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Resulta curioso que la pequeña población de Columbus, Nuevo México, haya nombrado su parque estatal “Pancho Villa” en recuerdo del hombre que protagonizó hace exactamente un siglo la única invasión militar al territorio continental de Estados Unidos desde 1812. Guardando la proporción, es como si los neoyorquinos bautizaran “Osama bin Laden” a un parque vecino a donde estuvieron las Torres Gemelas que tumbó Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001 por orden del terrorista saudí, es el segundo ataque —que no invasión— contra ese país norteamericano tras el de la madrugada del 9 de marzo de 1916 en que el revolucionario mexicano arrasó aquel pueblo fronterizo, llevándose un botín de 80 caballos, 30 mulas y unos 300 fusiles, además de cargarse a 18 residentes.

El Pancho Villa State Park y el Camp Furlong —cuartel del 13avo. batallón de Caballería del ejército estadounidense que defendió Columbus y desde donde días después partió la Expedición Punitiva del general John J. Pershing que invadió México en busca de capturar al jefe revolucionario— fueron declarados sitios históricos nacionales de EU en 1975. Hoy reciben todo el año visitantes para nadar, acampar o recorrerlos en caminatas mientras conocen edificios que sobrevivieron al ataque y saqueo, como la Aduana.

También hay un museo sobre ambas invasiones, la de Villa y la de Pershing, donde se entera uno de que el héroe de Columbus fue un tal teniente Lucas, quien, descalzo, infligió muchas bajas a los villistas con una ametralladora. Pero el parque no se llama “Teniente Lucas”. Se llama “Pancho Villa”, como Pancho se llama también su desfile anual de autos, el Pancho's Car Show. En EU la historia antecede al desfile y cede ante el show business. Así fue con Francisco Villa, primero amado por Washington y Hollywood —con uno de cuyos estudios, la Mutual Film Company, firmó en 1914 un contrato de exclusividad para filmar sus batallas, como la de Ojinaga—, y luego odiado por Columbus.

Carambola del Centauro. El ataque, que dejó 18 muertos estadounidenses (ocho soldados), según la Columbus Historical Society, y un número aún no claro de bajas villistas (Friedrich Katz hablaba de un centenar), estuvo a punto de causar una guerra entre México y EU, reforzó el mito de Villa como jefe rebelde, marcó las pautas del nacionalismo mexicano, debilitó al gobierno de Carranza y desembocó en la última invasión extranjera a México, con la Expedición Punitiva, del 14 marzo de 1916 al 5 febrero del 17, en la que por coincidencia participaron bajo las órdenes de Pershing dos tenientes, George Patton y Dwight D. Eisenhower.

Historiadores coinciden en que el “infame ataque” (como lo llama la Columbus Historical Society, que prepara un servicio religioso para conmemorar el centenario de la invasión y honrar a las víctimas) fue una provocación de Villa al gobierno de Woodrow Wilson, que le dio la espalda luego de que hasta Hollywood lo había hecho ya presidente de México en un filme mudo protagonizado por Raoul Walsh (como el joven Doroteo Arango) y el mismo jefe de la División del Norte (como Villa adulto). “Pancho Villa fue así el primer personaje de la historia que actuó de sí mismo en una película”, comenta Gregorio Rocha, quien investigó esta relación amor-odio en su documental Los rollos perdidos de Pancho Villa.

El ataque comenzó a las 4 de la mañana y fue “relámpago”. En él participaron poco más de 500 dorados, aunque hay dudas sobre si él también Villa echó bala. Según historiadores como Javier Garciadiego, Villa permaneció en la estación del ferrocarril y no atacó personalmente. Un par de meses antes, en enero, villistas habían bajado de un tren a 18 empleados de la minera estadounidense Asarco en Santa Isabel, Chihuahua, y los fusilaron.

Traición y disgusto. Las razones del ataque a Columbus aún están barajándose, Katz enumeraba cuatro versiones en los 70, incluso una en la que aparecían alemanes, y algunas sobreviven. Otro especialista en Villa, el historiador Pedro Salmerón, también sostiene que el duranguense creyó equivocadamente que Carranza había firmado un pacto con EU, por el cual entregaba porciones de soberanía nacional.

