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Luego de poco más de 30 años de reformas estructurales a partir de una mayor liberalización y apertura, la economía mexicana no ha logrado consolidar un crecimiento que eleve el nivel de vida de la población, dijo el director del Centro de Estudios Económicos del Colegio de México, José Antonio Romero Tellaeche.

Ante ello, es momento de reflexionar a dónde llevar el país y cambiar a un modelo de reindustrialización basado en capitales nacionales.

“Lo que pasó es que hubo un proceso de apertura unilateral, y entonces, prácticamente todas nuestras exportaciones de manufacturas están controladas por empresas extranjeras”, explicó el especialista en entrevista con EL UNIVERSAL.

“Somos el cuarto productor de coches en el mundo y no somos capaces de construir vagones del ferrocarril, ni vagones del metro, ni autobuses, porque todo se hace en el exterior”.

En los últimos 30 años, la economía mexicana creció en promedio 2.5%, con mucha volatilidad, y es la misma tasa que registra Estados Unidos. Para el vecino país está bien ese 2.5%, explicó, porque es un país desarrollado, con el mejor nivel de vida en el mundo, pero no es suficiente para México. Y es que países como Corea del Sur alcanzan tasas de entre 7 y 8%.

Con la apertura unilateral, las expectativas sobre la aportación de la inversión extranjera directa al desarrollo del país fueron exageradas y realmente no existe evidencia de que sus beneficios sean mayores que los de la inversión nacional, advierte el académico en su libro Los límites al crecimiento económico de México, publicado por el Colegio de México.

Los tratados comerciales, la modificación de la ley de inversión extranjera y la cláusula de “trato nacional” han llevado a que sea imposible aplicar una política industrial.

Sin dicha política, y con un mercado abierto a las importaciones manufactureras, un tipo de cambio real sobrevaluado y un sistema financiero que no hace préstamos, es difícil tener un sector manufacturero que impulse un crecimiento económico como el que requiere el país, destacó.

Con las reformas de segunda generación se busca quitar obstáculos que supuestamente quedaban para que funcionara bien el mercado, dijo, en materia laboral, educativa, telecomunicaciones, financiera y energética.

El entorno macroeconómico no permite tener un sector manufacturero propio, lo que provoca que México se especialice en procesos de ensamble que forman parte de una producción fragmentaria y globalizada.

Se dice que ahora la industria automotriz tiene mayor valor agregado nacional porque le compra a otras empresas instaladas en México, pero son trasnacionales que importan todo, por lo que la mayor parte productiva continúa siendo extranjera, dijo.

“Alta tecnología no es atornillar piezas de avión, es diseñar los aviones, porque entre coser chamarras y apretar tornillos no hay mucha diferencia, se traen las fases de producción de mano intensiva de alta tecnología, pero la alta tecnología y los diseños los hacen en Canadá”, destacó.

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