Durante los primeros meses del año, la economía nacional tuvo un crecimiento de 2.6% anual, impulsado por el gasto de consumo y por la evolución positiva del salario real; sin embargo, hubo un claro contraste entre dos de los (tradicionales) motores del crecimiento, las exportaciones manufactureras y la evolución del sector servicios: el primero decreció, también en términos anuales; en tanto que el segundo tuvo un desempeño positivo considerable.

El interrogante importante es ¿qué tanto crecerá la economía mexicana en 2016? Punto aparte de la estimación oficial, alrededor de 2.2% – 3.2%, las estimaciones de analistas del sector privado se ubican alrededor de 2.2%, incluyendo la última perspectiva del IMEF, ubicada en 2.3%.

De acuerdo con los análisis al interior del Comité de Estudios Económicos del Grupo IMEF Monterrey, la perspectiva de crecimiento podría ser menor por diversas razones: primera, si no se fortalece la inversión productiva, el gasto de consumo difícilmente se mantendrá por sí solo a mediano plazo; segunda, los recortes presupuestales incidirán en el ritmo del gasto público; tercera, en la medida en que aumenten las tasas de interés internacionales, el servicio de las deudas foráneas, tanto privadas como gubernamentales, se incrementará reduciendo márgenes de utilidades de las empresas y gasto público discrecional; cuarta, la depreciación del peso hará más onerosa, también, la posición de entidades mexicanas con pasivos en dólares.

El panorama internacional, por otra parte, difícilmente contribuirá a mejorar las probabilidades de crecimiento de la economía nacional en 2016: los “commodities” continuarán su ciclo de bajos precios y aún el petróleo mantendrá —si acaso—, una modesta recuperación (es usual que los ciclos de los “commodities” duren de siete a ocho años); China, según la gran mayoría de los analistas, con su transición del modelo exportador al modelo de expansión del consumo interno, mostrará un crecimiento de 5%-6% en éste y los años próximos (si no es que menor), manteniendo la desaceleración de la economía global. La Unión Europea, todavía luchando contra las tendencias recesivas, enfrenta —por lo pronto— la amenaza del Brexit, si bien parece ser que —pero no por mucho,— la opción de permanencia supera a la salida.

Además, está el tópico de la economía norteamericana. Hay señales de que podría mejorar su ritmo de crecimiento en lo que resta del año —por lo menos hacia ello apunta la recuperación del mercado de trabajo y el gasto de consumo—, pero las manufacturas, en general, continúan mostrando considerable debilidad y la productividad laboral sigue prácticamente estancada, limitando las posibilidades de expansión sostenida. En ese contexto, muy pronto la Fed deberá decidir si eleva o no la tasa de fondos federales en junio. Al respecto, el mercado de futuros indica que se ha elevado la probabilidad de que lo haga, aunque el riesgo es elevado: si la Fed se equivoca, contribuirá a deprimir el crecimiento económico de EUA.

En general, la economía global no ofrece grandes perspectivas. Para crecer, necesitamos —por lo pronto—, recurrir a nuestros medios, es decir, a fortalecer el mercado interno; pero para ello es preciso alentar —yo diría que a toda costa—, la inversión productiva y de ese modo elevar la productividad laboral. Es bien conocido que en materia de productividad, México dista de destacar entre otras naciones. En el último trimestre de 2015, el Índice Global de la Productividad Laboral de la Economía, con base en horas trabajadas, disminuyó 0.9% en términos anuales. En particular, en las actividades secundarias (que incluyen las manufacturas), el índice aludido se redujo 4.0%.

Sin aumentos sostenidos en la productividad, la evolución de los salarios reales a mediano plazo, y la mejoría en las condiciones de vida, serán precarias. Lo mismo vale para las empresas: sin productividad, el tamaño del mercado termina por estancarse y decrecer, mermando las utilidades y abatiendo las expectativas de inversión productiva.

Los retos no son fáciles. Decir que tenemos muchos es un lugar común, tan común que —tal vez—, nos estamos acostumbrando a vivir con ellos sin prestarles la debida atención. No debemos tolerar esta actitud o los años pasarán dejándonos atrás.

Presidente del Comité de Estudios Económicos del Grupo IMEF Monterrey
E-mail: gerardoj.cruz@gmail.com

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