La reciente aparición de Kepler 452b desató un repentino interés por parte de la comunidad no aficionada a la astronomía. En especial por la importancia que representa el descubrimiento de un exoplaneta con características orbitales y también dimensionales muy similares a la Tierra.

Para muchos, el anuncio de los científicos de la NASA vino acompañado de una pregunta fundamental para entender este tipo de misiones espaciales: ¿qué es un exoplaneta?

El astrofísico Marcelo Almeida comenta que un exoplaneta es un cuerpo celeste que cumple con los tres postulados de la Unión Astronómica Internacional.

El primero es que orbita alrededor de una estrella. El segundo, que posee una masa suficiente que le otorga una gravedad, lo cual le da una forma hidrostática (de forma esférica). Finalmente, que en su órbita haya despejado a otros cuerpos para así trazar una especie de ruta limpia.

El astrofísico ecuatoriano resalta además un detalle en particular: el término exoplaneta es el camino corto para referirnos a un planeta extrasolar.

Los primeros descubrimientos se dieron en 1995, cuando los científicos Michel Mayor y Didier Queloz publicaron en la revista especializada Nature un artículo en torno al planeta 51 Pegasi b, ubicado a una distancia aproximada de la Tierra de 50 años luz.

Una de las sorpresas con la que se encontraron los investigadores fue que este cuerpo tarda tan solo cuatro días en orbitar su estrella, por lo que la temperatura de su superficie excede los 1 000 °C. Sin embargo, el físico ecuatoriano Fernando Paredes comenta que la aparición de 51 Pegasi b tan solo fue la confirmación de una antigua hipótesis ya formulada durante la época medieval.

El físico, matemático, astrónomo y poeta italiano Giordano Bruno postuló en su libro Del universo infinito y los mundos, publicado en 1584, que en un universo infinito como el nuestro debían existir otros mundos similares a la Tierra.

Esto le provocó el rechazo de la alta jerarquía de la Iglesia, por lo que fue condenado a la hoguera por hereje ya que promovía teorías en las que el Sol era simplemente una estrella más del espacio. ¿Pero por qué tardó más de cuatro siglos la confirmación de las ideas de Bruno?

Paredes explica que el desarrollo de la espectroscopia de alta precisión permitió hacer estudios más precisos sobre los que pasaba en las afueras del Sistema Solar. El proceso era simple: no se necesitaba ubicar el rastro de los planetas sino ver cómo estos influían gravitacionalmente a sus estrellas.

Las primeras investigaciones en este campo arrojaron datos sobre la existencia de los llamados ‘jupiteres calientes’. Estos son planetas gaseosos cuyas dimensiones y composición son similares a las de Júpiter pero que se orbitan muy próximos a las estrellas que los acogen.

Con el paso de los años, los telescopios terrestres, así como los satélites que se encuentran alrededor de la Tierra, han logrado capturar la presencia de otros cuerpos similares, pero con una composición superficial que posiblemente sea rocosa o de otra índole.

Hasta el momento, la NASA ya tiene confirmados mil 30 cuerpos.

Kepler 22b: Este es el primer planeta que se encontró en una zona habitable, por lo que en su superficie podría haber agua.

Kepler 69c:  Es una supertierra, con un tamaño de 1,54 veces que nuestro planeta, al cual es similar en temperatura.

Kepler 452b:  Es un exoplaneta hallado por la NASA a finales de julio de este año. Se encuentra mil 400 años luz de distancia.

Kepler 62f:  ​ Su superficie registra temperaturas a - 32 °C. Fue descubierto en 2013 por la misión Kepler.

Kepler 186f:  Es un planeta cuya órbita, con respecto a su estrella, es similar a la que tiene Marte con relación al Sol.

Tierra:  Tiene 4 mil 470 millones de años, por lo que lo convierte en un cuerpo relativamente joven en el universo.

kal

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