Asociar la palabra “deuda” a un mal rato o a un error financiero no es nada raro. De hecho, quizá sea lo más común que todos hacemos, pero, ¿qué pasaría si la deuda en vez de situaciones negativas y angustia trajera crecimiento? Solemos aprender que las deudas son malas, y todo el mundo ruega por salir de ellas.

Sin embargo, es posible pensar en una “deuda buena”. Robert Kiyosaki, el afamado autor de Padre rico y padre pobre y otros best sellers financieros, distingue la “deuda buena” de la “deuda mala” y asegura que mientras la primera te hace rico, la segunda te hace pobre.

Pone un ejemplo: si estás pagando la casa de tus sueños y todos los meses sale de tu bolsillo dinero nada más, es deuda mala, si en cambio tienes esa misma hipoteca pero tienes la casa en renta y cada mes entra a tu cartera el dinero de la renta, esa es deuda buena.

Es decir, que lo que hace que una deuda sea buena es el que no sólo salga sino también siga entrando dinero a tu cartera. Lo mismo pasa con un negocio. El dueño puede endeudarse para pagar la nómina —pésima idea— o para comprar maquinaria o ampliar sucursales, lo cual sería una deuda buena porque le estaría representando ingresos.

“Tienes que poner a trabajar la deuda como si fuera tu dinero, no la puedes usar para gastos que no sean productivos”, explica Ernesto Gómez, director comercial de Finmex, una entidad financiera dedicada a realizar préstamos a la medida para los emprendedores.

¿Qué es una “deuda productiva”? Aquella que te hace generar ingresos (y que eso te ayuda a pagarla) y que te hace crecer. En el caso de los ejemplos anteriores, las sucursales generarán ingresos para tu firma; en el caso de la maquinaria, ésta ampliará tu capacidad productiva. Ambas te generarán un retorno sobre el crédito que pediste.

Ojo: si necesitas pedir dinero prestado para pagar la nómina, algo anda mal en el interior de tu negocio, porque esto debería salir de lo que éste genera.

¿Es la mejor fuente de financiamiento?

Antes de pedir un crédito es necesario que distingas si será adecuado para lo que lo quieres usar. En muchas ocasiones necesitas dinero, pero un préstamo no te sacará de problemas, sino más bien una inyección de capital a través de un inversionista.

El principio para saber si necesitas o no uno es precisamente el que los ingresos de la empresa no sólo se vayan a pagar los intereses, sino que estés generando más ganancias y estés creciendo con la ayuda del préstamo.

“Un emprendedor necesita 100 mil pesos para su página web, por ejemplo. Si bien el sitio le va a dar presencia, no va a generar ingresos, mientras que la deuda genera gastos desde el primer mes de los intereses. Tienes que analizar muy bien si vale la pena, porque no va a generar ingresos y no será productivo”, explica Gómez.

En este caso, por ejemplo, en el del sitio de internet, la opción sería buscar un socio que inyecte capital. Aunque seguramente vas a tener que darle acciones, no te vas a tener que preocupar si no facturas lo suficiente durante cierto lapso, porque él va a estar metiendo dinero a tu empresa durante ese tiempo.

Uno no está peleado con el otro; de hecho, es recomendable combinarlos, pero sí debes tener claro para qué sirven uno y otro para que les puedas sacar todo el provecho.

Una explicación para entender lo benéfico que puede ser la deuda: “En el caso de empresas públicas —aquellas que cotizan en bolsa—, la deuda es incluso una fuente más barata de financiamiento que las acciones”, explica Joe Knight, cofundador del Business Literacy Institute en un texto de la Revista de Negocios de Harvard.

“Mucho del retorno de las acciones está atado a la apreciación del mercado, lo que requiere que una compañía crezca sus ingresos, ganancias y flujo de dinero. Un inversionista típicamente quiere al menos 10% de vuelta debido a estos riesgos, mientras que la deuda puede ser contraída a una tasa menor”, explica.

Ahora sí, un crédito

¿En dónde? Las instituciones más comunes para pedir un préstamo son las bancarias, las cuales, por desgracia, no tienen préstamos hechos como “trajes a la medida”. Lo que ofrecen son productos preestablecidos que quizá no cumplan con tus requerimientos o para los que quizá tú no cumplas los requisitos. Tienes que saber esto para que te hagas fuerte ante las desilusiones. De hecho, la falta de acceso a crédito es el principal problema al que se enfrentan los emprendedores, según el mismo director del Instituto Nacional del Emprendedor, Enrique Jacob Rocha, ha reconocido en varias ocasiones. Sin embargo, no te decepciones. Hay otras instituciones más allá de los bancos que pueden ofrecerte créditos, tanto públicas —como Nacional Financiera— como privadas.

En lo que los especialistas coinciden es en que en México hay dinero para emprender, sólo es cuestión de buscar bien.

Tu capacidad

Antes de pedir el crédito tienes que analizar tu capacidad de pago.

“Tienen que saber cuánto están vendiendo, cuánto les está costando lo que están vendiendo, nómina, rentas, etcétera, y a eso le agregas el gasto financiero, es decir, el pago que tendrás que hacer a la institución financiera. Tienes que restar ingresos menos gastos y ver si te es viable o no”, explica Ernesto.

Este paso antes de contratar es importantísimo porque es muy común que los emprendedores contraten el crédito, se los den y a la mera hora no tengan con qué pagarlo.

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