“No, Carranza no había firmado eso, pero Villa tenía razones serias y sólidas para creerlo. Lo que hace Villa, vencido militarmente, derrotada la posibilidad de que el villismo fuera una alternativa (en la Revolución), es buscar una guerra (con EU) para evitar ese pacto que creía Carranza había firmado. Lo que provocó fue la debilidad permanente del gobierno de Carranza, un resurgimiento de Pancho Villa y de su mito, de su leyenda como un personaje que atacó EU”, dice en breve entrevista Salmerón, autor de La División del Norte. La tierra, los hombres y la historia de un ejército del pueblo (Planeta, 2006).

Su colega Felipe Ávila, con quien escribió Historia breve de la Revolución Mexicana (INEHRM, SEP, Siglo XXI, 2015) dice que Villa decidió una acción militar sorpresiva por el disgusto que tenía ante el reconocimiento al gobierno de Carranza por parte del de Wilson, y para crearle a aquél un conflicto.

“Villa interpretó el reconocimiento al gobierno de facto de Carranza (en octubre de 1915) como una traición porque él había buscado tener una buena relación con el gobierno de EU y con un sector de sus empresarios que le vendían armas. Además, seguía en rebeldía contra Carranza y trataba de debilitarlo”, dice Ávila, profesor de la UNAM y director adjunto de Servicios Históricos del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.

Una venganza de la que Villa salió bien librado pues nunca fue capturado por Pershing y los dos futuros héroes de la II Guerra Mundial, uno de los cuales acabó de presidente de EU.

Otra razón del ataque “parcialmente cierta”, según Salmerón, fue la compra de municiones patito a Samuel Ravel, de Columbus, que a los villistas les costó perder batallas en el Bajío en 1915.

Última invasión. Ávila, especialista en el carrancismo, destaca las repercusiones que tuvo el ataque a Columbus. Primero, estuvo a punto de provocar una guerra entre México y EU, porque el presidente Wilson decidió enviar la Expedición Punitiva, con más de 5 mil hombres, que luego creció a más de 10 mil, para buscar y castigar a Pancho Villa. Fue la última invasión militar extranjera a México.

“El gobierno de Carranza reaccionó como debía: condenando y rechazando la acción y exigiendo la salida de las tropas invasoras, estableciendo negociaciones para su desalojo. Pero también se vio obligado a movilizar a un sector del Ejército, trasladarlo al norte del país, para establecer una especie de línea de contención que impidiera el avance de la Expedición Punitiva hacia el sur. Nombró a Álvaro Obregón como secretario de Guerra y se comunicó con los gobiernos de América Latina para denunciar la invasión, enterarlos sobre una eventual guerra entre México y EU, buscando su solidaridad. Durante 1916 la expedición y el conflicto con EU eran el principal problema político de Carranza”, dice el autor de El pensamiento económico, político y social de la Convención de Aguascalientes y Entre el Porfiriato y la Revolución.

Cambio de imagen. Sobre el cambio de actitud de Washington y Hollywood hacia Villa entre 1914 y 1916, cuando pasó de héroe a bandolero, Ávila subraya que fue algo muy pragmático: en 1914 Villa parecía el jefe revolucionario más fuerte y que iba a ganar la guerra. “Los estadounidenses se acercaron a él porque lo veían como el más poderoso y también porque Villa era quien tenía mejor disposición hacia ellos que otros jefes revolucionarios más antiestadounidenses, como Carranza. Cuando vieron que era el probable ganador quisieron estar en buenos términos con él y hasta lo quisieron explotar comercialmente empresas cinematográficas. Pero cuando perdió la guerra ante Obregón en el Bajío y se dieron cuenta que la División del Norte desaparecía y que Villa volvía a convertirse en un jefe guerrillero muy acotado, pragmáticos, le voltearon la espalda”, explica Ávila.

Un siglo y decenas de películas sobre Villa después, su fantasma vuelve a invadir Columbus. Este año la Columbus Historical Society proyectará un slide show llamado The Wilson Brothers, sobre “la aventura” de dos hermanos en Columbus el verano posterior al ataque, uno de los cuales escribió un diario mientras el otro tomaba fotos, según refirió vía email Richard Dean, presidente de la asociación. También presentarán un DVD sobre el ataque, del historiador y documentalista Vernon Williams, quien en 2015 ya había anunciado que el filme se llamaría Patton and Pancho: A Clash of Cultures, un título muy parecido al libro del supremacista profesor de Harvard Samuel P. Huntington, A Clash of Civilizacions.

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