Mide 1.19 centímetros y tiene grandes ojos negros con los que alcanza a reconocer a las personas a 10 metros de distancia. Su nombre es Pepper,  un robot que el año pasado logró vender en Japón mil unidades en menos de sesenta segundos. En la página de la compañía Aldebaran Robotics, encargada del producto, se anuncia que “es el primer humanoide capaz de reconocer las emociones humanas y adaptar su comportamiento según el ánimo de su interlocutor”.

Su precio de venta es de mil 595 dólares, una verdadera ganga sí las capacidades anunciadas por la compañía que lo produce son ciertas. Pero aún suponiendo que no domine la difícil tarea de reconocer emociones, que incluso es área desconocida para muchos humanos, en realidad el precio de este robot con forma humana es muy bajo. Además, por un costo extra existe la posibilidad de adquirir kits de desarrollo de software que lo puedan dotar de nuevas capacidades según sean las necesidades de la persona que lo “adopte”, desde organizar un karaoke hasta realizar recordatorios sobre la toma de medicamentos.

Gracias a menores costos en el hardware y los sofisticados desarrollos en software de los últimos años, este tipo de productos pueden ser desarrollados con menor inversión y redituar en gran éxito comercial, como el caso de Pepper.

Pero hay otro detalle que está impulsando el desarrollo de la industria de los robots de servicio: el envejecimiento de la población. Para el departamento de marketing de la compañía,  existen dos principales nichos de venta: los negocios que los utilizan para atraer  a sus clientes y los adultos mayores que necesitan compañía.

México y el mundo

El Doctor Mario Peña Cabrera, investigador del Departamento de Ingeniería de Sistemas Computacionales y Automatización del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM, señala que un buen parámetro para conocer hacia dónde se dirigen las apuestas de las  variadas ramas que confluyen en el desarrollo de la robótica son los foros internacionales.

“Actualmente se han generado muchos foros enfocados a los robots de servicio que van a empezar a ser un boom comercial porque además la humanidad está envejeciendo y las necesidades de esta parte de la población tienen potencial económico. Las necesidades aceleran determinadas áreas de desarrollo”, comenta.

Precisamente este investigador está a cargo de un laboratorio de humanoides en el IIMAS.

“Estamos  haciendo máquinas robóticas que emulan al ser humano con modelos de control, inclusive  fabricando algunas piezas. Tenemos un buen nivel y es un área a la que también se le podría apostar en nuestro país aunque reconociendo la brecha con otros países como el mencionado Japón, donde además los recursos destinados para este tipo de desarrollos son muy amplios”, señala.

Cabe señalar que en el IIMAS se encuentra además el Grupo Golem, un equipo de investigación y desarrollo tecnológico, coordinado por el Doctor Luis A. Pineda, que trabaja entre otras áreas, como  aplicaciones fijas y sistemas de diálogo,en robots de servicio.

La Federación Internacional de Robótica (IFR) los define como los que son capaces de operar semi o totalmente autónomos, para realizar servicios útiles para el bienestar de los seres humanos y equipos, excluyendo las operaciones de fabricación.

“Estamos trabajando muy duro desarrollando humanoides. Pero la robótica también puede abarcar objetos inteligentes que tengan una cuestión mecatrónica y que finalmente también pueden ser denominados robots, una licuadora incluso. Las definiciones van cambiando. Los robots de servicio y humanoides hoy llevan un fuerte grado de autonomía, pues tienen que tomar decisiones. Tienen que tener autonomía de energía, auto localización, den comunicaciones en redes, en trabajos de colaboración” señala Peña Cabrera sobre la variada gama de los llamados robots de servicios.

Uno de los más simples y más vendidos en el mundo es la aspiradora Roomba,  útil en tareas domésticas.

“Para todo aquello que implique tareas repetitivas es posible utilizar una máquina, pero también está la tendencia de utilizarlos para la enseñanza. Depende el grado que le demos de imitación o ‘inteligencia’”.

Para el especialista, el mundo de la robótica es muy amplio.

“Cuando empezó a gestarse el concepto  estaba la idea de reemplazar a trabajadores con un enfoque vinculado con las fábricas y la manufactura. En la era moderna, ya surge el término robot que viene de una palabra checa que significa trabajo. En ese momento el término sigue enfocado al reemplazo de tareas de mano de obra que se puede hacer sobre todo en las fábricas, pero actualmente las posibilidades del término se alimentan de manera muy extensa”, señala al investigador con relación a una disciplina que en su nacimiento sólo estaba enfocada a cuestiones de mecánica, pero hoy se alimenta multidisciplinariamente de áreas como  electrónica, informática,  ingeniería de control, inteligencia artificial e hidráulica, sólo por mencionar algunas.

