El pequeño Néstor Araujo nació en Guadalajara, Jalisco, hace 31 años, tuvo cinco hermanos. Y para mantener a la familia, don Félix, su papá, hacía todo tipo de trabajo.

Ahí el pequeño Néstor ayudaba. Sus padres vendían ropa en el tianguis, a veces comida, de todo y el pequeño Néstor era el mandadero oficial: “Ve por pan”… “Ve por leche”… “Ve por cambio”…, y él iba, pero con un balón pegado en el pie, “regateando” a la gente que caminaba entre los puestos.

Don Félix buscaba en todo para sacar dinero para la familia. Se acercaba al estadio Jalisco y la hacía de revendedor. Hacía el trato y cuando se quedaba sin boletos, el pequeño Néstor iba por las demás entradas, siempre con el balón en los pies.

El pequeño Néstor comenzó a crecer, con el balón como amigo, de jugar en los tianguis pasó a jugar en las canchas de tierra. Rubén Matturano, entonces visor de Cruz Azul, vio a un Araujo, pero a Félix, no a Néstor.

Pero en poco tiempo el hermano mayor recomendó al menor y éste se quedó en La Noria…

El resto es historia, aunque no del todo feliz. Ya consolidado, y con una medalla de oro olímpica de Londres 2012 en el cuello, fue llamado para jugar el Mundial del 2018 en Rusia. Pintaba para ser titular, pero en un juego amistoso, por el mal estado de la cancha se lesionó, una dura lesión que lo dejó fuera de la Copa del Mundo.

Ahora va por la revancha.

Hoy puede contar que se fue a Santos Laguna, donde fue campeón, que cruzó el océano para jugar en Vigo, y que ahora está en el América… Aunque en realidad le va a las Chivas.

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