El destino lo tenía previsto, Rubén Maturano tenía que unirse a don .

Así fue y por 24 años el camino lo recorrieron juntos en diferentes equipos y Selección, y hoy que don Nacho ya no está, el profe Maturano no niega la tristeza de extrañar a quien fue su maestro, su segundo padre.

Conocí a Nacho cuando era aspirante a futbolista. Era seleccionado del Distrito Federal y fuimos a jugar la final a Baja California contra Tijuana, hasta allá fue el señor Trelles, que era el técnico de la Selección. Me escogió para ir a probarme al Toluca ”, rememora Maturano, “ pero me lesioné, y como nos daban poco dinero para subsistir, pues dejé de ir a Toluca... Abandoné la profesión ”. Pero no el sueño.

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Al paso de los años, Nacho Trelles siguió forjando su carrera, y Maturano encontró en la docencia la forma de seguir ligado al futbol. “ Me volví entrenador de una escuela y uno de mis jugadores era Eduardo Trelles, hijo de don Nacho, pero yo no sabía quién era. Un día, se apareció el señor Trelles en la escuela, y se quedaba viendo el entrenamiento. Así fue durante varias semanas. Hasta que una tarde, Lalo se me acerca y me dijo: ‘mi papá quiere hablar con usted’,... Muy bien, quién es tu papá... Lalo cómo que se sorprendió, pensó que ya sabía y me dijo, ‘ese’ y me señaló a don Nacho... ”.

La cita se dio: “ Me ofreció trabajar con él. ‘Sé que eres maestro de educación física, me gusta cómo trabajas con los muchachos’”. Maturano dijo que no : “Tenía una beca para ir a estudiar a Checoslovaquia, preparación física y demás. Nacho lo comprendió, me dijo: ‘aquí te voy a esperar ’”.

Maturano fue a Europa, “ hasta que llega un telegrama desde México, era de don Nacho pidiéndome que volviera. Regresé y cuando llegué al aeropuerto vi a mucha gente. ¿A quién esperan?... Un reportero me contestó: ‘Al preparador físico europeo que mandó a traer Nacho Trelles...’. ¡Era yo¡ Pero por el apellido todos pensaban que era extranjero ”.

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Así inició una relación que duró 24 años, hasta que don Nacho Trelles colgó la gorra, “ en la UdeG le jugaron mal. Me ofrecieron quedarme en su lugar y dije de inmediato ‘no, llegué con Nacho, con Nacho me voy’, seguí mi carrera, ya sin él, pero siempre con sus enseñanzas ”.

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