Mi anhelo de escribir comenzó a espabilar en tercero de secundaria, mientras tecleaba en mi Commodore 64 las palabras que darían voz al video de generación, allá en 1991

No importa que el jueves vaya a cumplir 44 años de edad, cuando mi madre lea esta columna, seguro me manda un mensaje por Whatsapp o comenta en mis redes sociales que cómo diablos se me ocurre correr solo por la ciudad de noche.

El tiempo apremia y me quedan dos horas para entregar esta columna.

“Imagina a toda la gente viviendo el presente. Imagina que no hay países ni religión. Imagina a toda la gente en paz”

El sábado comimos en casa de unos amigos queridos. Yo suelo ser difícil para las invitaciones y casi siempre refunfuño.