Cuando un amigo o una amiga está pasando por alguna situación difícil en su vida, y nosotros estamos con ellos, nos suelen preguntar ¿qué hacer? y solemos dar las respuestas más sinceras dependiendo de lo que ocurre, te conviene o no seguir en una relación, en ese trabajo que ya no te gusta, con la persona que ya no quieres, soportar o no situaciones que sin duda cooperan para que nuestra vida sea un poco menos llevadera. Y de verdad solemos dar las respuestas más sinceras, además se podría decir que son las convenientes. ¿Pero qué sucede cuando somos nosotros lo que necesitamos el consejo? ¿Aplicamos lo que nosotros recomendamos?

¿No te ha pasado que sabes lo que debes hacer, y sin embargo no lo haces? ¿Por qué será? Es más fácil cuando lo vemos en alguien más, de esa forma somos racionales y tenemos un panorama hasta cierto punto claro de lo que sucede. Pero cuando se trata de nosotros somos totalmente subjetivos, porque ya nadie nos platica, sino que lo estamos viviendo, sintiendo de tal manera que perdemos de vista el panorama y nos enfocamos solamente en lo que sentimos, es así como de pronto nos perdemos del “deber ser”.

Podríamos llegar a comprender por qué tantas veces que nosotros aconsejamos a nuestros amigos o seres queridos a que tomaran cualquier decisión ante alguna situación que se les presentaba y no lo hacían, solo juzgábamos pensando que realmente no querían algo diferente, pero cuando nosotros estamos inmiscuidos en algo, nos es difícil soltar realmente todo, porque no es lo mismo seguir el consejo que darlo, cuando lo damos es fácil emitirlo, pero cuando lo queremos aplicar a nuestra vida suceden tantas emociones.

Esto es tan natural, y nos puede ayudar a entender algo que todos ya sabemos, sin embargo algunas ocasiones solemos o pretendemos olvidar, que la vida no es solo blanco y negro, que tiene una infinidad de colores y aún con los colores a la vista, habremos personas que somos daltónicos emocionales.

¿Decidirnos o no? Esa es la cuestión, decidir soltar todo lo que ya no nos sirve en nuestra vida, y eso aplica para personas y entornos, trabajos, relaciones y todo lo que hay en nuestro exterior, pero también para lo que llevamos dentro, decidimos soltar todos los prejuicios ya aceptados, romper con los estereotipos, con ideas añejas, con viejos paradigmas, por ello, debemos decidir por renovarnos siempre, renovarse o morir, y para eso debemos buscar la constante renovación, sobre todo de nosotros mismos.

Decidir entre seguir como siempre y tener un cambio implica muchas cosas, pero la más importante es la decisión de hacerlo, incluso cuando estamos en la encrucijada de si hacerlo o no y no nos decidimos, pues entonces ya estamos decidiendo.

La vida es movimiento constante, tenemos que apostar siempre por movernos, por salir de donde nos encontramos, sobre todo cuando estamos buscando un camino diferente es porque ya no estamos a gusto en donde o con quien estamos, así que no te ates, y sigue tu camino, decídete por cambiar. Decídete siempre por atreverte a ser algo diferente, porque al final de cuentas ya no eres feliz con quien eres en este momento. Si así fuera, no estuvieras buscando el consejo de un amigo, sobre si cambiar o no, sobre si moverte o no.

Así que cuando pides un consejo, seguramente tú ya sabes la respuesta, solo que no la queremos aceptar, porque siempre es difícil y duro, pero tenemos que entender que es lo que necesitamos. Todo se mueve, porque lo que no se mueve, se estanca, y lo que se estanca se pudre y lo que se pudre, se muere incluyendo las ideas. Decídete a moverte para cambiar.

Facebook: Yheraldo Martínez 
Instagram: yheraldo 
Twitter: @yheraldo33 

Google News

TEMAS RELACIONADOS