Ante la decisión de los helenos de no aceptar las condiciones que imponen los acreedores para el rescate de su vapuleada economía, las preguntas apuntan hacia cómo se moverán los diferentes intereses financieros del mundo: ¿qué harán Alemania y Gran Bretaña? ¿Cuál es la posición de Rusia? ¿Dónde está China en este entorno? ¿Apoyarán a Grecia? Las respuestas dependen de los intereses que persigan. Por lo pronto pareciera que a Atenas sólo le resta invocar a Zeus por un milagro, el cual no vendrá del Olimpo, sino de Berlín o Bruselas, Moscú o Beijing.

La decisión de no aceptar el continuar recibiendo financiamiento internacional a cambio de una férrea política de ajuste sin duda refuerza el papel político del Primer Ministro Alexis Tsipras —quién impulsó el “no” incluso con la amenaza de que los griegos perderían sus beneficios laborales—, pero pone en serios aprietos a la economía helénica y la viabilidad de su futuro.

Con el “no”, el gobierno griego aparentemente tiene el mandato de su pueblo de no aceptar las condiciones, que implican disciplina y austeridad, y de negociar nuevas, las cuales ya se han anunciado y se pretende que sean más laxas, y que están enfocadas a lograr “quitas de deuda” y el saneamiento y capitalización de la banca. El reto es que la troika y el Eurogrupo las acepten, lo que suena muy difícil, máxime si Grecia no está dispuesta a ceder en algo.

Ante esta inflexibilidad, la primera decisión que se ha tomado es la renuncia del Ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, quien apoya al Primer Ministro, y que calificó de “terrorismo” las condiciones que se quieren imponer y al Eurogrupo como “enemigo de la democracia”. Esta renuncia, sin embargo, no es una respuesta al “no”, sino al “no quiero negociar contigo” que los acreedores han manifestado.

El 20 de julio Grecia debe abonar 3 mil 500 millones de euros al Banco Central Europeo (BCE), pero si no hay acuerdo entraría en default, como ya lo hizo con el FMI, al que no le pagó los mil600 millones de euros que se debían cubrir. La situación, si bien aún no implica consecuencias financieras, es un asunto que se agravará con el tiempo.

Ahora bien, los bancos helenos están descapitalizados, ya que buena parte de su capital depende de activos avalados por el Estado, por lo que se verán todavía más complicados los requisitos de los acreedores para obtener liquidez, lo que llevaría a su colapso si llegan a abrir. Con el resultado de la consulta, una recapitalización directa mediante el Mecanismo Europeo de Estabilidad queda cancelada, ya que el programa implica aceptar las condiciones que el gobierno y ahora el pueblo se niegan a aceptar, por lo que lo más probable es que los bancos sigan cerrados.

La otra posibilidad de recapitalización es que el país deje el euro y empiece a emitir dracmas, o al menos mantenga una divisa paralela. La salida de Grecia de la zona euro es una posibilidad, pero, de entrada, se tendría que recurrir a otra consulta, aunque será necesario que queden claros los pros y los contras; no es algo trivial.

Grecia tiene ahora la necesidad de buscar fuentes alternativas de financiamiento ante la imposibilidad de alcanzar un acuerdo con la Unión Europea. Las opciones pasan por Estados Unidos, China o Rusia.
En este contexto, resultará clave lo que se discuta esta semana en la VII Cumbre BRICS (8 y 9 de julio) en Ufa (Rusia), en la cual se tocará el tema de Grecia. La reunión tendrá un tono especial, ya que se trata de la primera que se celebra bajo el marco del Nuevo Banco de Desarrollo (Banco BRICS), cuya creación fue acordada el año pasado y el cual podría ser una salvación para las finanzas griegas; ya a finales de mayo Rusia extendió una invitación al gobierno heleno para unirse al mismo. Tanto China como Rusia ven el tema de Grecia como una nueva oportunidad para extender su influencia sobre Occidente.

China y Grecia han explorado mecanismos para una mayor cooperación financiera. La paraestatal Cosco controla desde 2009 el emblemático puerto de El Pireo gracias a una adjudicación a 35 años, y desde entonces la inversión china en este puerto rebasa los mil millones de dólares. Habría que agregar la apuesta que el gobierno chino ha hecho en la eurozona y Europa, con los grandes capitales que ha invertido en euros, por lo que es de esperar que China se interese por la continuidad de Grecia en el euro, ya que la salida de uno de los miembros de la moneda única podría verse como un signo de debilidad que podría afectar a la fortaleza de la divisa, lo que significaría que las inversiones chinas denominadas en euros valgan menos.

Con el resultado de la consulta, la situación de la economía helena sin duda se agrava, o al menos entra en un “punto muerto”. No querer disciplinarse tiene consecuencias en el mediano y largo plazos, y pretender un rescate sin un quid pro quo es una posición cómoda; es pretender seguir pateando el balón, dejándoles los costos a las generaciones futuras, lo cual es muy peligroso.

En paralelo con las implicaciones financieras de la crisis griega, el país helénico puede resultar una pieza crítica en el reordenamiento geopolítico que está experimentando el mundo, por lo que un eventual rescate (sin importar de dónde provenga) podría ser el resultado de una decisión política, más que económica.

 Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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