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Apenas pasaban las 10 de la mañana del 19 de septiembre de 1985, cuando Felipe Ehrenberg llegó al barrio de Tepito, quería ayudar, intentar paliar el dolor. Aunque en esa época radicaba en Veracruz, por cuestiones de trabajo se hallaba en la ciudad de México. Ese mismo día instaló junto con su colectivo H2O un puesto de ayuda en la cerrada de Díaz de León y González Ortega; esa esquina se convertiría luego en su casa, durante meses vivió en una tienda de campaña.

Fue el principio de un período central de su vida que modificó su arte aun cuando su vocación era ayudar como ciudadano. “Me obligó a caminar la cuerda floja, por un lado está el arte del cubo blanco y por el otro lado a ser útil en menesteres de los que los artistas estamos muy lejos”.

La estancia fue fructífera, el ciudadano ayudaba pero el artista modificaba su visión del arte. Ayudó a Tepito y Tepito lo ayudó a él; no llegó con un proyecto artístico pero pasados los años dio vida a una serie de alrededor de 30 pinturas conocida como Son UR-gente, en el cual Ehrenberg, dice en entrevista, emuló los movimientos de los sones y produjo una obra muy violenta, inspirada en la perdida, la muerte, el sismo, en Tepito y también en su estancia en El Salvador, donde también vivieron un sismo.

A Tepito no llevó ninguna aspiración artística, mucho menos un proyecto creativo; sin embargo como muchos de ellos eran artistas se emperzaron a detonar pequeñas revistas que sacaban algunos grupos de poetas, algunos de la Peña Morelos, pues el interés era la propia reconstrucción espiritual en torno a la normalidad.

“En 1986 se dio el sismo en San Salvador, ahí fuimos un equipo de veteranos damnificados para ayudar; no les llevamos cosas, les llemos expericiencia y conocimiento, por la cual que se me dio la Medalla Roque Dalton. En todo esto no llevé un registro fotográfico ni nada, no era un proyecto artístico, no estaba haciendo una obra de arte; sólo tiempo despues emprendí la serie Son UR-gente”.

Por vez primera, Felipe Ehrenberg habla de su estancia en Tepito entre 1985 y 1998, 13 años de vida en el barrio. “Como a las 11 de la mañana llegué a Tepito por la querencia misma. La gente estaba completamente perpleja, en ese momento fui para poner primero un puesto de socorro, que con las semanas y los meses se convirtió en el Centro de Asitencia Díaz de León, en las calles González Ortega con cerrada Díaz de León; tenía el animo, la edad, tenía 41 años.Si me quedé fue porque fui aprendiendo con ellos día con día”.

El artista trabajó como ciudadano común y corriente; sin embargo reconoce que desde que llegó se fueron sumando artistas, pero no eran pláticos, estabán los compañeros de Tepito Arte Acá, el grupo fundado por Daniel Manrique, Gustavo Bernal y Armando Ramírez, entre otros.

“Ya pasado el tiempo logré complementar las actividades de Tepito Arte Acá, en ese entonces era Daniel Manrrique que estaba pintado frente al público en lo que quedaba en los muros, y nosotros de los talleres H2O, poco más de 20 escritores que habíamos estado dando talleres en toda la república, estuvimos en la zona más dañada de Tepito”, señaló Ehrenberg.

En la trayectoria de Felipe Ehrenberg, que supera las cinco décadas, ha probado distintas técnicas: dibujo y pintura, arte conceptual, performance, el mail art y la mimeografía, hay un antes y un después de su estancia por 18 años en Tepito, su obra se trastocó y también su pensamiento. Hace unos meses escribió de un jalón una veintena de páginas de memorias de esos días, o sabe qué hacer con ellas.

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