Los misterios de la cultura maya podrían ser menos enigmáticos si se contemplaran con una mirada más amplia, con base en las referencias de distintos lugares de Asia, referencias que “con mucha probabilidad compartían”, plantea la escritora Carol Miller  en su libro Ancestral. La sorprendente relación entre las antiguas civilizaciones de Asia y América (Planeta).

La periodista, traductora, escultora y escritora, quien es miembro de la Sociedad de Arqueología Americana,   concentra en estas páginas su trabajo como estudiosa de culturas que ha ido conociendo a partir de la lectura y viajes.

La obra incluye una amplia bibliografía de especialistas de todo el mundo que durante el siglo XX escribieron sobre el tema, así como referencias de exploradores que buscaron ir más allá de sus fronteras y cuyos aportes hacen que surjan preguntas en torno del intercambio cultural que existió mucho antes de la llegada de Cristóbal Colón a lo que hoy es América.

Miller, nacida en California, pero afincada en México desde hace más de medio siglo, abunda en los lazos existentes entre culturas de Asia y América, apoyada en investigaciones y avances científicos, así como en su trabajo periodístico. Ancestral  resalta que el intercambio ha sido la mayor fuente de conocimiento de la humanidad, que existen numerosas evidencias de los vínculos entre estas culturas, aunque algunos sectores no los reconocen.

Con más de 30 libros publicados (como Travels in the Maya World y Alma de mi alma, el México de los extranjeros), Miller cuenta que esta nueva obra tuvo su origen en el viaje (conoce 92 países), sin duda una de las mayores fuentes de aprendizaje:

”Cada viaje fue un descubrimiento porque puedes tener muchas ideas de las cosas y las puedes ampliar a través de la investigación. Ahí me tienes viajando por todo el mundo y, en cada país al que llegaba, descubría a México. Dije ‘¿qué?, no entiendo’. Veía elementos de diseño, elementos artísticos, evidencias arquitectónicas y decía: ‘Algo muy extraño pasó aquí. ¿Por qué esto es similar a esto?’”.

El libro, de 200 páginas y 23 capítulos, va contando muchos de esos hallazgos, que son evidencias de los vínculos entre las culturas de Asia y las de América, desde Norteamérica hasta el sur de Chile. Miller se refiere, entre muchos ejemplos, al paralelismo entre Quetzalcóatl, Naymlap (de Perú) y varias deidades y figuras de Asia; a los rasgos arquitectónicos y de cerámica similares, como los techos y arcos corbeados de Angkor y los de las ciudades mayas; a la agricultura a partir de canales de riego del Himalaya y de valles peruanos y terrazas de Guatemala y del Ajusco (donde aún se les puede detectar); o al parecido entre el perro xoloitzcuintle en México, el viringo de Perú y el crestado de China, entre otros.

Dedica un capítulo a las semejanzas de los juegos tradicionales Pachisi, de India, y Patolli, de Campeche, sobre los cuales comenta: “Roberto Heine-Geldern y Gordon F. Ekholm descubrieron lo compatible y compaginado entre el juego de la India y el de los mayas. Dijeron que no era posible una coincidencia que permitiera el desarrollo de dos juegos tan complejos y similares, en dos puntos tan distantes en el mundo, sin haber existido un contado”.

Todos estos elementos comunes llevan a Carol Miller a concluir: “Estamos correspondidos”.

“Cuando empecé a trabajar esto —cuenta en entrevista en la biblioteca de su casa—, todo el mundo pensaba que estaba loca: ‘difusionista’. La corriente difusionista no está aceptada bien por la academia.  Ahora todos se han dado cuenta, con un poquitito más de humildad y sensatez, que no hay nada definitivo, todo lo que está escrito está sujeto a revisión. En estas etapas de la historia, ya entrado el siglo XXI, te das cuenta de que nada es absoluto. Cada vez que se hace un descubrimiento se aporta a este caudal de posibilidades. De eso se trata el libro.”

Miller destaca cómo cada vez más disciplinas exploran este campo: “Desde la ciencia,  la genética,  la geografía, la antropología; desde lo más pragmático, hasta lo más esotérico”, asegura.

La ruta del libro. Ancestral nació, en cierta forma, de una pasión que es previa a la llegada de Miller a México: el mundo maya. Desde muy joven, en California, ya conocía la obra de Sylvanus G. Morley,  La Civilización Maya.  Más adelante publicó Viajes por el mundo maya, una crónica de sus visitas a las zonas arqueológicas. Ese conocimiento le provocó  una especie de “peregrinación intelectual” para preguntarse ¿qué parecía qué? Ese peregrinar está en Ancestral.

“Vamos siguiendo en el libro todas las huellas que descubrí en mis viajes y por qué hay similitudes y por qué podrían haber existido”.

Uno de esos viajes fue a la isla de Pascua, que tiene una presencia constante en las páginas de Ancestral: “La isla de Pascua es uno de los lugares más remotos del planeta, se llama Rapa Nui, Ojos en el cielo. Es otro extraño eslabón en esta extraña cadena de circunstancias que no pueden ser coincidencias, porque todo está relacionado”.

Carol Miller busca con este libro recuperar la historia que va más allá de la visión eurocentrista del mundo: “Nos conviene reconocer las influencias de Asia y hacer causa común”, concluye la escritora.

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