Hay una realidad en el mundo laboral que cada vez se recrudece: Las personas trabajan cada vez más cansadas, estresadas, fatigadas e incluso agotadas. Y de esto, una gran parte de la culpa recae en las organizaciones. Al extremo en el que los trabajadores caen se le ha denominado síndrome de burnout, un padecimiento al que se le ha estudiado por varias décadas y que se puede entender como un estado de “exhaustividad física, emocional y mental” que es resultado de estar envuelto en situaciones “emocionalmente demandantes”, explica la Organización Mundial del Trabajo. Cuando los trabajadores llegan a este punto, se sienten tristes, desmotivados, cansados, deprimidos, apáticos, irritables, aislados y con dolores en el cuerpo a causa de la exposición al estrés.

En México, se calcula que este síndrome aqueja a más de 40% de los trabajadores —según cifras de la UNAM— y generalmente se suele detectar ya en etapas muy avanzadas, lo cual genera consecuencias a todos los niveles, tanto físico, psicológico y emocional, explica un texto de la Universidad.

El problema no es exclusivo del país, sino que también otros países como Estados Unidos lo sufren. Y estudios y especialistas apuntan a un culpable: Las empresas en las que trabajan.

“Las organizaciones ‘queman y agitan’ el talento, haciendo que sea difícil construir una fuerza laboral comprometida”, dice el estudio Corriendo con el tanque vacío: Ayudando a su fuerza laboral calificada a evitar el agotamiento, realizado por Kronos y Future Workplace.

Hay muchas formas en las que las políticas de las compañías pueden llevar a sus empleados al agotamiento. En el caso de México, las malas condiciones laborales son, entre otras causas, las principales responsables.

“La cultura organizacional en México obliga a los empleados a trabajar durante largas horas y a aceptar trabajos con poca seguridad y sin beneficios para la salud”, señala el estudio Engagement y síndrome de desgaste ocupacional: Su relación con la socialización organizacional y resiliencia psicológica, realizado por Erika Villavicencio-Ayub y otros especialistas en salud ocupacional de la UNAM y publicado en el Journal of Behavior, Health and Social Issues.

Tener demasiado trabajo y muy poco salario es un problema, pero también lo es una compensación injusta, las cargas de trabajo irrazonables y demasiado trabajo fuera de horario. Éstos fueron los tres factores principales que contribuyen al agotamiento, de acuerdo con el análisis de Kronos. Y este tipo de situaciones, se encuentran en manos de las empresas, y en el caso de las más grandes, de los departamentos de recursos humanos.

¿Qué es? “Es un funcionamiento mental y físico reducido, provocado por falta de sueño y cansancio y esto está causado por demasiadas horas laborales, turnos nocturnos, y esto genera accidentes, lesiones y riesgos, además de errores en la toma de decisiones”, explica Jaime Cardoso, director de marketing de Kronos Latinoamérica. Si las personas están cansadas, pueden girar instrucciones erróneas o tomar decisiones que perjudiquen a la empresa, por poner sólo un ejemplo de cómo se afectan las empresas.

Cabe señalar la diferencia entre fatiga y agotamiento. Mientras que la primera es una cuestión de menor plazo y que puede curarse con tiempo adicional de descanso o con un cambio de rutina; la segunda es a largo plazo —es el llamado burnout— y puede hacer que quienes lo sufren se sientan “al borde de la desesperación”, según explica el estudio de Kronos. El que es realmente un problema es el agotamiento.

Las empresas pierden

Además de lo sufrido por los trabajadores, el agotamiento genera pérdidas en las organizaciones. La consecuencia más directa es la rotación de personal, la cual a su vez cuesta y cuesta mucho a las empresas. Pero ésta no es la única consecuencia de este padecimiento, sino que también genera ausentismo, falta de buenas relaciones laborales, y algo a lo que se le ha llamado despersonalización.

Ésta última se refiere a la irritabilidad, las actitudes negativas y a las respuestas frías e impersonales hacia las personas —ya sean clientes, pacientes o alumnos, por ejemplo—, según señala el estudio realizado por la UNAM. “Puede ser considerada como el desarrollo de sentimientos negativos, y de actitudes y sentimientos de cinismo hacia las personas destinatarias del trabajo”, sostiene este análisis.

En particular, cada industria puede ver afectada de distinta manera su dinámica. Por ejemplo, una enfermera o un doctor que lleva más de 24 horas trabajando puede poner en riesgo la salud del paciente e incluso la propia. O un chofer que se queda dormido y ocasiona un accidente por no descansar lo suficiente. En restaurantes genera un mal servicio al cliente. Así, en cada industria este agotamiento genera estragos en distinta medida y riesgo tanto para los empleados como para quienes los rodean.

Hay ramos en las que este tipo de situaciones están controladas debido a estrictos protocolos, como por ejemplo, la aviación, pero en realidad son los menos, explica Jaime.

“Esto afecta a varias industrias, y en México lo estamos viviendo y lo vemos diariamente, y todo esto se provoca porque no hay una buena administración de las horas que está laborando la gente, el tiempo extra no se planifica o hay cargas laborales desbalanceadas, por mencionar algunas afectaciones”, explica Cardoso.

Esta fatiga y agotamiento afecta el compromiso de los empleados, pero el que las organizaciones ofrezcan herramientas que les permitan flexibilizar sus horarios, hace que esta situación mejore de forma sustancial.

Según el estudio de Kronos, las empresas que le ofrecieron a sus empleados la posibilidad de intercambiar turnos, sin importar el segmento de la industria, fueron 55% más propensos a tener niveles de compromiso de empleados mayor al promedio de la industria y 53% a tener una rotación igualmente menor al promedio.

Trabajando bajo malas condiciones

En México, las condiciones laborales distan de ser ni siquiera las del promedio. Nuestro salario mínimo es de los peores en América Latina e incluso la UNAM lo ha calificado como “un crimen contra el pueblo mexicano”, porque éste no alcanza ni para comprar la canasta básica, es decir, a quienes ganan este salario no les alcanza para comer.

Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo elaborada por el Inegi, casi la mitad de la población ocupada en el país sólo gana hasta dos salarios mínimos, es decir, menos de 5 mil pesos al mes, lo cual se refleja en la pobreza que cada vez crece más en el país. Hoy se crean más empleos mal pagados y aquellos con mayores ingresos son los que han disminuido más en lo que va del sexenio.

Además, junto con Costa Rica, Corea y Grecia, México es de los países que más trabaja, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Los mexicanos en promedio laboraron 2 mil 246 horas, mientras que los alemanes lo hicieron mil 371. Para entender la dimensión: Nosotros trabajamos poco más de cinco meses más que ellos (si se consideran jornadas laborales semanales de 40 horas). Cinco meses en los que trabajamos mucho y no producimos lo pertinente, pero sí sacrificamos horas de esparcimiento con la familia y sobre todo, de descanso y recuperación.

La productividad se ve afectada por una baja educación, salarios bajos y empleos precarios que no proveen oportunidades de capacitación para los empleados, señala un informe de la OCDE. Es necesario mejorar esta situación porque es necesario que las perspectivas de bienestar y crecimiento de la población aumenten.

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