La economía de América del Norte se ha transformado sustancialmente en los últimos 23 años y es prudente prepararse para un nuevo entorno de competitividad global.

Datos de la OMC a 2015 muestran que el comercio entre los países de la zona escaló en valor hasta arriba de 2.2 trillones de dólares, lo cual representa un vigoroso crecimiento pero que puede ser mejor ante las circunstancias presentes y futuras.

Para lograrlo es necesario fortalecer la estrategia comercial de nuestros países, optimizar las ventajas competitivas y comparativas de nuestros productores y por lo tanto adaptar el TLCAN a la nueva realidad internacional.

Al momento presente, el panorama que tenemos nos muestra un grupo de industrias integradas, una agricultura de grandes diferencias en las capacidades de producción y un profundo despliegue del sector de servicios.

Entre los saldos del TLCAN, México se convirtió en un país de orientación industrial, Canadá fortaleció significativamente su sector terciario y los productores en Estados Unidos forjaron nuevas ventajas competitivas.

Este ha sido un escenario de ganadores y perdedores. Hoy en día puede notarse que Estados Unidos acumuló un considerable déficit comercial ante México (más de 7 mil millones de dólares en marzo de 2016, según el Departamento de Comercio de ese país), así como el hecho de que —como lo destacan reportes del gobierno de Ottawa— las exportaciones de Canadá crecieron en promedio 8% hacia la Unión Americana y México.

En contraste, es notoria la pérdida de ventajas comparativas en algunos productos básicos de México, particularmente por los costos de producción. Por parte de EU se ha mencionado la paulatina transferencia de algunas industrias clave hacia México con un saldo negativo en los empleos del otro lado de la frontera. Finalmente, resalta la creciente necesidad de personas para trabajar en Canadá.

También cambió el poder político en los tres países y ante las especulaciones por parte de la administración Trump de abandonar el TLCAN y otras ocurrencias, los gobiernos de Peña y Trudeau junto a su socio en Washington consintieron sumarse a una próxima y eventual renegociación del acuerdo. Definitivamente, es lo mejor en materia comercial.

Ante este escenario y las expectativas hacia el futuro de la economía de la región pronto se va a delinear un nuevo rostro para adaptar el TLCAN a la nueva realidad económica y geopolítica internacional.

Hacia los años por venir y en sus respectivas estrategias comerciales para procurarse un mejor escenario de intercambio, los tres países requieren ser más competitivos, modernos y productivos. pues las dinámicas de la Cuarta Revolución Industrial ya están incidiendo de manera diferenciada en las economías de Norteamérica y el mundo.

Para México, esto representa garantizar en la eventual renegociación del acuerdo, desarrollar una estrategia que permita una mayor integración industrial y productiva en sectores como el automotriz, aeroespacial, aeronáutico, manufacturero y electrónico, así como en la agricultura. Lo mismo tendrá que atenderse en un creciente comercio de servicios que bien vale la pena considerar que en congruencia con datos de la OMC nuestro país importa más de 40% de los servicios que se requieren.

En este tenor, es prudente apostar —como prioridad— a robustecer la orientación que tiene el valor de contenido regional ya que esto procurará una mayor integración de recursos y materias primas generadas en el territorio nacional y con ello se podrán estimular las cadenas productivas.

Hay otros rubros que deberán mantenerse. A manera ilustrativa, en Canadá persiste un interés en los productos mexicanos de origen agrícola. De acuerdo con datos oficiales del gobierno, la demanda de estos ha llevado a un crecimiento sostenido de 25% en los últimos años lo cual debe seguirse aprovechando.

Finalmente, la ventana que se está abriendo, permite visualizar otros aspectos de interés como el medio ambiente, la solución de controversias, el mercado de trabajo, la economía digital e incluso la energía.

La apuesta de México gira en torno a garantizar el acceso de nuestros productos a los mercados de nuestros socios en las mejores condiciones, siempre con un propósito de fortalecer la posición de los exportadores del país y desarrollar su competitividad. En esta oportunidad que se presenta, las eventuales negociaciones deben procurarnos un escenario de grandes ganancias.

Académico de la Universidad del Valle
de México Campus Querétaro

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