“El primero de diciembre de este año va a estar funcionado el sistema de salud pública con un servicio de calidad, atención médica, medicamentos gratuitos… como en Dinamarca ”, fueron las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador en enero del año pasado. Pero la fecha llegó y no hemos visto esas escenas prometidas.

Los medicamentos siguen haciendo falta, los médicos exigen mejores salarios y condiciones de trabajo, las camas son insuficientes, la infraestructura queda a deber.

Hace poco conversé con Fernanda, quien perdió a su padre en la pandemia por Covid 19 en una mezcla de factores como su situación vulnerable por diabetes y atención tardía por falta de camas en un hospital público.

La pesadilla inició en febrero de 2021, con los primeros síntomas: su papá, de 62 años, presentaba fiebre, tos y dificultad respiratoria. Luego vino la baja oxigenación. El hermano de Fernanda se adelantó e hizo recorrido en varios hospitales del Estado de México, empezando por la zona de Ecatepec , pero estaban saturados. Ingresarlo a una clínica privada sonaba a riesgo porque no tenían suficientes ahorros, pero al paso de los días no tuvieron otro remedio. La decisión, difícil, fue inútil: había empeorado tanto que a unas horas de ingresarlo falleció.

Para Fernanda y su familia no fue realidad la promesa hecha desde el micrófono de las mañaneras que sobre tener un sistema de salud ejemplar. Y esta semana la revista internacional especializada en salud The Lancet publica un reportaje demoledor que pone números a algo que ya sabíamos: si no tienes dinero y te contagias de Covid 19 , tus posibilidades de sobrevivir son mucho menores a si lo tienes.

Al inicio de la pandemia , la sola idea de que eso fuera real —por más lógico que sonara— me generaba escalofríos. ¿Cómo indagar en ello? Revisé las estadísticas de personas intubadas que sobrevivían contra las que morían, tanto en hospitales públicos como privados.

Después de solicitudes de información y revisión a kilométricas bases de datos resultó un dato desolador: 69% en sector público moría contra 37% en el privado.

He conversado con médicos que han estado en la primera línea de fuego durante más de 20 meses de contingencia. Desde el principio y hasta ahora han señalado lo mismo: no se dan abasto, están cansados, no hay insumos, no hay camas dignas, y en los picos más altos de la emergencia, no podían ponerle atención suficiente a cada paciente. Y se les morían, por cualquiera de las razones anteriores.

The Lancet realizó una investigación más a fondo y con una metodología que incluyó la revisión de estratos socioeconómicos de pacientes y demás estadísticas de los registros hospitalarios. Y aunque los datos son de 2020, dan un panorama claro de los retos: los mexicanos que estaban en 10% de ingresos más bajos tenían 5 veces más probabilidades de morir. Los especialistas atribuyen también este número a que en sectores menos favorecidos no existe una cultura de revisión y prevención, lo que genera una susceptibilidad mayor en el paciente que se infectó de Covid 19, porque tiene enfermedades como diabetes, hipertensión y otros males crónicos.

El reto se reduce a poner las pilas en la prevención y detección oportuna de riesgos, de esa y cualquier otra enfermedad. Pero hasta ahora —salvo que las autoridades se justifiquen por la pandemia— parece no haber intenciones de ello, puesto que no hay campañas o estrategias ambiciosas en ese sentido, algo en lo que sí ponen énfasis países desarrollados.

Y, al contrario, en lo que va de 2021 al presupuesto para Prevención y Control de Enfermedades se le ha ido recortando y registrando subejercicios: de 541 millones de pesos iniciales sufrió un recorte de más de 130 millones para quedar en 409, y hasta septiembre solo se habían ejercido 285.

En términos reales, el gasto en salud hasta septiembre de 2021 es menor en un 37% con respecto al año de 2017; en esta administración solamente en el 2020 —por el gasto extraordinario originado por la pandemia— el presupuesto ejercido en salud superó en 3% al de 2017, pero en 2019 fue menor en 19% con respecto a dos años antes.

Pero el discurso de “vamos bien” se sigue intentando sostener cada mañana. Ojalá realmente se destine, se planee y se ejecute de manera correcta el recurso para atender la prevención y la historia cambie.

Mientras tanto el país presenta uno de los mayores índices de exceso de mortalidad entre 2020 y junio de 2021 de entre los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) con un 54%.... Y Dinamarca, por ejemplo, está entre los que tuvieron menor índice de mortalidad. Evidentemente nos sigue quedando lejos.