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El acuerdo azucarero que se anunció el martes pasado por los gobiernos de México y Estados Unidos es susceptible de cambiar porque los procedimientos de consulta pública lo permiten, y porque hay una fuerte presión de refinadores del vecino país, coincidieron especialistas.

Durante la mesa de análisis El acuerdo azucarero México-EU, que organizó EL UNIVERSAL, los especialistas en comercio exterior Luz María de la Mora, de LMM Consulting; Francisco de Rosenzweig, socio de White & Case y ex subsecretario de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía, y el director general de Grupo Azucarero del Trópico (GAT), Carlos Seoane, dijeron que fue una decisión acertada porque mantiene el acceso del endulzante mexicano al mercado de EU.

El 6 de junio pasado los dos gobiernos anunciaron modificaciones al acuerdo de 2014, al reducirse la calidad del azúcar mexicana de 53% a 30% para la refinada y subir de 47% a 70% la cruda, además de que se subieron los precios mínimos a los que puede entrar a 23 centavos la cruda y 28 la refinada, por arriba del precio internacional de entre 13 y 16 centavos de dólar la libra.

Seoane aseguró que el acuerdo al que se llegó muestra cómo el gobierno estadounidense protege a su industria, a pesar de que en el caso de los endulzantes se trata prácticamente de un monopolio; sin embargo, “no estamos felices por las restricciones que se impusieron a las exportaciones mexicanas de azúcar y a los embarques, se mantiene el acceso”.

El gran problema es que a los refinadores estadounidenses “no les gusta la competencia mexicana” y van a insistir en que se les proteja más, y seguirán con las acusaciones por una supuesta entrada del azúcar mexicana con prácticas desleales —subsidio y precios por debajo del que realmente tiene en el mercado—, aunque eso no sea cierto, declaró el director general del GAT.

De Rosenzweig afirmó que es muy probable que sigan las presiones para agregar o modificar las condiciones que se pactaron con el gobierno mexicano para que entre el azúcar nacional a Estados Unidos, como sucedió con el acuerdo de 2014.

Ello porque el pacto que en principio se anunció y que no cuenta con el aval de los refinadores estadounidenses entrará en proceso de revisión legal, se deberá publicar en el diario oficial de EU, el Federal Register, y habrá una consulta de 30 días, lo que lleva a pensar que en mes y medio se firmará para que entre en vigor en octubre de 2017, y en tanto seguirá vigente el actual.

De la Mora dijo que en otras ocasiones el gobierno estadounidense modificó acuerdos que aparentemente estaban listos, como pasó con el tratado comercial con Corea del Sur, pero si se hacen cambios al texto que se negoció con México con el que se incrementan los precios mínimos de exportación del azúcar y se mueve el porcentaje de refinación, se pone en riesgo su credibilidad.

Si bien, algunos productores de azúcar y cañeros piden que se les impongan aranceles a la fructosa estadounidense porque acusan que entra por debajo del precio real del mercado, es decir, con dumping, De la Mora dijo que no sería recomendable hacerlo hasta que no se compruebe que hay prácticas desleales como producto de la investigación que lleva a cabo la Unidad de Prácticas Comerciales Internacionales de la Secretaría de Economía. “Hay que ser cuidadosos” al momento de imponer aranceles, dijo.

De Rosenzweig agregó: “Es necesario estandarizar los procedimientos que se incluyen en las investigaciones para determinar si hay prácticas des- leales, porque Estados Unidos es más laxo en sus procesos”.

Mientras que para Seoane el acuerdo azucarero mostró el proteccionismo en que incurre Estados Unidos, para De la Mora y De Rosenzweig el país está en condiciones de negociar como iguales en la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Los expertos explicaron que la negociación del azúcar fue entre dos partes, de manera que será muy distinto el procedimiento cuando se sienten los tres países.

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