Las recientes temblores a lo largo del mundo nos recuerdan las enormes fuerzas internas que se generan en el planeta Tierra. Anualmente se detectan cerca de 20 mil sismos débiles, pero de vez en cuando estos pueden ser realmente vigorosos.

Echando un vistazo a la historia se ven ejemplos de sismos de gran intensidad, como el ocurrido en Valdivia (Chile), en 1960 y de magnitud 9.5 en la escala sismológica de magnitud de momento (que se usa como la escala de Richter para valores superiores a 6.9) y que sigue siendo el más potente registrado a la fecha.

Los sismos no son exclusivos de planetas con actividad tectónica; las estrellas también pueden experimentar estos fenómenos que, de hecho, fueron descubiertos en nuestro Sol, a través de imágenes satelitales del Observatorio Solar y Heliosférico (Soho, por sus siglas en inglés) tres años después de su exitoso lanzamiento en 1995.

Dos décadas antes de observarlos por primera vez, ya se había predicho la existencia de ondas que se propagan cerca de la superficie de la estrella (fotosfera). De forma análoga a las ondas que se generan cuando lanzamos una piedra en un estanque, los llamados sismos o terremotos solares se encontraron en la fotosfera, producto de una intensa liberación de energía en la atmósfera solar (llamarada solar o fulguración).

Una secuencia de imágenes mostró cómo las ondas generadas se propagaron en el plasma fotosférico cien veces más rápido que la velocidad del sonido en el aire, cubriendo en poco tiempo una distancia de unas 10 veces el diámetro de la Tierra.

Así como las ondas sísmicas en la Tierra nos sirven para extraer información sobre el interior terrestre, ya que su propagación depende entre otras cosas de la composición de los materiales, temperatura y presión internas, en el Sol los sismos también pueden estudiarse para inferir propiedades de su interior, una técnica que se conoce como heliosismología, y que también puede aplicarse a otras estrellas con la astrosismología.

Si los clasificáramos con una escala como la usada para los terrestres, un sismo solar estaría sobrepasando una magnitud de 11, es decir más de mil veces más potentes que el terremoto de Chile, teniendo en cuenta que la escala de magnitudes es logarítmica. Al igual que en el caso terrestre, no podemos predecir cuándo sucederá el siguiente sismo solar.

jpe

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