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El sábado 29 de octubre, cuando en Coyoacán tenían lugar los festejos por el Día de Muertos, integrantes de Marionetitlán, compañía de teatro de marionetas para adultos, fueron agredidos por ambulantes que les exigían retirarse del área donde anunciaban la presentación de una obra apoyados en sus marionetas y, minutos después, fueron agredidos físicamente por policías y personal de la delegación, gran parte de los cuales cercaron, jalaron, golpearon y patearon al hijo de la directora quien tenía un banner con el que se anunciaba la obra, así como a dos de los integrantes de la compañía, Alejandro Camarena y Gabriela Espinosa.

Atahualpa, hijo de la directora mexicoalemana Gabriela Kraemer, fue llevado al Ministerio Público donde estuvo dos horas; tras el apoyo de personal de Derechos Humanos quedó libre. Un vídeo testimonia la brutal agresión; es por ello que ha interpuesto una denuncia por abuso de autoridad. EL UNIVERSAL solicitó a Comunicación Social de la delegación información sobre los hechos, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta alguna.

En el espacio público. Miembros de Marionetitlán, que en náhuatl significa lugar de marionetas, fueron a Coyoacán aquel sábado con el único propósito de invitar al público a asistir los días 11 y 12 de noviembre a las funciones de su obra Peer Gynt, de Henrik Ibsen.

La idea era que integrantes del grupo, Gabriela Kraemer, Alejandro Camarena y Gabriela Espinosa, se reunieran en el Jardín Centenario, frente al Sanborns, para, con marionetas y un banner, invitar a las funciones.

Durante unos minutos estuvieron solos Gabriela Kraemer y su esposo, el abogado Carlos Ríos, luego llegaron el hijo de la directora, Atahualpa, y su esposa (quienes sólo pasaron a saludarlos). Mientras llegaban los actores, Atahualpa los apoyó instalando y exhibiendo el banner que contenía información sobre la obra; su esposa entregó volantes. Gabriela Kraemer entró a una tienda a ponerse la marioneta grande que representa a Ibsen y luego, su esposo y su hijo abrieron con dos marionetas pequeñas de personajes, Peer y el Diablo, un diálogo para atraer al público. Después llegaron Espinosa y Camarena, que ya se hicieron cargo de esas marionetas. Por espacio de media hora, hicieron este ejercicio, y entonces comenzó la agresión por parte de los ambulantes, a las 18:40 horas.

Atahualpa cuenta vía correo electrónico los hechos; explica que ante la multitud que había en el centro de Coyoacán, para no estorbar el tráfico, buscaron un mejor espacio y se movieron a una zona poco transitada, junto a un par de niños (de unos 10 a 13 años) que estaban vendiendo globos. Detalla: “Pronto se acercó un señor quien me pidió que nos retiráramos, pues estábamos afectando sus ventas, las de los niños vendedores de globos; sin embargo nosotros no vendíamos nada y no afectábamos la vialidad, por lo que no consideraba que realmente lo afectáramos. Amenazantemente me advirtió que mejor nos fuéramos y al negarme, él se alejó un poco de mí e hizo una llamada por celular. Unos 10 o 15 minutos después llegó alguien vestido de personal de la delegación y me dijo, con voz autoritaria, que tenía que retirarme. No se identificó y no me dijo el motivo por el cual tenía que hacerlo, sólo aclaró que no podíamos estar ahí”.

La directora Gabriela Kraemer, en entrevista, relata: “Nosotros no estábamos vendiendo nada, estábamos dando volantes. Se vinieron con una organización que yo me quedé espantada. Aparte de la patiza que le dieron a mi hijo y a ellos, (señala a los dos actores) y a la esposa de mi hijo —todos tenían moretones—, en cosa de minutos hicieron un círculo y estaban rodeándolos los policías; un círculo de personal de la delegación, (traían un chaleco negro y logo de la delegación). De milagro no se rompieron las marionetas”.

