Por: Paula Arregui

En épocas donde los Estados y naciones no estaban conformados como los conocemos hoy en día, la economía ya formaba parte de la humanidad. Así como se pasó del intercambio de sal a los billetes, las transacciones de dinero por bienes y servicios continúan mutando con el paso del tiempo e incluso podemos afirmar que la economía está en constante evolución. Sin embargo, en México, se registra un alto porcentaje de ingresos no declarados; en 2016 las tasas de evasión de impuestos representaban 16.4% en el IVA y 19.2% en ISR, de acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de las Américas de Puebla, por encargo del Servicio de Administración Tributaria (SAT).

El profesor Friedrich Schneider, de la Johannes Kepler University de Linz (Alemania), elaboró en 2017 un ranking global sobre el impacto que tienen las “economías en las sombras”. Este término se refiere al peso total que tienen las transacciones que no declaran impuestos y que al final no forman parte del Producto Interno Bruto (PIB).

En México, se calcula que los porcentajes de las transacciones que no se declaran representan 2.6% del PIB. Estos datos generan la necesidad de que se establezcan metas y medidas para contrarrestar el efecto negativo que tiene este fenómeno sobre la economía mexicana.

Las políticas económicas encuentran en la tecnología a un aliado para superar estos índices de informalidad en los que está inmerso el ecosistema financiero mexicano. El SAT fortaleció y perfeccionó su marco de actuación, implementando el uso de tecnología, facilitando los procesos para que el usuario tenga una experiencia agradable y la economía se formalice.

Otro factor importante es que aproximadamente 44% de la población mexicana que es económicamente activa está bancarizada, a comparación de 56% restante que no tiene una cuenta bancaria debido a situaciones relacionadas con la falta de dinero o interés. ¿Qué se puede hacer para solucionar esto?

Los pagos, en la palma de la mano. Una de las soluciones que nos aporta la tecnología es eliminar el efectivo y facilitar las transacciones. De acuerdo con datos del Inegi a 2018, en México cerca de 73.5% de la población cuenta con un teléfono celular; ocho de cada 10 utilizan smartphones con acceso a internet, y 93.4% utiliza internet en su celular, lo que representa la importancia de estos dispositivos para la población mexicana y cómo se han convertido en un objeto común y necesario sin importar la edad, lugar de residencia o nivel socio económico.

Ahora, ¿cómo se convierte un celular en un método de pago? Es muy simple: el usuario hace una compra, abre la cartera electrónica (una app que sea fácil de instalar en la que estén asociadas las tarjetas de crédito, cuentas bancarias y el saldo propio de la aplicación) elige la forma de pago, escanea el código QR del comercio, ¡y listo! El pago está realizado.

Las ventajas de utilizar este sistema, además de la velocidad, la simpleza, la reducción del uso del efectivo y la comodidad, es que el sistema es gratis para los clientes y para los comercios, la comisión es cero a diferencia de las tarjetas crédito, de débito entre otras formas de pago.

La experiencia de India parece ser un modelo a seguir. Con aproximadamente mil 324 millones de habitantes, en 2016 quitó de circulación los billetes de 500 y mil rupias —86% del efectivo circulante—. En conjunto a esta medida, el gobierno comenzó un fuerte trabajo articulando sus propios sistemas con los de compañías privadas, para incorporar pagos electrónicos como alternativa al efectivo.

“El dinero negro y la corrupción son los mayores obstáculos para erradicar la pobreza”, había dicho por aquel entonces Narendra Modi, el primer ministro indio.

México no es India, pero tiene la capacidad tecnológica para formalizar la economía al alcance de la mano con un smartphone, una cartera electrónica y los pagos con código QR.

Vicepresidenta ejecutiva de Productos en Mercado Pago

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