La multinacional Syngenta, productora de semillas transgénicas y agroquímicos, asegura que no hay ningún caso comprobado de daños generados por sus productos ni México ni a escala global, a pesar de las críticas y denuncias de organismos sociales que acusan a sus semillas y pesticidas de provocar cáncer u otro tipo de enfermedades, explica Javier Valdés, director general del corporativo en el país.

“No existe ningún registro en el mundo científico que [los transgénicos] hacen mal para la salud, en México esta tecnología tiene más de 20 años e importamos más de 10 millones de toneladas de maíz y no existe evidencia de que el producto haga daño. Incluso en Cuba se siembran transgénicos, es un factor de competitividad para el agricultor mexicano”, afirma.

Syngenta es una empresa de origen suizo que tiene 300 colaboradores en el territorio mexicano.

A escala global cotiza en las bolsas de valores de Nueva York y Zúrich, donde reportó ingresos por 12 mil 800 millones de dólares durante el año pasado, equivalente a una disminución de 2% a tipo de cambio constante en comparación con 2015, y 4% en términos de volumen.

“Nuestros productos fueron diseñados para usarse de cierta forma en los cultivos, cuando se usan de forma correcta, no existe riesgo para la salud. Usándolo correctamente, con las indicaciones que vienen en las etiquetas, no existe un riesgo para el ser humano, tampoco para el medio ambiente y antes de liberar una molécula se llevan 10 años de investigación”, indica.

Pese a las declaraciones del directivo, 100 organizaciones no gubernamentales (ONGs) publicaron el año pasado un informe para denunciar a empresas como Syngenta, Monsanto, Bimbo y Goldcorp de violar derechos humanos y afectar la salud de agricultores por el uso de agroquímicos “altamente tóxicos”, los cuales provocaban cáncer.

La respuesta de Javier Valdés sobre las denuncias de las ONG’s se enfoca en las inversiones de la empresa en investigación y desarrollo, así como en el aumento en los montos en los últimos años.

“Cada día se hacen más investigaciones, más estudios sobre el producto antes de lanzarse al mercado. En los últimos 10 años, el costo de la investigación prácticamente ha subido 55% para descubrir una molécula, podemos decir que antes costaba 180 millones de dólares y actualmente cuesta alrededor de 280 millones”, explica.

Sobre las acusaciones de abuso de parte de multinacionales contra los agricultores para obligarlos a elegir sus productos o manipular las consultas en comunidades indígenas en colusión con las autoridades, Valdés comenta que Syngenta intenta brindar capacitaciones e informar a los productores para que hagan una elección con conocimientos.

“Nosotros lanzamos productos que cumplen con la normatividad, somos muy respetuosos de éstas; también entrenamos a los agricultores en conocer las tecnologías y demostrarlo en sus parcelas. Finalmente, es una decisión del agricultor más que de la compañía, después de demostrar los beneficios.

“Existe todo un protocolo de investigación, antes de liberar un producto al mercado se analiza que no haya un impacto al ambiente, a la salud, que respete el ecosistema donde se está produciendo y todo esto lleva un proceso de investigación, nosotros tardamos entre 10 y 11 años en estudios de toxicología, ambiente o salud para el usuario”, reitera.

El directivo no especifica si la empresa tenía elementos o protocolos internos para atender denuncias de un caso negativo o efectos secundarios causados por sus semillas, ni tampoco habló sobre estrategias para evitar abusos contra las poblaciones indígenas o prevenir actos de corrupción con las autoridades.

Hoy en México casi 100% de los cultivos de algodón utilizan semillas transgénicas y en el caso de la soya está permitido su uso en ciertas zonas del país. El cultivo de maíz genéticamente modificado no está permitido en la actualidad en territorio mexicano; sin embargo, el país importa este alimento de países como Estados Unidos, donde se usan este tipo de semillas,

“[Los transgénicos] son un factor de competitividad para el agricultor mexicano, puede ayudar a ser más conveniente el cultivo en términos de costos y lo estamos dejando sin una herramienta disponible en el mercado. En la zona norte de México no existen muchas razas nativas, entonces no hay riesgo de contaminación”, manifesta.

Adquisiciones

Hacia adelante, Syngenta ve oportunidades de mejorar la tecnología relacionada con semillas y agroquímicos por los vínculos con Estados Unidos, en medio de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), pero además las perspectivas para México también son positivas en temas de crecimiento.

Javier Valdés adelanta que Syngenta también planea fusiones y adquisiciones para convertirse en el segundo jugador en el mercado de semillas tanto en México como en el mundo, además busca mantener un crecimiento superior a la industria mexicana, que de manera histórica ronda 2% anual, aunque en últimos años fue afectado por el tipo de cambio.

“Viene crecimiento, México está pasando de la doceava a la onceava posición mundial en la producción de alimentos. El año pasado como país exportamos más de 29 mil millones de dólares en productos agropecuarios, eso significa que México es uno de los actores clave de la producción de alimentos en el mundo”, afirma.

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