El Museo de Marionetas Alfín y El Centro Cultural La Titería son dos propuestas en la Ciudad de México dedicadas a conservar la tradición de los títeres y  a darle nuevo impulso; misión que, coinciden sus promotores, se hace a contracorriente, sin subsidios y con la presencia de poco público.

El primero resguarda alrededor de 40 marionetas que fueron parte de la famosa colección de Alberto Mejía (1948-2009), conocido como Alfín, considerado uno de los tres mejores hacedores de títeres del mundo; así como 100 títeres del actor Héctor Mendoza Heinze, su actual director, y una colección de máscaras. Además ofrece talleres para niños y jóvenes, funciones todos los domingos y está dedicado a la formación de nuevas generaciones de titiriteros.

La Titería, Casa de las Marionetas, ubicada en la calle Vicente Guerrero, en la colonia Del Carmen en Coyoacán, es un espacio escénico dedicado a los niños que cuenta con un foro, una galería para exposiciones y un jardín, es dirigido por  Lourdes Pérez Gay y es sede de la compañía Marionetas de la Esquina, que en 40 años de trayectoria se  ha consolidado como una de las compañías de teatro de títeres más destacadas a nivel nacional.

Contra viento y marea. El actor y titiritero Héctor Mendoza Heinze habla con rapidez, camina por el Museo de Marionetas Alfín del Centro Cultural Alfín Rosete Aranda y sin reparo confiesa que el espacio funciona con número rojos, que ha adquirido deudas y que a veces las funciones son sólo ante un niño y sus padres.

“No voy a cerrar el espacio,  no sé cómo lo mantendré vivo, pero aquí nos vamos a quedar para mantener el legado de nuestro maestro Alberto Mejía Barón”, dice el actor mientras desenreda los hilos de Romeo y Julieta, los títeres que protagonizan la obra que presenta todos los domingos en este sitio ubicado en la calle Julio Ruelas 22, en la colonia San José Insurgentes.

“El maestro Alfín decía que un títere es una figura movida por hilos, que son esculturas en movimiento,  pero en la definición más espiritual es un muñeco amado. ¿Quién no ha amado a un muñeco? Todos los que están en el museo son justo eso, muñecos amados. Además, el maestro también decía que un títere abre caminos y amansa ogros”, dice en entrevista.

El Museo de Marionetas Alfín se encuentra al interior del Centro Cultural Alfín Rosete Aranda, inaugurado hace 21 años, pero como museo está abierto desde hace cinco años. “Los que trabajamos aquí, ya sea en funciones o que tenemos títeres en exposiciones temporales, fuimos alumnos del maestro Alfín: Griselda Cosoto, Jesús Miguel Villanueva, Alejandro Ruiz y otros 16 titiriteros más”, recuerda.

El Centro cuenta con dos espacios para ofrecer funciones, uno  al aire libre y el otro cerrado para unas 30 personas, ambos se encuentran abiertos todos los domingos de 11 a 18 horas.

“Siempre damos función pase lo que pase, si nos llueve, si tenemos poco o mucho público. Lo que hacemos son actos mágicos; Alfín buscó siempre la fascinación y nosotros deseamos  conmover con la pequeñez de los títeres, esos seres inocentes. Quisiéramos ser más visitados, a veces pagamos un anuncio y nos llega más público, pero apenas para cubrir el costo de la difusión que hicimos en la publicación”, dice Mendoza.

Y agrega: “Nuestra labor fundamental es divertir. Sí hay un función didáctica pero los pequeños seres lo que desean es jugar, divertirse con los niños. El arte de las marionetas es un oficio y espero que la gente entienda que también es un estilo de vida, que se necesita ser juguetón, ser capaz de volver a ser un niño”.

Un oasis coyoacanense. La Titería abrió sus puertas hace cinco años y  ofrecen programas artísticos y didácticos dedicados a niños y  jóvenes relacionados con las artes escénicas; además, es un centro cultural que busca formar nuevas generaciones de titiriteros.

Sus funciones eran en una pequeña carpa, pero hace tres semanas inauguraron un foro para 200 personas, gracias a un apoyo del PAICE y donaciones que recibieron a través de la campaña “Hagamos un trato, abramos un teatro”; también abrieron un espacio de exposición temporal y esperan que la taquilla contribuya a una operación menos estresante.

Asimismo tienen planeado abrir una escuela para formar niños titiriteros, porque la apuesta es garantizar que el oficio tenga cada vez más público.

Jonathan Daí, titiritero, asegura que este lugar ha logrado contribuir a contrarrestar la amenaza de extinción de los títeres.

“Existe el prejuicio de que las marionetas son sólo para niños pequeños, pero poco a poco hemos sensibilizado al público para que sepan que son seres que nos cuentan historias maravillosas, que pueden conectar con todas las personas. Nosotros hemos conseguido hacernos de un público cautivo, pero estamos en la búsqueda de un nuevo público que logre enamorarse de los títeres”, cuenta.

Alejandra Arroyo, quien forma parte del equipo creativo, sostiene que es posible vivir del oficio. “Nos hemos convertido en una suerte de familia, todos estamos comprometidos, mantenemos limpias las áreas, ofrecemos funciones, creamos las escenografías, repartimos volantes. El profundo compromiso que tenemos se nota y es apreciado por quienes nos visitan”, dice.

Las entradas de La Titería para hoy y mañana costarán  50 pesos por función o taller, o un pasaporte de 150 general con el que se pueden ver dos de las tres obras y un taller.

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