La expansión económica que se vive hoy en Estados Unidos celebró su noveno aniversario el mes pasado. Si sobrevive otro año, será la más larga registrada en la historia moderna del país. Pero eventualmente algo la matará. La pregunta es qué y cuándo. Porque hay que recordar que este 15 de septiembre es el décimo aniversario del colapso de Lehman Brothers; la bancarrota del cuarto banco de inversión más grande de EU —y la mayor de la historia— fue el preludio de la evaporación, un mes más tarde, de casi 10 billones de dólares de capitalización en mercados globales. Y el crecimiento de hoy es tan intoxicante como la implosión de Lehman debiera ser aleccionadora: nada dura, y quienes no son capaces de atisbar en el horizonte un episodio similar a lo ocurrido con Lehman son los que están condenados a repetir los mismos errores.

Los economistas han debatido desde hace tiempo si las expansiones económicas mueren de vejez o si son abatidas por políticas deficientes o eventos cataclísmicos. Pero es un hecho que toda expansión llega a su fin, y si bien es imposible predecir con certeza los detalles de la próxima recesión o el momento en que ocurrirá, sí se pueden identificar algunas amenazas emergentes y prever cómo será —y por qué se dará— la recesión de 2020 (o el año en que acabe dándose). Qué duda cabe que la economía de EU va viento en popa; el PIB aumentó a una tasa anual de 4.1 por ciento en el segundo trimestre de 2018, el crecimiento más fuerte desde 2014. Pero hay nubarrones, y más que un evento aislado son varios los factores que podrían empeorar la economía global. Si convergen, estos son los tres escenarios más plausibles para dar al traste con la actual jauja económica que se vive en EU.

El primero es un choque de trenes. La Reserva Federal la ha tenido relativamente fácil en el último par de años. Tanto la inflación como el empleo se han estado moviendo poco a poco hacia niveles saludables a medida que la Fed ha elevado gradualmente las tasas de interés. Pero las cosas están a punto de complicarse. El riesgo de que la Fed haga un mal cálculo con la política de tasas de interés y detone una desaceleración o recesión está aumentando, en parte debido al momento en que se dieron los recortes de impuestos y aumentos de gasto instrumentados este año. La economía estadounidense está en pleno empleo o cerca de él, y la inflación ronda el 2%. Con un crecimiento fuerte, la Fed pronto podría verse en la necesidad de elevar tasas de interés de manera más agresiva para mantener la inflación bajo control. Pero a la vez, la mayoría de los modelos macroeconómicos contemplan que el impulso económico a raíz de los recortes de impuestos terminará en algún momento entre 2020 y 2022. Eso significa que la Fed podría estar elevando tasas de interés para desacelerar la economía al mismo tiempo en que la política fiscal estará buscando frenar la economía, ante la disyuntiva de evitar tanto el sobrecalentamiento en 2019 y 2020 como una desaceleración en 2021 y 2022. El segundo escenario es que reviente la burbuja de la deuda. Las dos últimas recesiones comenzaron con el estallido de una burbuja de activos. En 2001, fueron acciones bursátiles del sector tecnológico; en 2007, valores hipotecarios. Hoy son los mercados de deuda, tanto en EU como en el extranjero. Las empresas han acumulado deuda en la última década, impulsadas por bajas tasas de interés y la oportunidad de aumentar beneficios para accionistas. El valor de bonos corporativos en circulación aumentó en 2.6 billones de dólares en EU entre 2007 y 2017, según datos del McKinsey Global Institute. Si las tendencias en ganancias y tasas de interés cambiaran, muchas compañías con cargas significativas de deuda podrían tener dificultades para pagar sus cuentas. Si a estos dos se agrega el tercer escenario, el de una guerra comercial atizada por Donald Trump, podríamos enfrentar la proverbial tormenta perfecta. Es un hecho que para que desencadene por sí misma una recesión, tendría que escalar más allá de los aranceles en acero, aluminio, celdas solares, lavadoras y los 34 mil millones en productos chinos actualmente cubiertos, provocando una crisis de confianza más amplia y global. Pero esa desaceleración global, junto con liquidaciones en el mercado y la evaporación de confianza empresarial sin duda podrían descarrilar la economía. Las semillas de la próxima recesión parecen estar ya plantadas.

Consultor internacional

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