La semana pasada, la primera ministra de Nueva Zelanda, anunció el nacimiento de su hijo en junio de 2018. Es una de las pocas gobernantes que ha estado embarazada durante su mandato. Jacinda Ardern tomará una licencia de maternidad de seis semanas.

Durante su campaña electoral, se vio envuelta en una polémica con tintes sexistas al no responder la pregunta de un periodista respecto a sus intenciones de convertirse en mamá. El periodista argumentó que era derecho del electorado conocer esta información. Ardern afirmó “es totalmente inaceptable decir en 2017 que las mujeres deban responder a esta pregunta. La elección de cuál es el momento para tener hijos le corresponde a las mujeres. Ello no debe determinar el hecho de tener o no un empleo”.

Ardern no es la primera mujer en ser cuestionada acerca de su capacidad para cumplir con sus responsabilidades en casa y en el trabajo. Lamentablemente, esta es una práctica común; es una barrera a la que se enfrentan muchas mujeres en el ámbito laboral. En los últimos años ha habido avances en la legis- lación; por ejemplo, la eliminación de la prueba de embarazo en el proceso de reclutamiento. Asimismo, desde una perspectiva constitucional, es inaceptable admitir el embarazo como una causa de terminación de un contrato. Sin embargo, el embarazo continúa siendo una de las principales formas de discriminación que les impide a las mujeres crecer profesionalmente. Con base en información publicada por el Conapred, en México entre 2011 y 2017, se han presentado 746 quejas por discriminación hacia mujeres embarazadas en el lugar de trabajo.

La maternidad no debe afectar la carrera profesional de las mujeres. Tanto en el sector público como en el privado, debemos crear las condiciones y los incentivos necesarios para retener el enorme potencial que representan las mujeres para las organizaciones. Es nuestra responsabilidad, como empresarios, implementar las políticas corporativas para evitar la fuga de talento femenino. Esto es particularmente importante cuando tratamos el tema de la maternidad y de la reinserción de las mujeres al mundo laboral después del nacimiento de sus hijos.

En las últimas décadas, el papel de las mujeres en la sociedad se ha diversificado a medida que han alcanzado mayores niveles educativos y han entrado con mayor fuerza en el mercado laboral. Pese a estos avances, las mujeres continúan cargando una parte desproporcionada de las responsabilidades domésticas con respecto a los hombres. Cuando no existen las condiciones adecuadas para que las mujeres puedan balancear su vida personal y profesional, muchas de ellas deben elegir entre una u otra.

La implementación de prácticas corporativas para que las mujeres puedan disfrutar su maternidad por un lado y llevar adelante su profesión por el otro, no representan un costo adicional para las empresas. Al contrario, son medidas necesarias para retener el talento y mantener una valiosa fuente de creatividad, innovación y crecimiento.

Fundadora de la Fundación Angélica Fuentes

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