Avengers: Infinity War es el equivalente al porno dentro del género de superhéroes: una película con trama mínima (en todo caso inflada artificialmente) donde lo único que prevalece es la acción. Una cinta que lo que busca en todo momento es excitar la mirada y provocar emociones para después llevarnos a un final poderoso y lucidor.

Es el triunfo del exceso asumido como virtud y destino. Marvel hizo lo imposible. El sueño de todo nerd. Tomó 10 años y 18 películas para lograrlo: la primera cinta de superhéroes donde el 80% del tiempo en pantalla lo que vemos es gente en trajes estrafalarios partiéndose el hocico.  Y si, por momentos es incluso emocionante. Y si, hay mucho humor, pero también hay mucho melodrama.

Hasta antes de esto me era un misterio porqué los hermanos Russo -Joe y Anthony- habrían sido los elegidos para llevar el buque insignia de Marvel a buen puerto. Estamos hablando de un par de directores con una filmografía pobrísima (apenas un par de cintas de comedia rescatables) pero con vasta experiencia en series (Community, Happy Endings, Arrested Development). Esa es la currícula de los encargados de cerrar uno de los experimentos más ambiciosos en el cine del género de superhéroes. Y la misión les queda como anillo al dedo por una característica muy simple: Marvel no busca autores, lo que busca es un par de showrunners, dos individuos que aseguren continuidad de estilo, de historia y de personajes sin inyectar de manera alguna cualquier estorbosa ínfula autoral. Esto no es cine, es manufactura, y como tal debe cuidar estrictas normas de calidad.

Los Russo, cual disciplinados artesanos, entregan lo que el estudio y los fans esperan: una cinta con grandes secuencias de acción (aunque ninguna de ellas realmente memorable) en una trama llena de giros, personajes y lugares exóticos en la galaxia, todo ello revestido de humor y drama. En ese sentido, esta es la película más DC de Marvel: si bien hay espacio para el humor, este poco a poco se diluye en una trama cada vez más densa, de diálogos pretendidamente profundos y demoledores.

La historia -en un guión escrito a cuatro manos por Christopher Markus y Stephen McFeely- tiene como figura central al personaje de Thanos (Josh Brolin), aquella Amenaza Fantasma que ha rondado por entre todas las películas Marvel y que finalmente aquí se manifiesta en plenitud de facultades villanescas. Sanguinario e implacable, Thanos es un megalómano que durante estos 10 años ha intentado hacerse del poder absoluto y ha fracasado, por lo que esta vez decide tomar el asunto por sus propias manos. Es un líder mesiánico con el cual no se puede negociar, que no acepta críticas y que tras la bandera de ser un pacifista en realidad esconde una terrible solución final para todos los problemas del universo (cualquier parecido con la realidad nacional es mala leche de ustedes, no mía, conste).

La cinta versa sobre lo motivos y razones por las que Thanos quiere acabar con medio planeta. Para ello necesita las famosas “Gemas del Infinito”, misteriosos materiales dispersos entre las muchas películas Marvel y las cuales Thanos pacientemente recolecta una a una, no importando a quién tenga que eliminar en el camino (o sumarlo a su partido… ok ya, pues).

Los hermanos Russo dirigen con sorprendente disciplina este tren de enormes magnitudes y que por lo mismo fácilmente se habría podido descarrilar. Y es que si hay algo que puede presumir esta cinta es control: todos los personajes están bien dosificados con el tiempo necesario en pantalla que les permita lucirse. El estilo de todos ellos, ya expuesto en sus películas individuales, se mantiene. Es aquí donde la habilidad como maquiladores de Joe y Anthony Russo sale a relucir, y es que esta película está compuesta por cachitos de las anteriores: el humor de los Guardianes de la Galaxia (quienes se roban la película, por cierto), el compromiso de los habitantes de Wakanda, el sentido del deber del Capitán América, la peligrosa dualidad de Bruce Banner, el misticismo cool de Dr. Strange, la ingenuidad del Hombre Araña, y la letal sensualidad de Scarlett Johansson (como sea que se llame en esta cinta, ella siempre es Scarlett Johansson).

Ver Infinity War  es como ver toda la saga de Star Wars resumida en dos horas y media: demasiada información, demasiadas cosas pasando al mismo tiempo, demasiados mundos y lugares en peligro. De hecho, la película tiene bastantes guiños (no intencionales) que recuerdan a la saga de George Lucas: momentos que evocan a Leia amenazada por Vader para que le entregue los planos de la Estrella de la Muerte, una secuencia que emula el I love you / I know de Han y Leia, el reencuentro padre e hijo de Luke y Vader, etc. Marvel le debe mucho al universo Star Wars.

Pero si hay una característica que claramente desmarca a Avengers: Infinity War por encima de la gran mayoría de cintas de superhéroes -o al menos por encima de los 18 títulos que componen el llamado Universo Cinematográfico Marvel- es que aquí, a diferencia de aquellas, existe una verdadera sensación de peligro. Desde el primer minuto de la película queda claro que todo puede pasar, que nadie tiene asegurado su papel en esta opereta y que para muchos esto será el fin.

Se trata de un evento colosal, una celebración al exceso que como tal debe verse en la pantalla grande, de preferencia en el formato IMAX. Una película complaciente hecha absolutamente para los fans. Una épica de grandes proporciones a la que no obstante se le nota el débil andamiaje: estamos ante una secuencia de 150 minutos de acción interrumpida por diálogos no precisamente bien escritos, demasiado explicativos, densos y a veces hasta aburridos (el gran superpoder de Thanos es su habilidad para dormirnos con sus discursos y reflexiones de flojera). Pero quién quiere trama cuando tienes tantas peleas, tanta acción, tantas revelaciones. A quién le importa el guión cuando hay chistes y acción al por mayor, cuando puedes ver pelear a tus héroes en equipos inimaginables: Rocket con Thor y el Winter Soldier, Spider-Man con Dr. Strange, Hulk contra el mismísimo Thanos.

Toda resistencia es fútil. El tanque de guerra de Marvel, que les llevó tanto tiempo y recursos armarlo, podrá estar tirando aceite, pero es tan masivo, tan enorme, tan imponente, que a nadie le importará que esté hueco. Es poderoso e impresionante. Y es, además, apenas la primera parte.

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