Los vigías avisaron que el iceberg estaba de frente pero era demasiado tarde para poder mover el Titanic en otra dirección. El el hundimiento marítimo más famoso de la historia, ocurrido el 12 de abril de 1912, es la analogía que utiliza el ingeniero Ramón Aguirre, Director General del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, para referirse al problema de la escasez de agua en el Valle de México y lo que podría suceder si no se buscan alternativas viables.

Después del terremoto de 1985 en la Ciudad de México, PEMEX realizó siete pozos de exploración.

Los estudios en el subsuelo tenían como finalidad buscar indicadores para determinar el nuevo reglamento de construcciones y se encontraron rocas calizas a una profundidad de mil 800 metros. Por otra parte, desde la década de los 70 se manejaba la posibilidad de buscar agua en las calizas profundas del Valle de México. Uno de los investigadores que había investigado sobre el tema era el geólogo Federico Moser.

Con estos antecedentes, inició el proyecto de exploración de los acuíferos profundos en el que participan SACMEX, CONAGUA, PEMEX y la UNAM, con los institutos de Geología y Física. Hace cuatro años empezaron los trabajos en el primer pozo en San Lorenzo Tezonco en Iztapalapa. Había muchas dudas sobre lo que se podría encontrar en las profundidades de la tierra.

Uno de los cuestionamientos principales era si el agua tendría la calidad suficiente para uso humano.

El geólogo Oscar Arnoldo Escolero Fuentes del Instituto de Geología de la UNAM, uno de los investigadores involucrados en los estudios correspondientes en el subsuelo citadino, señala que el acuífero que se identificó a partir de los dos mil metros de profundidad sorprendió como  una fuente hídrica que tiene presión,  es decir el agua asciende en el interior del pozo hasta una profundidad en la que es económicamente factible extraer el agua.

“Asciende en el interior del pozo y el equipo de bombeo tiene capacidad para sacarla y meterla a la red”, apunta.

Pero esta no fue la única sorpresa, pues aunque en teoría se dice que a mayor profundidad la calidad del agua es mala, los resultados sobre su calidad fueron positivos. El experto explica que esto tiene que ver con la geología que hay en el fondo del Valle de México.

“Tenemos rocas volcánicas que son muy permeables y poco solubles, tal como las del acuífero superior. Eso hace que el agua circule rápidamente, sin concentración de sales y calidad similar a la que se tiene en las capas superiores. Este es un factor positivo para la calidad del agua”.

Después de pasar por una planta potabilizadora, actualmente se distribuyen de este pozo 60 litros por segundo en la zona de Iztapalapa, una cantidad baja pues el pozo fue diseñado  para fines exploratorios.

Por su parte Ramón Aguirre señala al respecto que aunque no alcanzaron a perforar las calizas en el pozo de San Lorenzo Tezonco, los hallazgos ciertamente fueron positivos.

“Se esperaba que el pozo no fuera productor, pero resultó que el pozo sacó agua de muy buena calidad, un poco arriba en níveles de ferro y manganeso, pero muy poco. El agua se mezcla y obtiene la norma”.

Aguirre señala que  actualmente se está perforando un pozo en la Magdalena Mixhuca y lo que se pretende es llegar a las calizas. Se realiza en esa zona porque los trabajos de PEMEX en los 80 ubicaron este material a mil 600 metros.

“Cuando ellos perforaron encontraron trazas de aceites, así que se espera que el pozo tenga mala calidad de agua, pero lo importante será tener más información para conocer el subsuelo y poder hacer un plan”, comenta y subraya que lo que hace factible el proyecto de los acuíferos profundos es una teoría en la cual se supone que hay una extensa capa de arcillas entre los 700 y mil metros de profundidad bajo el Valle de México, lo que era el antiguo lago de Texcoco hace 600 mil años, y que permite separar un acuífero profundo.

¿La misma agua?

Actualmente una de las preguntas más importantes del proyecto es si el acuífero que se encuentra en las profundiddaes del Valle de México está conectado hidraúlicamente con el que está en la parte superior.

“El acuífero que se está explotando actualmente para el abastecimiento de la ciudad de México está entre los 300 y los 700 metros de profundidad y el de abajo comienza de los mil hasta los dos mil metros. La duda es si están hidráulicamente conectados, porque entonces se trataría de un mismo cuerpo acuífero, sería la misma agua sacada de otro lado. Es por eso que hay que hacer otras perforaciones para saber si hay una continuidad de las características geológicas de las formaciones o si hay cambios o variaciones en otros sitios”, señala  por su parte el doctor Escolero y agrega que encontrar una fuente independiente de agua significaría tener formas más flexibles de manejarla en la Ciudad de México.