Nuevas metas

Todo esto da como resultado muchos tipos de robots pero que podrían subdividirse en dos grandes categorías: industriales y de servicio.

La primera parte, al ser también la más antigua en desarrollarse,  es la que que cuenta con un mayor espectro de modelos, empleados casi a su máxima expresión en industrias como la automovilística.

“Está el caso de Nissan,  esta compañía tiene en Japón fabricas completas de ensamble trabajando con manipuladores”, señala.

Peña Cabrera agrega que en México hay mucha inversión de la industria manufacturera de ese tipo, es así que se ha necesitado capacitar a la gente en las universidades para que puedan entender estos procesos, aunque más a nivel operativo y de configuración, que en diseño.

“Países como Japón, Estados Unidos y Alemania nos llevan un gran trecho en el desarrollo de la robótica”, dice el especialista, pero menciona que hay  grupos en nuestro país que prueban nuevas áreas.

El experto explica que antes se mandaba hacer un producto y se necesitaba una inversión muy grande para una producción necesariamente numerosa. Ahora hay celdas de manufactura que se pueden reconfigurar para hacer un menor número de productos.

“Se empieza a utilizar la inteligencia artificial en robots manipuladores para manejar estas máquinas. Aunque hay otros países que nos llevan mucho en el desarrollo de este tipo de robots, a lo que también le está apostando México mediante las  universidades, en la parte de generación del conocimiento; ya través de las empresas, para hacerlo tangible, es en la realización de software”.

Precisamente el doctor Raúl Rojas, especialista en inteligencia artificial, quien  trabaja en la Universidad libre de Berlín y a quien hemos entrevistado en varias ocasiones para esta sección, señalaba que una de las áreas donde van a suceder los cambios más importantes de este siglo está vinculado precisamente a la llamada fábrica inteligente del futuro, la producción industrial 4.0 que consiste en manufacturar de manera flexible los productos, como por ejemplo un automóvil al gusto exacto del comprador.

Grandes compañías de la talla de Toyota apuestan a lo grande en investigación en robótica e inteligencia artificial, pero no sólo contemplando  sus posibilidades de desarrollo en el área automotriz, incluida la autonomía de los vehículos, sino precisamente en los robots de servicio.

Hace poco Gil Pratt, el CEO del Instituto de Investigación de Toyota (que por cierto, cuenta con una inversión de más de mil millones de dólares) señaló que pronto tendrán dos nuevos centros de investigación, cada uno muy cerca de dos de las más prestigiadas instituciones de investigación en el área,  como los son el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Stanford. Su apuesta: convertirse en líderes en inteligencia artificial y robótica, y poder proveer  servicios más directos y personalizados a los clientes con robots personalizados de mayor sofisticación.

Para el mundo de la robótica, los  desarrollos de software de los últimos años se han convertido en importantes herramientas para dotar a los robots con capacidades cada vez más similares que las de los humanos. En este sentido, un gran avance ha sido el llamado aprendizaje profundo, que depende de la simulación de grandes redes de neuronas virtuales capaces de  reconocer patrones abstractos.

En este sentido, recientemente la revista Science también dio a conocer otro avance en este campo con una investigación encabezada por Joshua Tenenbaum, profesor del Departamento de Ciencias Cerebrales y Cognitivas del MIT; Brendan Lake, de la Universidad de Nueva York y Ruslan Salakhutdinov, de la Universidad de Toronto, que por medio de programación probabilística logran que  las computadoras pueden “aprender” tareas de la misma forma en que lo hace los adultos.

A tal grado ha crecido este tipo de desarrollos que los expertos en el ramo han proclamado el nacimiento de un nuevo mercado que es precisamente de la generación de nuevas formas de aprendizaje para las máquinas, lo que finalmente les llevaría a tener una auténtica autonomía.

Numerosas start-ups están en la mira de monstruos de la inteligencia artificial tipo Google que saben que la optimización de la inteligencia artificial está precisamente en esta área e incluso algunos especialistas  le apuestan a este tipo de tecnología para solucionar  problemáticas  de mayor complejidad de la humanidad,  como el cambio climático y la seguridad alimentaria.

Pero antes de que las ambiciones pierdan proporción, Peña Cabrera recomienda empezar por lo básico para aspirar a algo más grande, como empezar a reforzar la parte conceptual de la robótica desde la educación básica. Esto  para que las nuevas generaciones, además de estar familiarizados con diferentes tipos de robots, principalmente en aspectos lúdicos, como lo están ahora, inicien en terreno firme en la parte de la conceptualización de la robótica.

kal

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