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“¡Ahí vienen, ahí vienen! ¡Corran!”, gritó la mujer que cuidaba el estacionamiento de la Bodega Aurrera ubicada en Periférico Oriente y Eje 5 (colonia Ejército Constitucionalista), en la delegación Iztapalapa. Todo fue muy rápido, dice, no le dieron tiempo de hacer nada mas que alertar a los visitantes que los saqueadores ya estaban allí.

Por seguridad, ella evita dar su nombre, sólo se identifica como María. Llegaron corriendo, sin motocicletas ni camionetas, pues el estacionamiento cuenta con una media barda de protección y plumas de acceso para vehículos. Por gritar recibió un par de golpes (uno en la espalda y otro en la pierna izquierda), con la pala que uno de los saqueadores traía para hacer frente a lo que encontrara.

De nada sirvió su intención preventiva. El grupo de hombres y mujeres que entró a la tienda tomó en minutos, celulares, pantallas planas, colchones y hasta carritos de súper. No les intimidó que esta sucursal de grupo Walmart se ubique al lado de las instalaciones logísticas de la Marina y a dos semáforos de la sede de la Policía Federal, sobre una vía rápida que siempre está saturada de tráfico en el oriente de la CDMX.

“¡Qué les va a importar!”, dice el policía del agrupamiento Fuerza de Tarea, quien custodió la sucursal después del robo. “En minutos sacaron lo que pudieron, no se llevaron más porque llegamos rápido. Dijeron que se iban a dividir en dos grupos; uno hacia Plaza Oriente y otro al Walmart y Chedraui que están sobre avenida Ermita”, contó el uniformado.

A un kilómetro de distancia empleados del centro comercial Plaza Oriente (en la colonia Alfonso Ortiz Tirado) tomaban medidas de seguridad para recibir a los saqueadores, en caso de que llegaran. La prioridad fue proteger los negocios más fuertes, Walmart y Sam’s Club, aunque hay 27 tiendas más y espacio para 500 automóviles.

Para ser mediodía en Walmart había poca clientela. Como precaución la mercancía de tecnología (pantallas planas , equipos de audio, computadoras de viaje y tablets) que estaba exhibida cerca de la entrada principal fue devuelta a la bodega en menos de una hora.

En Sam’s Club la vigilancia fue más intimidante. Dos camionetas (una con escudos y toletes) y otra con personal a bordo se apostó en la entrada principal; uno de sus elementos vigiló desde lo alto, a fin de detectar grupos de extraños que ingresaran por el estacionamiento. Además, cuatro elementos de la policía bancaria, con casco y chaleco blindado, pedía su credencial a todos los socios que deseaban ingresar a la tienda.

En el estacionamiento de la plaza un par de camionetas de la policía capitalina realizó rondines de vigilancia, al mismo tiempo que un camión de la SSP cuidó la periferia externa del centro comercial.

En Parque Tezontle, ubicado al lado de Plaza Oriente, un grupo de seguridad privada redobló su personal por los tres pisos de la tienda, aunque la prioridad fueron los negocios más grandes como Liverpool, Sears y sucursales bancarias. Quizá por estas razones, además del enorme bardeado metálico que cubre ambos centros comerciales, aquí no se registraron actos vandálicos.

“La ciudad está hecha un caos”, lamentó uno de los policías de la policía capitalina: “Desde ayer los altos mandos nos dijeron que se suspendían los descansos para todos y nos distribuyeron principalmente en los centros comerciales.

“Los ladrones están actuando de manera simultánea en diferentes puntos. Ni modo: no podré pasar el día de Reyes con mis hijos”, lamentó.

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