La desigualdad y la pobreza son dos fenómenos distintos, pero que en México se retroalimentan, porque el modelo de desarrollo está diseñado para buscar ser competitivos con bajos sueldos y para no incrementar las remuneraciones para contener la inflación, y por otra parte los bajos salarios se han vuelto condición necesaria para las altas utilidades y elevados ingresos de las empresas.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social (Coneval) lo ha dicho claramente: la causa principal de la pobreza son los bajos ingresos.

La desigualdad se calcula a través del coeficiente de Gini, que de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) “es una medida de concentración del ingreso, la cual toma valores entre cero y uno. Cuando el valor se acerca a uno, indica que hay mayor concentración del ingreso; en cambio cuando el valor del Gini se acerca a cero indica que la concentración del ingreso es menor.” Según la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto en Hogares (ENIGH) el coeficiente de Gini de 2008, 2010, 2012 y 2014 fue respectivamente de 0.454, 0.430, 0.439 y 0.438.

Sin embargo, es ampliamente reconocido —incluso por algunos consejeros del Coneval— que la ENIGH subestima el coeficiente de Gini, debido a que los multimillonarios nunca caen en la muestra. Campos, Esquivel y Chávez reestimaron el ingreso correspondiente al decil de mayores ingresos en México para el periodo de 1992-2012. El hallazgo fue revelador: mientras que el decil I concentra alrededor de 40% del ingreso total según la ENIGH; estos autores con datos ajustados ubican la concentración alrededor de 55%. Es decir, en el país se ha presentado un crecimiento del ingreso per cápita y el estancamiento de la pobreza, porque el crecimiento se ha concentrado en la parte superior de la distribución del ingreso.

En México se considera a la población en pobreza a quien tenga al menos una carencia social y un ingreso menor a la línea de bienestar. La pobreza en la dimensión de ingresos, sería sólo considerando la última restricción. Sin embargo, ésta comenzó a medirse desde 2008, por lo que para tener una visión de más largo plazo, Coneval sigue proporcionando la pobreza de patrimonio, que pasó de 52.4% en 1994 a 69.0% en 1996 por efecto de la crisis, y desde entonces comenzó a descender paulatinamente hasta 42.9% en 2006, comenzando de nueva cuenta una tendencia ascendente hasta alcanzar 53.2% en 2014. Este cambio obedece a dos factores: 1) a que las alzas salariales vuelven a quedar por debajo de la inflación, y 2) a que después de la crisis de 2009, se incrementan los trabajos mal remunerados, lo cual se evidencia fácilmente porque se eleva el porcentaje de trabajadores con ingresos menores a tres salario mínimos.

Las cifras anteriores y las recientes que muestran que la población en pobreza multidimensional pasó de 45.5 a 46.2 por ciento de 2012 a 2014 comprueban el fracaso de la política social como un instrumento capaz de reducir la pobreza en el país. El empeoramiento en la pobreza entre 2012 y 2014 era esperado considerando que el ingreso corriente total cayó en los deciles II al V, que neutralizaron el alza del 2.1 reportado en el decil I. En contra partida, estos mismo datos explican en buena medida porque la pobreza extrema cayó del 9.8 al 9.5 por ciento de la población, y que el gobierno federal ha querido vender con poco éxito como un gran logro.

Por su parte, la caída de 3.5% en el ingreso corriente total de los hogares entre 2012 y 2014 en buena medida explican porque la economía mexicana tuvo un mediocre desempeño en los dos últimos años.

La elevada desigualdad que impera en México ha empezado a limitar significativamente las posibilidades de crecimiento de nuestra economía, como lo ha enfatizado Gerardo Esquivel. Un reflejo de esto último es que a pesar de las favorables ventas internas de autos en los últimos meses, ello no se refleja en las cifras del PIB ni en las expectativas del sector privado.

Este modelo de crecimiento económico excluyente está entrando en atonía, porque la desaceleración de la economía mundial y especialmente de Estados Unidos (la proyección de Blue Chip de crecimiento de su PIB para 2015 se ubica en 2.4 por ciento contra 2.9 en abril), no augura un dinámico desempeño del sector exportador; pero tampoco puede ser compensada con la reactivación del mercado interno.

Maestro en Economía

e.mail: pabloail@yahoo.com.mx

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