El espíritu deportivo y la pasión por la velocidad que inspira la Carrera Panamericana, atrajo hasta sus escenarios mexicanos a dos miembros de la emblemática banda inglesa de Pink Floyd:  el guitarrista y vocalista David Gilmour y el baterista Nick Mason.

Corría el año de 1989 cuando el comité organizador recibió un telefonazo de Steve O´Rourke, manager de la agrupación, que para entonces ya era toda una leyenda de la música, por sus dosis de psicodelia y rock progresivo. Una llamada decisiva, la cual manifestaba su interés por sumarse a la serie de escuderías y tripulaciones participantes.

Así es como parte del corazón de esta influyente banda se trasplanta en la historia moderna de la carrera, misma que comenzó a escribirse de nuevo, un año antes de que dichos músicos mostraran interés en ella.

En aquel 1988, Pedro Dávila y Eduardo de León encienden una vez más los motores de esta celebración y convocaron a distintas agrupaciones automovilísticas a nivel internacional, para despertar de su letargo, uno de los eventos más simbólicos del mundo.

En los primeros años de esta época, la prueba arrancaba en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, donde solo podían participar modelos fabricados entre 1940 y 1965, dependiendo de la categoría, sin embargo, se permitió que los autos tuvieran componentes de avanzada tecnología en suspensiones y seguridad.

La velocidad de la música. En 1990, Pink Floyd finalmente corrió la Panamericana, una competencia que tiene como regla de oro: “cuanto más desafías a la muerte, más te diviertes”. Frente al volante, el baterista Mason, respaldado por Guy Edwards, expiloto de F500, llegaron a la meta en octavo lugar sobre un Lancia Aurelia B20 GT.

Sin embargo, la aventura finalizó para el Jaguar MK2 conducido por Gilmour y su copiloto O’Rourke, al sufrir un accidente donde el representante de la agrupación sobrevive con una fractura de pierna, mientras que el guitarrista, solo se llevó unos cuantos rasguños.

El espíritu deportivo, la solidaridad, la aventura y la pasión, elementos que dan origen al lema de esta competición, son adoptados por los miembros de la banda, para continuar con el derroche de adrenalina al correr un par de Jaguares tipo C, en años posteriores.

Pero la pasión por este deporte extremo también queda plasmada en el documental “La Carrera Panamericana”, que presentaron en 1991, donde se narra la esencia de este evento motor a través de imágenes que se acompañan por pistas instrumentales; se trata de las primeras composiciones del fallecido tecladista Richard Wright, de 1975 y de Mason, de 1973.

En el tiempo. A través de los años, otro tipo de celebridades también disputaron la carrera, muchos de ellos corredores profesionales. Pero, ¿qué pasó antes de 1955, cuando la celebración fue opacada por el accidente y trágico suceso de LeMans? Hecho que llevó a la suspensión indefinida de tan magno evento.

Resulta que sus primeras cinco ediciones, que conforman el periodo de 1950 a 1954, la carrera fue organizada por Enrique Martín Moreno, quien se encargó de traer a México marcas de renombre como Ferrari, Osca, Lancia, Mercedes, Porsche y Masserati.

Durante la penúltima edición solo se desarrollaron cuatro categorías, logrando un incremento en el número de participantes, escuderías y marcas. Entonces se dieron cita campeones de renombre como el argentino Juan Manuel Fangio, quien se lució en un Lancia.

En lo que respecta a su último año, durante la llamada Época Antigua, figuraron especialmente los Ferrari con su piloto Maglioli, ganador absoluto con un tiempo de 17 horas y 40 segundos.

Además se destacó la participación de varios mexicanos, entre ellos Moisés Solana, considerado como la revelación de la carrera, por llegar en sexto lugar después de perder 30 minutos por fallas mecánicas.

La solidaridad, la aventura y la pasión, elementos que dan origen al lema de esta carrera, son adoptados por los miembros de la banda para continuar con el derroche de adrenalina al participar en años posteriores.

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