Chicago, Illinois.— El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dijo reivindicado tras conocerse las conclusiones del reporte del fiscal especial, Robert Mueller, sobre la posible coordinación entre agentes rusos y su campaña a la presidencia en 2016. El resultado es una victoria legal y política para el mandatario, un suceso que puede impactar los escenarios electorales futuros.

Tras casi dos años, 2 mil 800 citatorios, 500 órdenes de cateo y 500 testigos, no se encontró evidencia que pruebe que los rusos y la campaña de Trump actuaron en complicidad. Aunque las conclusiones no ofrecen elementos para acusar al presidente de cometer delitos, dice el texto de Mueller, tampoco lo exoneran. No obstante, el fiscal general afirmó que no hay bases para acusar a Trump por colusión u obstrucción de la justicia, incluso sus familiares y otros miembros del equipo de campaña tampoco enfrentarán cargos.

El veredicto es la mayor derrota para los demócratas desde que perdieron la presidencia y reduce seriamente sus aspiraciones para volver al poder en 2020. Pero terca como es la oposición se convulsiona y demanda que sus legisladores revisen hasta la última coma del reporte original, no sólo el resumen que les presentaron.

Anuncian que su fracción parlamentaria seguirá indagando para encontrar la hebra que falló en reconocer Mueller para enjuiciar al presidente. Es un manejo faccioso al tener claro cuál es el resultado que desean.

Si los demócratas tienen neuronas deben dejar el asunto en paz. La investigación no les dio las municiones que esperaban para torpedear a la administración. En lugar de insistir en el tema harían bien en construir una oferta política alternativa que ofrezca un mejor gobierno a los estadounidenses. Alargar la miseria sólo dará elementos a los republicanos y al argüendero en jefe para victimizarse y denunciar que, ante la incapacidad de triunfar en las urnas, los demócratas, siguen tratando de destruir a un gobierno “exitoso” con alegatos ficticios.

Para que no queden dudas, Robert Mueller es un fiscal y ex director del Buró Federal de Investigaciones (FBI) muy reconocido. Para quienes lo hemos conocido, sabemos que hace su trabajo con pulcritud. No reacciona a chistes, su atención es al detalle, y su historial de servicio en administraciones demócratas y republicanas prueban que su única lealtad es con la ley y con la nación.

Si Mueller no encontró evidencia concluyente que ligue a la campaña Trump con los rusos, es posible que no exista. Y si el entonces candidato y sus acólitos violaron la ley, pero no dejaron rastros, han hecho un buen trabajo encubriendo sus delitos. El caso es que por ahí no se podrá dañar a la administración y mucho menos sacar del poder a Trump.

El presidente bully, que es buenísimo para hacerse la víctima, dirá que fue sujeto de un trato injusto, que la investigación abusó de los recursos de los contribuyentes, que los demócratas son malos perdedores, y luego volteará el tablero de ajedrez a sus adversarios y dirá que la querella fue un intento de la clase política para deshacerse de él, un millonario independiente imposible de manipular, cuya misión es hacer a “Estados Unidos grandioso otra vez”.

Si bien hubo razones para lanzar la investigación, ésta no aportó elementos que condenen al presidente. Si la oposición comete el error de insistir en el tema sugiero que el mundo se prepare para que Donald Trump deje la Casa Blanca hasta enero del 2025.

Periodista

@ARLOpinion

Foto: JON ELSWICK. AP

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