Para los niños dormir es muy importante, sobre todo las etapas tres y cuatro del sueño, de movimientos oculares rápidos (MOR), las cuales se incrementan más en los primeros años de vida.

Si un niño no consolida el sueño profundo, puede presentar problemas en el desarrollo físico por la escasa liberación de la hormona del crecimiento, así como una interrupción en la consolidación de la memoria y bajo rendimiento escolar, alertó la maestra Diana de la Orta Pérez, de la Clínica de Trastornos del Sueño de la UNAM.

Ciclos de sueño

Los infantes tienen un patrón de sueño diferente al adulto. Por ejemplo, la regulación del sueño los 0 a 3 meses de edad, no es estable ya que duermen alrededor de 14 a 17 horas al día, en comparación con niños en etapa escolar que necesitan dormir cerca de 11 horas.

“A partir de los dos años, edad en que los padres comienzan a dejar al pequeño en otra habitación, empiezan algunos problemas debido a que el infante no quiere dormir, sale de su cama en busca de los padres o llora por un sentimiento natural de desapego”, comenta la maestra de la Orta.

Luego el periodo de sueño decrece y se regula con algunas siestas de 15 a 30 minutos a lo largo del día. Sin embargo, precisó la especialista, un niño de tres a seis años ya no necesita dormir en horas de Sol; si duerme demasiado, podría tratarse de algún trastorno del sueño.

Secuelas del mal descanso

“Como consecuencia de un mal descanso, el niño puede sufrir ansiedad e incluso depresión, así como una necesidad de recuperación del sueño perdido durante el día. También falta de motivación y alteraciones cognitivas, retraso en el peso, accidentes frecuentes y dolor”, advierte la investigadora.

La comida chatarra alta en azúcares o ir a la cama con dispositivos electrónicos puede detonar insomnio en los infantes, pues el cerebro se mantiene en estado de alerta. También hay que considerar la posibilidad de una causa neurológica o un ambiente familiar con estrés o violencia.

La recomendación, concluye la maestra de la Orta, es mantener una higiene adecuada de sueño, estableciendo hábitos y estrategias que requieren firmeza, paciencia y constancia de los padres con el infante a la hora de dormir para que ambos logren un descanso adecuado.

Dirección General de Divulgación de la Ciencia / UNAM

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