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La negociación comercial con el gobierno de Donald Trump va a tomar tiempo por lo que la incertidumbre es inevitable y no va a acabar pronto, por eso es indispensable asegurar la estabilidad económica, definir una estrategia clara de negociación y arropar al proceso y a los negociadores.

Advertencias y soluciones a la vez lanzadas por un viejo experto. Con todo, la preocupación en su rostro es evidente. Aunque la experiencia de sus muchos años de negociación tanto en el sector público como privado le han dado el colmillo suficiente como para medir sus palabras, gestos y ademanes delatan una profunda intranquilidad. Turbaciones razonables ante una coyuntura inédita, con respuestas aún desconocidas en ambos lados del río Bravo.

Es insistente en su planteamiento de que buena parte de la solución a ese ‘cisne negro’ llamado Donald Trump, está al sur de la frontera, del lado mexicano. “Es más importante que México tenga un plan, una estrategia para enfrentar este asunto”, repite Jaime Serra Puche como si fuera un estribillo.

La conversación transcurre en su oficina de Santa Fe, al poniente de la Ciudad de México. Allí, en medio de símbolos y recuerdos que traen a la memoria su papel como el jefe mexicano para la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1992 y 1993, la negociación comercial de mayor envergardura emprendida por el gobierno mexicano en su historia, Serra Puche parece olvidar por momentos las reiteradas amenazas de Trump, para repetir lo que tiene y no tiene que hacer el gobierno de Peña Nieto.

“Es más importante lo que hagamos en México, que lo que Trump haga en Estados Unidos” plantea como premisa de trabajo. Y el otrora secretario de Comercio y Fomento Industrial busca respuestas a una pregunta central: ¿Cómo mantener y aumentar la competitividad de los productos y servicios mexicanos para hacer frente a las potenciales medidas proteccionistas del nuevo gobierno de Donald Trump?

Serra cita algunas acciones unilaterales que el gobierno mexicano debe emprender para compensar las potenciales medidas que lanzará Trump a partir del 20 de enero cuando se instale en la Casa Blanca como presidente de los Estados Unidos de América. Pone sobre la mesa tres ejemplos: Comienza por asegurarse de no entrar en una guerra de aranceles con Estados Unidos que sería un desastre para México. Sigue por establecer reglas claras de protección a las inversiones y a la propiedad intelectual. Y termina con armar proyectos de energía compatibles en la región que nos arrojen precios competitivos en gas y electricidad. En suma, Serra reclama una agenda completa de competividad desde el gobierno federal que, más allá de sus beneficios económicos intrínsecos, sería útil como arma de negociación con el gobierno de Estados Unidos.

Trump tendrá libertades para su proteccionismo

La urgencia de Serra Puche a poner en marcha un plan estratégico desde el gobierno mexicano, parte de la premisa de que en realidad Donald Trump tendrá bastantes libertades del Congreso para definir sus políticas comerciales, como ha ocurrido históricamente en la práctica. “El Ejecutivo ha recibido facultades importantes del Congreso para tomar decisiones en materia comercial”, recuerda Serra con la salvedad de que si se llegan a acuerdos paralelos con México, o se realizan cambios quirúrgicos en el texto del TLCAN, al final éstos tendrían que pasar por el Congreso.

Pero estas libertades de las que gozará Trump para implementar medidas mas proteccionistas también caminan de la mano de legisladores y líderes demócratas que tradicionalmente no han sido defensores del Tratado de Libre Comercio con México, aunque en las circunstancias actuales no hay claridad sobre cuál será la respuesta de los senadores demócratas y republicanos frente a iniciativas más proteccionistas como las que ha planteado Trump en sus más recientes declaraciones.

“Las amenazas de Trump a las empresas son delicadas”, reflexiona Serra Puche por señalar casos recientes —como la concelación de una planta de Ford que se construiría en México— y a todas luces inexplicables desde la perspectiva de la competitividad económica estadounidense.

La incertidumbre es casi inevitable

El daño causado a México por la insistencia en el proteccionismo comercial del presidente electo Trump está dado, y la especulación contra el peso es su manifestación más evidente.

Desde que se conoció el inesperado triunfo de Trump al amanecer del 9 de noviembre y hasta el sábado pasado, el peso mexicano se depreció 17.3% frente al dólar a pesar de, al menos, dos intervenciones del Banco de México en el mercado cambiario para frenar la debilidad de la moneda nacional.

