Con esta frase suele darse por terminado cualquier intento de que una conversación familiar derive en temas de dinero. Esta regla de “etiqueta social”, contribuye a alejar del seno familiar la discusión de asuntos financieros, sin que quede claro por qué hablar de dinero en casa es ajeno a las buenas maneras.

Lo cierto es que hoy en día un elevado porcentaje de la población en México (y en el mundo), carece de las competencias financieras mínimas para afrontar las decisiones que en esta materia se presentan a lo largo de la vida.

De acuerdo con datos de una encuesta sobre educación financiera efectuada por Standard&Poor´s (Financial Literacy Around the World), sólo uno de cada tres adultos en el mundo tiene un nivel de compresión satisfactoria de conceptos básicos de finanzas. En el caso de México el porcentaje de la población con estas capacidades es de 32%.

Pero ¿cuáles son los conocimientos que tenemos que desarrollar para ser considerados financieramente competentes? A decir del estudio se requiere entender de manera satisfactoria al menos tres de los siguientes cuatro conceptos: 1) Tasa de interés, 2) interés compuesto, 3) inflación y 4) diversificación de riesgo. Visto de manera conceptual, se trata de que los individuos podamos entender con claridad el valor del dinero en el tiempo, la manera en que este valor se modifica con el proceso de acumulación y cómo debemos cuidar nuestro dinero contra dos de los principales riesgos financieros que existen: la inflación y la concentración del patrimonio en pocas
alternativas.

Preparar individuos financieramente competentes es una tarea cuya importancia ha venido creciendo en nuestro país. Durante los últimos años, diversos esfuerzos gubernamentales se han orientado a la inclusión financiera de grandes segmentos de la población, pues no hay duda de los beneficios que este tipo de acciones tienen sobre la seguridad patrimonial de las personas.

Uno de los ejemplos de inclusión financiera de grandes segmentos de la población, es la apertura de cuentas individuales de ahorro para el retiro en el SAR. Actualmente, 53 millones de personas tienen una de estas cuentas, con las prerrogativas de ahorro obligatorio y voluntario que ello significa.

Pero con la inclusión financiera también surgen nuevas responsabilidades individuales. Siguiendo con las cuentas en el SAR, estas implican para las personas la necesidad de entender y decidir temas tales como rendimientos, aportaciones, pensiones esperadas y portafolios de inversión por mencionar algunos de los conceptos más relevantes para construir una mejor pensión.

Pero, ¿de quién y cómo estamos aprendiendo a ahorrar los mexicanos? De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2015 efectuada por el Inegi y la CNBV, el 66.2% de la población reconoce que le enseñaron a ahorrar de pequeños. El 90.4% mencionó que fueron sus padres quienes les dieron este tipo de instrucción y al preguntárseles cómo fue que se les enseñó a ahorrar, el 59.2% mencionó que utilizando una alcancía, 28.5% dijo que “hablándoles de la importancia del ahorro”.

En México al igual que en el resto del mundo tenemos un gran camino por recorrer para contar con una población que tenga competencias financieras para la vida.

Formar estos conocimientos es cada vez más urgente pues en la medida que la inclusión financiera avanza, los individuos deberán decidir de manera activa sobre cómo maximizar el crecimiento de su ahorro y/o como hacer un manejo adecuado de su capacidad crediticia.

El centro de formación de los hábitos financieros parece ser el hogar, así que ya sabe lejos de ser de mal gusto, cuidar la salud financiera de su casa y preparar a los suyos para tomar mejores decisiones en la vida, es un acto de protección, compromiso y amor. La próxima vez que salga el tema en la mesa sugiero fomentar la discusión y ver como los buenos hábitos familiares se fortalecen.

Director general de Afore XXI Banorte

Twitter: @ tonatiuhxxi

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