chile y Buenos Aires, San Salvador y San Juan de Puerto Rico, La Habana, y Ciudad de México y Oaxaca.

Esta muestra es una colectiva contemporánea que fue organizada por el Museum of Arts and Design de Nueva York, curada por Lowery Stokes Sims, quien trabajó con apoyo de un grupo de expertos en diseño y artesanía actuales en Latinoamérica. Dentro de este grupo está Ana Elena Mallet, quien ayer dio un recorrido a los medios de comunicación, antes de la apertura.

La exposición presenta más de 100 trabajos de 75 artistas, diseñadores y artesanos, creados después de 2000, pero refleja también el trabajo en redes que han ido construyendo artesanos, cooperativas, colectivos, con artistas diseñadores. Nos habla de cómo unos y otros se aportan y aprenden; de cómo consolidar proyectos de desarrollo a partir de la artesanía; del valor creciente reciclaje; de que las tradiciones hechas a mano no se mueren porque cambien con el diseño. La muestra también enseña cómo es que algunos diseñadores innovan con el uso de impresoras 3D y deja ver una artesanía contemporánea que se acerca a iconos y lenguajes de la cultura popular y audiovisual. Abre discusiones sobre cómo preservar los derechos de autor de cada quien.

“Estamos mal al pensar que el arte popular es estático, la tradición se mueve, está expuesta a los cambios, a las sociedades. Estos artesanos y diseñadores están en constante transformación, aprenden, aun encontrado un mercado, exploran otros caminos. Siempre nos han dicho que la tradición no se mueve, y no es cierto: se mueve a ritmos agigantados. Está abierta a las mismas influencias de cultura visual que estamos expuestos nosotros”, comentó durante la presentación Ana Elena Mallet.

Vínculos artísticos. La exposición, que ocupa 10 salas del Museo, pone sobre la mesa también las relaciones del diseño industrial con su propia historia, donde por ejemplo los diseñadores hacen críticas y homenajes a piezas icónicas del diseño o en donde toman elementos propios de la vida urbana, de los espacios públicos o donde trabajan sobre temáticas sociopolíticas.

Pero un tema que varios abordan es la cada vez más difusa frontera entre diseño y arte, pues sucede que muchos artistas han entrado al campo del diseño, mientras que los diseñadores dejan atrás la noción de utilidad en sus obras y se decantan por trabajos más estéticos e incluso conceptuales.

Sobre los vínculos entre diseñadores y artesanos por ejemplo está la propuesta del venezolano Bernardo Mazzei, diseñador industrial, que a la vez hace homenaje al diseño finlandés y a pueblos de la selva venezolana. Mientras que la artista carioca Maria Nepomuceno hace esculturas con indígenas del norte de Brasil.

Mallet comentó: “En México tenemos la idea de que artesanía es cosa menor, que es lo turístico, que no vale. Si hablamos de marcas de lujo en el mundo, están en la consigna de volver a lo artesanal y volver a la mano de obra de sus países. La exposición nos muestra que la historia nos ha alcanzado y que esos procesos artesanales, que existen entre nosotros los latinoamericanos, los han reencontrado los diseñadores y que generan nuevos significados, técnicas y piezas”.

Los diseñadores, destacó la investigadora, están viendo materiales que pudiéramos pensar de desecho, pobres, y hacen piezas excepcionales.

La exposición en el Amparo también muestra piezas hechas a mano que hablan del contexto cotidiano latinoamericano y que, en el caso mexicano, buscó señalar estas dos ciudades, de México y Oaxaca, por ser de las que tienen mayor producción. “Oaxaca está en pleno desarrollo de revaloración de esas piezas artesanales para convertirlas en mercados de alto vuelo”, comentó Ana Elena Mallet.

El Museo Amparo con esta gran exposición quiere enfatizar el tema del diseño en sus programas, como lo ha hecho recientemente también con la arquitectura.

Nuevos territorios. Laboratorios de diseño, artesanía y arte de América Latina toma su nombre de una frase acuñada por el arquitecto y diseñador italiano Gaetano Pesce, en referencia al estado de decisiones en la sociedad globalizada de hoy, donde las fronteras entre el arte, el diseño y la artesanía se han vuelto cada vez más borrosas.

La exposición revela el compromiso de los diseñadores, artistas y artesanos de América Latina por el trabajo multidisciplinario para preservar su patrimonio nacional de habilidades.

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