Es notorio el auge de la inversión en construcción y en la exportación automotriz, así como el crecimiento de las ventas en tiendas departamentales, pero con impacto en el crecimiento económico muy diferente.

El efecto multiplicador del dinero trabaja con mayor repetitividad en la manufactura, que en los servicios o en el comercio. Es la aritmética que mide el efecto de cascada entre proveedores de una cadena productiva. Lo anterior se puede explicar de la siguiente manera:

Asumimos que las empresas tienen un margen de utilidad de 10%. Ahora, considerando la edificación de una casa, anotamos nueve pasos: la constructora compra a la fábrica de cemento, ésta a los fabricantes de sacos para los bultos, éstos a los fabricantes de papel, ellos a proveedores de madera y celulosa, éstos a silvicultores, quienes pagan cultivadores, fertilizantes, agua y electricidad.

Si sólo fueran estos nueve pasos, con el margen de ganancia de 10% guardado en el banco, por cada 100 pesos de obra facturada, habrían circulado por las manos de la cadena productiva 618.58 pesos y además habría 61.26 pesos ahorrados en los bancos, listos para prestarse a otro constructor e iniciar otra obra.

Una vez concluido el proceso, ahora el inversionista que compra la casa, tendrá un inmueble para rentarlo, su capital se transformó en un bien raíz. La renta pagará quizá un 2% del valor anual y ganará por la plusvalía del inmueble. Así es, y nada más.

Antes de pensar en la manufactura, aclaro que no es lo mismo el 10% de los primeros 100 pesos, que el 10% de la última fracción en el cobro del último proveedor. Para entender: el paso dos cobra 90 pesos, el paso tres 81, el cuarto 72.90 que es 81x90, y así sucesivamente. En el paso nueve se cobran 43.05 pesos, gana 4.3 pesos, no los diez pesos del primero, que fue el constructor.

En la manufactura, podría ser el fabricante de automóviles, dueño de la marca. Es de suponerse que éste aprieta los márgenes para cobrar por la marca y así no todos ganan el 10%, ni todos los componentes cuestan igual. Sin embargo, dada la tecnología involucrada, su cadena productiva no tiene los nueve pasos de la construcción, es mucho más larga y, con personas más tecnificadas.

Cuando volteamos a ver la rama económica del comercio, el trabajo de la tienda agrega valor por el surtido seleccionado y la comodidad de tener mercancía variada en un solo lugar, pero su cadena de integración es de menos pasos. Es semejante a los de los servicios, la peluquería, el procesamiento de nómina o el de cobranza. Su efecto multiplicador de la inversión es significativamente menor porque son cadenas cortas.

En el informe del Censo Económico del Inegi, publicado el año pasado, se reporta que en manufactura trabaja 23% de la población ocupada y produce 29% del valor agregado del país. Podríamos construir un índice dividiendo el porcentaje del valor entre el porcentaje de la población, siendo el resultado un múltiplo de 1.234 veces.

Ahora contrastemos: en servicios, sin incluir financieros, trabaja 35.8% de la población, pero produce el 19.6% del valor agregado, su múltiplo sería de 0.547; el del comercio es de 0.524, porque ocupa al 29.6% del personal y produce 15.5 del valor. ¿Y del ejemplo de la construcción? Ocupa al 2.6% y produce 1.8%, resultando tener un índice de 0.692.

Hablando de salarios, con datos de Productividad del propio Inegi, un trabajador con educación alta, equivalente a preparatoria terminada y al menos un año de carrera hasta posgrado, gana en el sector comercio 9 mil 149 pesos al mes; con educación media (secundaria terminada), 6 mil 652 pesos y los de educación baja cobran en promedio 3 mil 064.

En un ejercicio de comparación, la educación alta paga en minería e industrias metálicas 81 mil 92 pesos, esa rama económica tiene este mismo múltiplo en ¡21 veces! El de educación media gana 25 mil 512 pesos y con baja 10 mil 478 al mes.

Hay más ejemplos, dos son referidos al crecimiento de productividad en telecomunicaciones e información en medios masivos, donde ha aumentado en promedio anual durante los últimos veinte años en 4.6% y 2.7% respectivamente. Su valor de su producción ha crecido en 10.8% y 8.5%, cada año. Calcule usted el efecto a interés compuesto. El resultado es muy diferente a la inversión inmobiliaria, por eso suelen decir que vivir de las rentas es “negocio de viudas”.

Invertir en la industria es un reto, pero vale la pena. Sus rendimientos son sustancialmente mayores, el impacto en las cadenas productivas tiene más efecto multiplicador y el resultado final, el dividendo, es para quien invierte. Hagamos de México un país que cobra e industrializa sus dividendos, con gran efecto multiplicador de la inversión.

Presidente del Comité Técnico Nacional de Competitividad del IMEF.
E-mail: camtmann@vencom.com.mx

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