Su nombre es OX513A. Fue creado en un laboratorio y su función es “seducir” a las  hembras salvajes del Aedes aegypti, el vector primario en transmitir enfermedades como el dengue, el chikungunya y el zika.

Su descendencia jamás podrá llegar a la edad adulta, morirá antes de esta etapa, por lo que las poblaciones del mosquito empezarán a descender y los riesgos por el contagio de estos virus disminuirán proporcionalmente.

Esta es la premisa con la que la compañía Oxitec desarrolló este producto biotecnológico que se ha probado con éxito en Brasil, un país con grandes poblaciones del Aedes aegypti en todo su territorio.

La compañía fue fundada por un grupo de científicos británicos de la Universidad de Oxford en 2002 y recientemente fue adquirida por una empresa norteamericana, por lo que ahora funciona como una subsidiaria de la corporación Intrexon.

Tras la aprobación del Comité de Bioseguridad de Brasil (CTN Bio), el mosquito modificado genéticamente fue introducido en una primera parte del proyecto en el municipio de Piracicaba, en Sao Paulo, Brasil, una de las  regiones del mundo con mayores índices de dengue.

Los resultados del proyecto piloto mostraron una reducción de las larvas del mosquito en un 82%. Ante estos resultados, el llamado “Proyecto Amistoso Aedes aegypti”, se ha extendido a otras partes de la geografía brasileña, sobre todo ahora que la transmisión del virus del zika encendió las alertas de salud por su rápido esparcimiento.

Los  primeros casos en la llamada Región de las Américas  se reportaron en 2014 en la Isla de Pascua, pero el problema tomó otras dimensiones tras el descubrimiento de que el virus es  capaz de atravesar la barrera placentaria. Esto trajo como consecuencia la sospecha de que el zika es el causante de deformaciones congénitas en recién nacidos, como la microcefalia que se ha detectado en alrededor de cuatro mil casos en Brasil.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha convocado precisamente este lunes primero de febrero a una reunión del Comité de Emergencia para determinar si el brote del zika puede ser considerado una emergencia de salud pública de alcance internacional, pues la directora general del organismo, Margaret Chan, ha advertido que el nivel de alerta es extremadamente alto ya que el virus se propaga de forma “explosiva”.

Los gobiernos inmediatamente han extremado precauciones. Una de las más fuertes, probablemente fue tomada por el gobierno de El Salvador, que le ha recomendado a las mujeres no embarazarse durante los próximos dos años. En los laboratorios del mundo, los científicos libran sus propias batallas. El estudio del vector Aedes aegypti se ha realizado durante décadas y especialistas como los de Oxitec son muy cuidadosos en explicar paso a paso sus desarrollos y los resultados de sus ensayos para confirmar la seguridad de sus productos que pueden convertirse en pieza clave para combatir el impacto del virus.

Líneas de investigación

Para el Doctor Carlos Arias, investigador del Departamento de Genética del Desarrollo y Fisiología Molecular del Instituto de Biotecnología de la UNAM y miembro de la Red Mexicana de Virología,  hay tres partes importantes en las investigaciones  que confluyen para un correcto tratamiento del zika. Una de ellas es el estudio intensivo del vector para combatirlo correctamente  con estrategias simples que van desde evitar los criaderos de larvas o jornadas de fumigación extensiva hasta estrategias de modificación genética como la anteriormente referida.

Otra parte se centra en el estudio del virus como tal. Un arbovirus es un virus  transmitido por artrópodos y en este sentido los  dos vectores más involucrados en la transmisión de virus de relevancia para la salud son precisamente los mosquitos y las chinches.

El Doctor Arias, Premio Nacional de Ciencias y Artes 2014, señala que el virus se describió a mediados del siglo pasado en Uganda y allí se mantuvo causando problemas locales en pequeños brotes pero los virus mutan constantemente y su impacto creció.

“Cada vez que un virus se replica, que tiene una o más mutaciones en su genoma, es su manera de generar diversidad, de evolucionar para adaptarse a diferentes medios o condiciones”, puntualiza.

El primer brote fuerte que hubo fuera de África, fue en Micronesia (una región de Oceanía que comprende los archipiélagos del oeste del océano Pacífico) en 2007.

