Desde que nació en 1963, tiene la vocación para reinar en las pistas. En aquel entonces era conocido con el nombre de Skyline. Luego, en 2007, tras muchos años de desarrollo y ya con el apelativo de GT-R, comenzó a comercializarse fuera de su país de origen. Y, aunque tuvieron que pasar 10 años para que llegara a México, con un cambio de estilo y muchas mejoras de tecnología, podemos asegurar que valió la pena la espera.

Hablemos de la velocidad
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La nueva velocidad. ¿Cómo hacer más rápido a un auto rápido? ¿Cómo mejorar la experiencia? En pocas palabras, podemos decir que esto se logra con una máquina potente, una tecnología que permita una conducción fácil y precisa, y un acabado premium. Pero vayamos más allá: éstas son algunas de las claves para lograrlo…

Hablemos de la velocidad
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1. Corazón y cerebro. Según Ricardo Sánchez, piloto mexicano y ganador del concurso GT Academy Internacional, de Nissan, “lo más impresionante del GT-R es la manera que la suspensión electromagnética, junto con la tracción, hace que este vehículo se maneje tan bien. En ambos casos, en milésimas de segundo, un amortiguador puede ponerse más duro o más suave y la tracción puede enviarse hacia adelante o atrás: la computadora del auto ayudará dependiendo de lo que se necesite para estabilizar la conducción. Es un coche grande, pesado, pero se maneja tan bien por eso: por eso rompe récords y es tan rápido”. Sánchez se refiere a uno de los principales aciertos en la ingeniería de este auto: la manera en que su computadora trabaja para distribuir la tracción entre la parte de adelante y la de atrás, dependiendo de las necesidades del momento. “Eso ayuda a que puedas hacer 2.6 segundos en ir de cero a 100 con tan solo 565 hp”, dice Sánchez “Hay coches con 800 hp y no pueden hacer menos de tres segundos en el 0-100 porque no pueden manejar la tracción como lo hace el GT-R”.

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Eso habla muy bien de su cerebro. ¿Pero y su corazón? Jorge López, del área de capacitación de Nissan México, nos responde: “Nissan GT-R cuenta con un motor V6, de 6 cilindros, 3.8 litros. Tiene dos turbos del mismo tamaño (con los que se minimiza el “turbolag” y se mejora su respuesta), una potencia de 565 HP y 467 lb/pie de torque. Su velocidad máxima es de 315 km/h”.

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2. Diseño aerodinámico. A altas velocidades, uno de los grandes retos de todo auto que busque ser deportivo es vencer la resistencia del aire. Además de hacerlo sin problema, el GT-R lo domestica para obtener estabilidad y lo recluta para que refresque sus entrañas. Por ello, “en la parte frontal, destaca la parrilla agresiva, ancha, amplia”, dice Pedro Martínez, gerente de Planeación de Producto de Nissan México. “Al tener una boca tan ancha, permite el acceso libre del aire y que el motor funcione de manera óptima todo el tiempo”. Además, con solo 110 mm. de distancia desde el piso hasta la parte baja del coche, se minimiza la turbulencia generada por el aire cuando corre a grandes velocidades. Otro elemento que ayuda a reducir el coeficiente de fricción para que el aire fluya mejor a lo largo del auto son sus manijas ocultas. Además, “el auto tiene muchos bordes redondeados; no solo los pilares delanteros sino también los traseros ayudan a minimizar los efectos de vórtice o de arrastre ocasionados por el aire que recorre el auto mientras éste avanza a gran velocidad”, dice Martínez.

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3. Motores hechos a mano. La calidad de este auto se debe en gran medida a los “Takumis”. ¿Qué es eso? ¿Seres mitológicos, samurais? Más sencillo y, acaso, sorprendente: Takumi es un término japonés que significa “maestro artesano”. En el caso de Nissan, esta palabra se usa para designar a aquellos trabajadores que, a lo largo de los años, han perfeccionado el oficio de ensamblar motores bajo el lema de “Un hombre, un motor”. Así, como si fueran maestros relojeros, cada uno de estos expertos se encarga del ensamblaje de un solo motor desde su inicio hasta su término. La importancia de su labor tiene que ver con el efecto humano que integran en el proceso. Un brazo robótico no verá si hay polvo o rebaba sobre las piezas en algún momento. El ojo entrenado de un humano sí que lo haría. Esa es la garantía que ofrecen. De hecho, cada maquinaria de un GT-R cuenta con una placa en la que se incluye el nombre (y los respetos) del Takumi en particular que ensambló el motor en cuestión.

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