En este periodo y dadas las mayores expectativas inflacionarias, el banco central decidió en dos ocasiones —el 17 de noviembre y el 15 de diciembre— incrementar su tasa de referencia en un punto porcentual acumulada, para situarla en 5.75%; y, de acuerdo con los pronósticos de los analistas encuestados, se espera un nuevo incremento para febrero próximo una vez que el gobierno federal dio a conocer fuertes incrementos en los precios de las gasolinas a partir del 1 de enero.

La incertidumbre financiera alentada por Trump, ha sido combustible puro en una economía con poca inversión y escaso crecimiento como la mexicana en los últimos años. Y Serra Puche no espera buenas noticias en materia de certidumbre para la economía con un nuevo gobierno estadounidense que aún es una caja de sorpresas. “Es una incógnita”, responde cuando se le pide que defina a Trump. Por eso Serra insiste en que “tenemos que encontrar la forma de que la apertura y las reglas que generan confianza y certidumbre, continúen” independientemente de lo que decida el gobierno de Trump.

Sin embargo el ex secretario de Comercio durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, también advierte que la negociación con el nuevo gobierno estadounidense llevará tiempo. “El tiempo no es corto. Esa es una parte que me preocupa dejar en claro porque la incertidumbre no se va a acabar en tres semanas, esto va para más largo”, dice Serra Puche enfatizando con su voz grave. Y reafirma su advertencia con una frase demoledora: “Esta incertidumbre es casi inevitable”.

¿Qué le espera, entonces, a la economía mexicana con un largo periodo de incertidumbre como la que se vislumbra? Es la pregunta natural que asalta la mente del entrevistador. Las respuestas de Serra van en el sentido de “arropar” la negociación. En un escenario así es indispensable asegurar la estabilidad económica con una polítca monetaria y fiscal que vayan de la mano, evitando burbujas inflacionarias, como la que se está dando por el alza en precios de las gasolinas y otros.

El ex funcionario, graduado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM y con un doctorado en Economía en la Universidad de Yale, trae a la memoria un principio que se impuso en el gobierno durante las negociaciones del TLCAN en 1993: Que la sustancia determine los tiempos y no que el tiempo determine la sustancia. Y es que no hacerlo así implicaría debilitar nuestra negociación en el afán de acabar con la incertidumbre, argumenta. Así que más vale ‘no tener prisa’ en la negociación, porque “no se nos olvide que mientras no haya negociación, el TLCAN sigue operando”.

El calendario político lo complica todo

¿Tiene el gobierno de Peña Nieto una verdadera estrategia para hacer frente al huracán categoría cinco, como denominó a Trump el gobernador Agustín Carstens? Es una de las preguntas que han flotado en el aire en las últimas semanas especialmente entre analistas e inversionistas del país y del exterior.

La reciente llegada de Luis Videgaray a la Cancillería, a tan solo cuatro meses de su salida de Hacienda, hace suponer a Serra Puche que es una medida del gobierno para construir una estrategia de cara a la negociación comercial con el nuevo gobierno de Trump.

A bote pronto responde que “no, pero ayuda”, cuando se le pregunta si acaso la llegada de Luis Videgaray es motivo suficiente para decir que el gobierno tiene una estrategia. “Todos los canales de comunicación ayudan; lo que hay que tener es un plan claro de negociación y dónde se pinta la raya”.

No profundiza más en la construcción de la estrategia del gobierno de Peña Nieto; sin embargo, deja entrever que hay articulaciones ausentes entre los sectores participantes que deben ser arropados. “El sector privado necesita más claridad, más guía de qué es lo que el gobierno quiere que haga; hay que dar una guía”, recomienda Serra Puche quien insiste en que el gobierno no entre en una guerra comercial con EU que sería caótica para México, y sí diseñe una estrategia de negociación y una agenda integral de competitividad. “Eso sí está en nuestras manos”.

A Serra le tocó comenzar el diseño de la negociación del tratado comercial cuando el sexenio de Carlos Salinas estaba en su apogeo. No es el caso de esta potencial negociación comercial con un Trump envalentonado y un presidente mexicano que ve el final de su gobierno. ¿Acaso los factores políticos de fin de sexenio pueden hacer mella en la eficiencia y en los resultados de la negociación? “Sin duda lo complica —dice Serra— siempre complica todo; pero hay un tiempo razonable”.

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