“Además, desde el punto de vista científico, de conocimiento,  podemos saber más sobre los recursos que tenemos como país, pero también es una fuente de conocimiento  para conocer riesgos geológicos.  Hay un efecto multiplicador en la información que se obtiene”.

Es así que el plan por explorar a fondo los acuíferos profundos del Valle de México continúa, aunque la labor se ha atrasado.

“El problema es que PEMEX mandó un equipo demasiado potente y grande para los trabajos e la Magdalena Mixhuca, entonces entre la vibración del equipo y las inyecciones de lodos, se volvió inestable a las arcillas y se ha tenido que parar dos veces la perforación para llevar al cabo acciones de mejoramiento de suelo”, explica Ramón Aguirre.

El funcionario explica que actualmente se están terminando de hacer una serie de pilotes en los pozos, tal como si se fuera a cimentar un edificio.

“Una vez iniciado este proceso se termina en tres meses, así que  esperaríamos que si todo sale bien, sin más contratiempos, este año se perforen de tres a cuatro pozos en diferentes partes”.

En el primer pozo de la Magdalena Mixhuca se planea llegar  hasta las vulcanitas y en el otro, a veinte metros de distancia, se intentará llegar hasta las calizas,  penetrando hasta mil 900 metros al interior de la tierra.

El siguiente paso es mover el equipo a lugares donde sí se espera tener buenos resultados en cuanto a la calidad del agua. Aguirre ubica esta zona al sur de la ciudad, en los límites de Xochimilco con Iztapalapa. Aguirre advierte que la otra hipótesis es que el agua que recibe el acuífero profundo, la zona de recarga, hace suponer que no es muy grande:

“Sería un acuífero que daría agua de tres mil a cinco mil litros por segundo, pero la ventaja es que está en el Valle  y esta cantidad significa agua para dos millones de personas”.

El costo de un pozo de este tipo se encuentra en alrededor de 90 millones de pesos, más de 10 veces de lo que significa realizar un pozo en el acuífero superficial, pero para Aguirre lo que justifica el gasto es evitar que se siga sobreexplotando el acuífero superficial.

“Tenemos claro que el problema del agua en la ciudad  depende de resolver un problema de sustentabilidad de las fuentes, es así que el  futuro de la ciudad depende de que el acuífero superficial no se siga sobreexplotando. El Cutzamala da el 30%, pero el acuífero superior  da el 50% y esta ciudad se puede quedar sin acuífero. A penas estamos a tiempo para tomar medidas, antes de que no se pueda ‘mover el barco’”.

Sin embargo, para el funcionario sería imposible que sólo con este se proyecto solucionara el problema del agua en la Ciudad de México.

“Es un proyecto importante pero para la magnitud de esta ciudad, es una fuente más. El sistema Lerma es muy importante, pero nos da cuatro mil litros. El Cutzamala da nueve, éste acuífero quizá podría dar cinco, pero lo  importante de este proyecto es que no trae agua de otra cuenca, no se entra a la discusión de por qué se llevan el agua”.

Para Aguirre otra alternativa muy importante para combatir el problema del agua es quitarle las fugas a la ciudad.

“El agua más barata que se pueda encontrar es taparle los agujeros a los tubos, además sin ese proyecto los demás no funcionan porque si metes más agua, lo que se va a tener son más fugas”, señala Aguirre.

Escolero señala por su parte que después de un estudio que realizó con otros académicos para analizar las vulnerabilidades de las fuentes de agua potable en la Ciudad de México, encontró que uno de los sistemas de abastecimiento más importantes como es el Cutzamala, es también el más vulnerable principalmente  por las largas distancias que atraviesa. Su fragilidad también cada vez se hace más evidente cuando  la población se queda sin agua por  labores de mantenimiento.

“Es urgente buscar alternativas y en ese análisis que se hizo encontramos que las alternativas menos vulnerables son las que están dentro de la misma ciudad. Además de los acuíferos profundos, otra de las ideas más aceptables también gira en torno a reutilizar más el agua de la ciudad internamente para evitar fuentes externas”, señala el investigador y agrega que esto implica hacer muchas adecuaciones, desde  un cambio cultural, para una mejor organización para la reutilización del agua y aunque  influyen muchos aspectos que son complicados o lentos, también puede ser una opción  viable.

“Traemos agua de afuera de la Ciudad de México, alrededor de 30 metros cúbicos por segundo, y al mismo tiempo estamos tirando hacia el Valle del Mezquital 40 metros cúbicos por segundo. Hay un excedente de desperdicio. En otras regiones del mundo se hablaría de reutilizar. Cuesta mucho traerla para luego tirarla”.

kal

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