El grupo recalca que tras la llamada del hombre que cuidaba a los niños, fue que llegaron el personal de la delegación y los policías.

Camarena agrega: “Se me hizo una gandallada por parte de la delegación porque no estábamos haciendo nada. Cuando volteé había más de cinco personas arriba de él (de Atahualpa); vi y eran los comerciantes. Pensé que los policías nos iban a ayudar, y una señora me dijo: ‘No te metas porque si no te linchamos’. Le dije a personal de la delegación que detuvieran a esa señora, pero dejaron que se fuera; los policías se cerraron, se vinieron contra nosotros. Jalonearon a Atahualpa; él se agarró a la silla de su papá, los policías empezaron a armar una barricada, nos encapsularon; me dieron un rodillazo; estuve con las manos alzadas para que se viera en los videos, y decían: `No, aquí nadie te está pegando´.”

Atahualpa cuenta que su padre (quien usa silla de rudas) cuestionó al personal de la delegación: “Quién era, qué autoridad tenía para retirarnos, bajo qué ley nos exigía esto, etc. El hombre respondió citando una ley: ‘artículo 25 de la Ley de Cultura Cívica’, nos dijo. ...El hombre continuó en su postura de que teníamos que retirarnos sin mostrarnos la ley en cuestión. Mi papá alegaba que no creía que todos los vendedores ambulantes que se encontraban ahí tuvieran permiso para vender, lo cual sí representaba una infracción”. Atahualpa señaló que lo era ilegal era que hubiera niños trabajando para él.

“En ese momento el hombre se molestó y comenzó a romper la armadura donde estaba la pancarta y a arrancarla. Intenté evitarlo. Jaló bruscamente el cartel y se lo dio a otra persona de la delegación, quien salió corriendo. Fui tras éste para evitar que se lo llevara mientras mi papá seguía en alegatos con el que llegó a quitarnos. Alcancé al hombre del cartel, lo abracé para evitar que se fuera; él, sin que yo me diera cuenta y lograra reaccionar, le aventó el cartel a alguien más y segundos después entre policías y personal de la delegación empezaron a jalonearme y golpearme. Al grupo se unieron vendedores ambulantes. Hice lo posible por protegerme de los golpes. Un hombre incluso me estaba ahorcando y varios, golpeándome. Cuando logré liberarme, noté que se había reunido un gran grupo de personas entre personal de la delegación, policías y vendedores.

Atahualpa fue llevado al Ministerio Público, detenido; lo retuvieron dos horas; no lo llevaron ante un juez cívico. Un hombre allí en el Ministerio Público, finalmente, les dijo a él y a su padre, que se le imputaba resistencia de particulares y que quien lo acusaba era Juan Carlos García Gonzales. Pidieron ver a esa persona para identificarla, de acuerdo con la ley, pero nunca los dejaron verlo. Pidieron también que un médico examinara las heridas, pero nunca llegó el médico. Un examen médico, particular, dio cuenta de los golpes y contusiones que sufrió. Atahualpa interpuso una denuncia por abuso de autoridad ante el Ministerio Público y ante Derechos Humanos.

Gabriel Kraemer opina: “Hay una tremenda corrupción en la delegación y eso es de dominio público. A ellos les interesa más su negocio, no puedo
vislumbrar el tamaño de ese negocio pero deber ser bastante grande por el tamaño de la reacción. Les importa un comino si ahí estamos difundiendo arte o si hacemos gimnasia, o lo que sea. Lo que les interesa es que la plaza, en lugar de espacio público donde la gente pueda hacer alguna actividad, sea utilizada por ellos como su negocio. Y creen que les tocamos su negocio”.

A cuatro días de los hechos, en la madrugada del miércoles 2 de noviembre en la casa de Gabriela Kraemer hubo un robo: sustrajeron tres computadoras y la silla de ruedas de su esposo.

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