Hace unos días, se llevó una marcha en ejercicio de uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos que es el de la protesta, consagrado en el artículo 9° Constitucional, que señala: “No se considerará ilegal, y no podrá ser disuelta una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta por algún acto, a una autoridad, si no se profieren injurias contra ésta, ni se hiciere uso de violencias o amenazas para intimidarla u obligarla a resolver en el sentido que se desee”.

Es muy claro que la protesta pacífica está permitida, y ningún ordenamiento secundario puede ir en contra de la Constitución.

Las protestas, quejas y manifestaciones revisten la mayoría de las veces algún tipo de movilización, primordialmente de contenido social. El fenómeno de los movimientos sociales ha sido parte de la historia de la humanidad, el motor de las revoluciones, por ello es materia de múltiples investigaciones y estudios clásicos de la sociología. En ese orden de ideas en el año 2014 me aboqué a realizar un texto llamado: “De la protesta a la participación ciudadana” publicado por editorial Océano.

En el referido libro sobresale entre otras, una cita de Roberto Gargarella, quien explica:

El derecho a la protesta no es un derecho más, sino uno de especial relevancia dentro de cualquier ordenamiento constitucional: se trata de un derecho que nos ayuda a mantener vivos los restantes derechos. Sin un robusto derecho a la protesta, todos los demás derechos quedan bajo amenaza, puestos en riesgo. Por ello resulta sensato designar al derecho a la protesta como “el primer derecho”.

También me referí a otros autores como Álex Grijelmo quién indica: Manifestación desde el latín se vincula con “el acto de expresar algo”. He aquí la definición de éste y otros conceptos: Marcha: Cualquier desplazamiento de una o varias personas para trasladarse de un punto a otro realizando de esta forma una manifestación.

La protesta es propia de una sociedad democrática, y por lo tanto el reclamo de un mundo más igualitario.

Ahora bien, el ejercicio ciudadano acontecido hace unos días puso en marcha que:

1) Los ciudadanos pueden manifestarse libremente en contra del actual gobierno.

2) La oposición demostró que no está aniquilada y que puede organizarse.

3) Se observó en la marcha a los políticos de la actual oposición, que incluso podría ser que nunca habían salido a una marcha para ejercer su derecho a la protesta, porque durante decenas de años fueron gobierno.

4) Ahora vendrá la otra marcha para el próximo 27 de noviembre, la de los simpatizantes del actual gobierno de la 4T, cuyo orador oficial será AMLO, para dar su mensaje sobre el cuarto aniversario de su llegada al Poder Ejecutivo Federal.

Así es que las avenidas están siendo ocupadas por los ciudadanos, algunos que protestan y otros que se manifiestan respaldando a los gobernantes, por ello, la calle se está convirtiendo en el ágora de la política.

Las protestas tienen un actor fundamental, el ciudadano, razón por la cual “el poder ciudadano”, se hace patente en la calle.

Abogado y activista, maestro en Ciencias Penales . Autor del libro “Los filósofos en la era tecnológica. Los pitagóricos de hoy”. @UlrichRichterM para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, Qatar 2022 y muchas opciones más.

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