Además de cubrir necesidades básicas, este dinero ayuda a la pavimentación de calles y rehabilitación de escuelas, reporta geógrafa de la UNAM.

Tan solo en 2015, el Banco de México reportó una recepción de más de mil millones de dólares en Puebla, mientras que en Morelos rebasó los 500 millones de dólares.

La doctora Ana Melisa Pardo Montaño, investigadora asociada del Instituto de Geografía, ha estudiado el impacto de las remesas a nivel local en los estados de Morelos y Puebla, ambos con alta dependencia de este recurso.

Uno de los hallazgos de la geógrafa está relacionado con el Programa 3X1 para Migrantes, de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), donde por cada peso que los migrantes aportan para que se lleve a cabo una obra social, el gobierno federal, estatal y municipal aportan un peso más.

De esta manera, los migrantes han colaborado en la pavimentación de calles, la rehabilitación de escuelas y la provisión de servicios de energía eléctrica y alcantarillado en las comunidades poblanas y morelenses.

Recursos no estables

La doctora Pardo también detectó el cambio de la apariencia de los hogares, quienes con el paso del tiempo han mudado al estilo estadounidense, además de la incursión de locales como casa de cambio y pizzerías, que, destaca, no son típicos de estas zonas.

A pesar de los beneficios, alertó que hay que tener en cuenta que aunque las remesas son importantes para las familias y la economía mexicana, son recursos no estables, pues dependen de la economía del país donde los migrantes laboran.

La crisis económica de Estados Unidos en 2008, repercutió no solo en la cantidad de dinero que enviaban, sino en el número de mexicanos que lograron cruzar la frontera.

La migración ha sido una de las formas en muchos mexicanos buscan superar la pobreza que viven en sus comunidades.

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM

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