“Este virus seguramente llegó  con alguna persona infectada que viajó desde África y se empezó a transmitir de manera local. Con su llegada a América, el virus ya le dio la vuelta al mundo y cambió porque es como cuando los humanos respiramos, no podemos dejar de hacerlo: es algo inherente a nosotros”.

El especialista explica que este es el impulso de la historia natural de los virus, pero  el temor siempre ha radicado  en que una de esas mutaciones lo haga más virulento o que se transmita más fácilmente. Estudios filogenéticos, realizados por instituciones como el Instituto Pasteur,  indican que el virus que está diseminándose por el continente americano está más relacionado con cepas provenientes de la Polinesia.

Retos mayúsculos

“Son varios retos y bastantes complicados los que impone el zika. Es un problema mucho más serio que el chikungunya por la transmisión vertical que se da, la de madre-feto.

Este tipo de transmisión no ocurre en todos los virus, de hecho en el caso de flavivirus está poco reconocido. El zika es ‘primo’ de virus como el de la fiebre amarilla, dengue y chikungunya, y no está documentado en estos casos su transmisión al feto y en todo caso, no está asociada a problemas congénitos. Es una sorpresa porque no es lo que sucede usualmente con este tipo de virus”.

El especialista agrega que desde que se conoce el zika, hace 65 años,sólo había sido asociado a síntomas tipo dengue pero mucho más leves, como una infección menor, con algunas diferencias como la conjuntivitis”.

Es así que la preocupación por un virus de molestias similares a un resfriado pasó a ser asociado con graves problemas congénitos, como la microcefalia; y autoinmunes, como el síndrome de Guillain-Barré.

Arias explica que la  placenta tiene un tejido que la hace particularmente resistente.

“No todos los virus pueden penetrar esta barrera, pero hay algunos como la rubéola que representaban un  problema importante por sus efectos tetarogénicos. Hoy se sabe que el zika también atraviesa esta barrera porque se ha  detectado en  muestras de tejidos y sangre de embarazadas y fetos. Así que está claro que puede atravesar la barrera placentaria y aparentemente provocar malformaciones, aunque todavía no está probado directamente”.

El investigador agrega que para comprobar tales asociaciones se necesita hacer un seguimiento más cuidadoso en estudios de caso-control con grupos de madres afectadas y no afectadas por el virus.

“Esto requiere un cuidadoso diseño epidemiológico, para sumar certezas y saber si la asociación es cierta”, dice y agrega que también tendrán que realizarse más estudios en la sintomatología de las personas infectadas por más de un virus, como por ejemplo dengue y zika.

“Las alertas de los países son apropiadas,  lo que harán es disminuir tasas de embarazos y aumentar cuidados en zonas de riesgo, pero hay que considerar que  muchos de los embarazos en Latinoamérica no son planeados, así que no hay duda que seguirá habiendo embarazos en zonas de riesgo, donde se tendrán que seguir efectuando más investigaciones”, señala Arias y agrega que el otro reto sobre el conocimiento del virus  es tratar de diseñar vacunas de tal manera que no pueda replicarse.

Los estudios previos en torno al dengue, de alguna manera contribuyen a disminuir los tiempos, sin embargo las metas para lograr una vacuna segura no son a corto plazo.

“Esto representa un problema muy serio de toma de decisiones, sobre todo en Brasil donde hay grandes poblaciones de Aedes aegypti en todo el país. En México su impacto es menor, pues el vector está localizado más hacia las costas y bajo ciertas condiciones climáticas que se asocian con la humedad y temperatura”.

El cambio climático y la continua movilización de personas también ha contribuido a diseminar más rápido a virus y vectores.

El investigador pone el ejemplo del mosquito Aedes albopictus, que también es capaz de transmitir estos virus pero de manera menos eficiente,  y que llegó a Texas desde Japón por un envío de llantas usadas en 2005.

Finalmente el especialista considera que otra área de investigación se tendrá que centrar en los posibles reservorios del virus, que se refieren a los organismos que alojan un patógeno a largo plazo. En el caso del ébola el reservorio animal es el murciélago.

“En África existen muchos arbovirus que permanecen en reservorios animales. En el caso particular del zika parecen ser los monos, pero es importante hacer estudios más amplios que consideren la ecología regional para saber si hay reservorios animales o no. Solamente entendiendo de la manera más completa este problema que es muy complejo, se podrán tomar medidas más racionales”, concluye.

kal

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses