Madrid.— Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía mundial registrará un crecimiento del 3.3% en 2015 —algo inferior al del año pasado—, y del 3.8% en 2016, ejercicio en el que el desarrollo se fortalecerá. Estas previsiones vienen acompañadas por un presumible repunte gradual de las economías avanzadas —amparadas en condiciones financieras favorables, una orientación más neutral de la política fiscal en la zona del euro, así como la caída de los precios de los combustibles y el afianzamiento de la confianza y las condiciones del mercado laboral—, y una desaceleración de los mercados emergentes y en desarrollo, arrastrados por la caída de los precios de las materias primas y el empeoramiento de las condiciones financieras externas.

En esa dinámica económica, y aunque, como admiten los expertos, las previsiones siempre son falibles y la historia de los inversionistas en la industria del agua resulta decepcionante, ese mercado se perfila como uno de los protagonistas de la inversión hasta, al menos, 2018. Así lo afirma Christopher Gasson, analista de Global Water Intelligence (GWI), para quien a partir de 2016 “el crecimiento en el mercado global del agua puede superar al resto de la economía mundial en los próximos años”.

Los motivos son diversos. Por un lado, el aumento progresivo e imparable de la cuota de agua procedente de transferencias de larga distancia, de la desalinización y la reutilización del recurso, que se calcula subirá de manera global del 1.8% de 2011 al 5.7% en 2030, y, por otro, el costo marginal creciente del agua y el obligado gasto en desarrollo de nuevos recursos hídricos, que según GWI crecerá 8.2% hasta 2018.

Pero, además, las economías avanzadas no pueden posponer mucho tiempo más las inversiones en recogida de aguas residuales y tratamiento y gestión de lodos, que han sido hasta ahora las necesidades olvidadas de la vida urbana. De hecho, se calcula que en los próximos cinco años los gastos de capital en infraestructuras de aguas residuales superarán a los de sistemas de agua potable. Así, en el mundo desarrollado la mayor parte del gasto se centrará en corregir el alcantarillado combinado y en la gestión de lodos. Y en el mundo en desarrollo las partidas de gastos más importantes se destinarán a construir redes de alcantarillado y plantas de tratamiento.

Cada mercado a su ritmo. Las previsiones apuntan a que el gasto en agua de los usuarios industriales crecerá más rápidamente que el del sector del agua municipal. Y esto no será así simplemente por el deterioro de las arcas públicas —que tardarán más en recuperarse—, sino por las presiones adicionales que afectan a los usuarios de agua industriales, como las regulaciones más estrictas sobre vertidos y la creciente obligación para el tratamiento y la recuperación de las materias primas y demás elementos —incluida el agua— que utilizan en sus procesos. Pero, además, la gestión de marca y la responsabilidad social de las empresas, que son también un importante catalizador para el gasto, están impulsando una mayor inversión en tecnologías de uso eficiente del agua.

Cada mercado reacciona y se mueve de manera diversa y así, por ejemplo, en el estadounidense mejoran las perspectivas a corto plazo y se prevé que los proyectos de aguas residuales sean el mayor impulsor del crecimiento del sector en los próximos cinco años, ya que los estados siguen esforzándose para mejorar sus envejecidos sistemas de alcantarillado.

Los analistas vaticinan, además, oportunidades de oro para las empresas que combaten el agravamiento de la sequía en California, tanto en la desalinización como la reutilización de aguas residuales. Y como las finanzas municipales continúan debilitadas, requerirán financiación de los gobiernos estatales y de fuentes alternativas para afrontar estos desafíos.

El mercado europeo del agua aún padece una falta general de inversión, pero hay oportunidades en algunos países, como Reino Unido —especialmente Inglaterra y Gales, con nueva normativa— y Alemania, obligada a invertir en el mantenimiento de sus viejas redes de agua. La directiva sobre tratamiento de aguas residuales urbanas impulsará también, en opinión de los consultores de GWI, las inversiones en agua del Viejo Continente.

El panorama es más pesimista en la región de América Latina, a la luz de los problemas que afectan a la inversión en varios mercados, como el rechazo del proyecto de Ley de Agua en México que, de prosperar, habría contribuido a garantizar la sostenibilidad financiera del país. Como contrapunto está Perú, país que se estima gastará en el sector del agua unos 4 mil 300 millones de dólares entre 2015 y 2019, centrándose sobre todo en infraestructuras y tratamiento de aguas residuales.

Guerra a la contaminación. Aunque la conclusión del Proyecto de Transferencia de Agua Sur-Norte provocará una fuerte caída de las inversiones en el desarrollo de recursos hídricos en China —se calcula un descenso de hasta 75% en 2018, excluyendo la desalinización—, el interés gubernamental por la sostenibilidad y la protección del medio ambiente requerirá de inversiones en el sector industrial. La llamada guerra contra la contaminación impulsada por Pekín exige que todos los parques industriales sean atendidos por sistemas de tratamiento de agua centralizados, amenaza con cerrar las instalaciones que no cumplan y obliga a las empresas a mejorar sus instalaciones. La inversión en el tratamiento de aguas residuales industriales, que ha caído de forma generalizada en el gigante asiático desde 2008, mostrará un crecimiento sustancial en los próximos cinco años —GWI se atreve a pronosticar un aumento de 81% en este capítulo— gracias a los planes de la administración para mejorar este servicio en las ciudades pequeñas.

En India hay grandes planes para el tratamiento de aguas residuales. El Plan Marco de Gestión del río Ganges contempla la reutilización del 100% de las aguas residuales municipales, e incluye programas cuya meta es incrementar el acceso a servicios de saneamiento y mejorar el tratamiento de aguas residuales. Así, se prevé que el país doble su inversión en infraestructura de agua y aguas residuales de aquí a 2018. También en el horizonte está la Misión de Ciudades Inteligentes, una oportunidad para el desarrollo de redes de agua de última generación.

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