El universo está plagado de cientos de miles de millones de objetos en distancias enormes dominadas por una de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza: la gravedad.

La atracción entre pequeños trozos de materia da lugar a la formación de estrellas y planetas, en procesos que pueden tardar millones de años. Las estrellas nacen de nubes de gas y de polvo que comienza a acumular material en un punto, que va creciendo en tamaño. Dependiendo de la masa que se congrega, la estrella que se forma puede ser pequeña como nuestro Sol o más grande.

En ambos casos la forma que se genera es la de una esfera y esto no es casualidad. La forma más óptima para concentrar materia alrededor de un punto (centro gravitatorio) es una esfera, estando así lo más cerca posible del centro y distribuida homogéneamente alrededor de este. El proceso recibe el nombre de ajuste isostático.

Una vez formadas, las estrellas comienzan a luchar por mantener su forma esférica. Esto se da entre dos fuerzas: la gravedad, que trata de comprimir la estrella hacia su centro, y la fuerza generada por la presión interna (producto de la energía que se libera en su interior por fusión nuclear) que intenta expandir el sistema. Algo similar a lo que sucede en los neumáticos, que soportan el peso de un carro gracias a la presión del gas en su interior.

Los planetas se forman de igual manera por la acumulación de material, en este caso escombros, rocas y polvo que se encuentran en un sistema solar primitivo. La forma que tienen los planetas es también esférica, aunque un poco achatada debido a la rotación.

Imaginemos que comenzamos a construir una montaña. Una tras otra vamos acumulando rocas y tierra, y nos preguntamos inevitablemente: ¿Qué altura podrá alcanzar? Nos damos cuenta entonces que entre mayor altura es más difícil que se mantenga en pie. La montaña se derrumba cuando su peso supera la fuerza de cohesión del material.

Esto depende, sin embargo, del planeta en donde hacemos el experimento. El monte Olimpo en Marte tiene tres veces la altura del Everest, pero dado que el planeta rojo es más pequeño que la Tierra, el peso del Olimpo es menor que si estuviera sobre nuestro planeta. Por ello, una irregularidad posible en un asteroide no lo será así en la Tierra.

Los asteroides pequeños son completamente irregulares y entre más grandes más esféricos serán. Cuando un cuerpo rocoso supera los 900 kilómetros de diámetro, su forma será esférica, una de las más comunes en todo el universo.

kal

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