A partir de que anunció su desaire histórico a la ceremonia del 107 aniversario de la Constitución de 1917 en el Teatro de la República en Querétaro, y de que anticipó que este 5 de Febrero presentaría su último paquete de reformas legales y constitucionales ante el Congreso de la Unión, el presidente López Obrador arrancó la que bien puede llamarse “la campaña alterna” a la de Claudia Sheinbaum. Y es que la percepción que rodea a la precandidata de Morena de que, si bien mantiene su ventaja en las encuestas y no ve una amenaza en Xóchitl Gálvez, la doctora todavía no logra generar toda la confianza, en México y el extranjero, de que no sólo puede ser la primera presidenta de México, sino si tendrá la capacidad para conducir al país en un final de sexenio, y principios de otro, que se avizoran inestables y turbulentos.

Primero fueron sus iniciativas para modificar el régimen de pensiones del Sistema de Ahorro para el Retiro, de la era zedillista, a un nuevo sistema en el que cada trabajador reciba al momento de jubilarse una pensión del 100% de su último salario, según reza la propaganda oficial lanzada para promover esa reforma; luego anunció que promovería su reforma constitucional para modificar el método de selección de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para que ahora se elijan por el voto libre y secreto, pero al mismo tiempo clientelar y controlado por la 4T.

Y cuando agotó la chistera de las reformas y sus pataleos de fin de sexenio, López Obrador se lanzó a la captura del “segundo tirador” en el asesinato de Luis Donaldo Colosio, y desató no sólo al avispero mediático sino la reacción del mismísimo hijo del victimado candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Riojas, quien le pidió públicamente al presidente un “indulto” para la liberación de Mario Aburto y que, desde la Fiscalía General de la República, se le diera “carpetazo” y cierre final a las investigaciones del Caso Colosio, para que su padre y su familia pudieran dejar de ser objeto de manoseos políticos y electorales.

El mandatario no tuvo ni un mínimo de sensibilidad ante la petición de Colosio Riojas, a quien le dijo que no podía indultar a Aburto ni cancelar las “nuevas investigaciones” del asesinato de su padre porque se trataba de una “Razón del Estado”. Muy diferente actuó AMLO en su respuesta al hijo de Colosio, que aquel al piadoso presidente que fue a saludar a la mamá del Chapo Guzmán por “humanidad”, que proclamaba su respeto al capo del Cártel de Sinaloa al no llamarlo “Chapo”, sino “Don Joaquín Guzmán Loera”, el jefe del Estado Mexicano que reculó ante el poder corruptor y asesino del narco proclamando una “amnistía de facto” contra los capos y sicarios, con su política de “Abrazos, no balazos”, frase que nunca fue dirigida a los mexicanos, sino que era un mensaje claro y contundente para los sanguinarios jefes de los cárteles mexicanos, a los que el Presidente al mando les anunciaba su retirada y les decía que no habría para ellos combate, persecución ni interferencia con su actividad criminal.

Aparecieron entonces, como en una clásica “Caja China” de la era priista, los nombres de Carlos Salinas de Gortari y Genaro García Luna, el antiguo y el nuevo “villano favorito” de López Obrador, como investigados y presuntos culpables de la manipulación y distorsión de las investigaciones del magnicidio de Lomas Taurina, y en esas andaba el Presidente mexicano cuando se le movió la agenda con el golpazo, y al mismo tiempo aviso, que le mandaron desde Estados Unidos con el reportaje del periodista Tim Golden que retomó las investigaciones ya cerradas de la DEA sobre un presunto soborno de 2 millones de dólares que le entregó el Cártel de Sinaloa a la campaña del actual mandatario de México.

Ese mensaje, que el mismo Presidente ubicó como procedente de la Casa Blanca, junto con los reportajes sobre la corrupción de sus dos hijos, Gonzalo y Andrés Manuel López Beltrán, con prestanombres y amigos “empresarios” de Tabasco a los que les dan contratos millonarios y a sobreprecio en obras como el Tren Maya y la Refinería de “Dos Bocas”, con la intermediación del asistente personalísimo del Presidente, Daniel Asaf, descolocaron por completo a López Obrador y lo obligaron a interrumpir su campaña alterna.

Y todo eso pasó en las últimas dos semanas, donde la nota, el discurso y el mensaje que prevalecen siguen siendo los del Presidente, mientras a la candidata de Morena a la presidencia, a la que el mismo AMLO eligió como su sucesora, sigue flotando y navegando “de a muertito” rumbo a la campaña presidencial, sin rebelarse ni mostrar su verdadera personalidad, porque sigue intentando convertirse en el “clon” de su líder y jefe político. Y tal vez puedan argumentar que estamos “en las intercampañas” y que el sigilo y silencio es parte de lo que ordenan el INE y la ley electoral, pero lo cierto es que si a Sheinbaum le quitan el fenómeno de la “cargada” y la etiqueta de “favorita”, aún no se sabe quién realmente gobernará con un eventual triunfo de Claudia, ni si los mercados, los vecinos y los socios, así como el resto del mundo, confían en la capacidad de la candidata oficial para conducir el país.

Pero Sheinbaum no puede creer que su tutor y jefe la va a mantener a flote de aquí a las votaciones del 2 de junio y que las “campañas alternas” desde la Presidencia de la República le van a alcanzar para mantener intacta su ventaja, que ya se acorta entre los 16 y los 20 puntos con los que adelanta a su rival opositora. Si Claudia no saca el pecho y da la cara para mostrar su capacidad y convencer de que puede ser y controlar al país como la próxima presidenta, tanto dentro como fuera del país, las campañas disfrazadas e ilegales del Presidente surtirán un efecto, pero en la medida que sigan golpeando y enfocando al Presidente desde Washington y desde los medios de comunicación, el ya mítico “efecto AMLO” podría no ser suficiente para garantizar el triunfo de la abanderada morenista y, por tanto, la ambicionada continuidad de la 4T y su nuevo régimen de Partido de Estado.

Por algo se escucha cada vez más, del mismo modo entre los opositores como en voces de la 4T, que las campañas de Claudia Sheinbaum y de Francisco Labastida están empezando a parecer campañas paralelas.

NOTAS INDISCRETAS…

Por cierto que mientras López Obrador se parte en dos para hacer la campaña alterna de su candidata y al mismo tiempo contestar y contener los golpes que le empiezan a llegar de todos lados, la maquinaria propagandista de la 4T, la que encabezan los destacados ideólogos y pastores como Epigmenio Ibarra y los moneros Rafael Barajas “El Fisgón” y Hernández, ya echó a andar la “campaña de la nostalgia” anticipando la portada del nuevo libro que presuntamente escribió el Presidente, titulado “Gracias”, y a partir de ahí iniciar lo que en redes y en las cuentas de bots de Jesús Ramírez Cuevas ya comienzan a llamar “la pronta despedida” del tabasqueño. Todo, por supuesto, incluida la promoción con recursos públicos de un libro por el que el Presidente cobrará contrato y regalías, con cargo al erario federal…En las delegaciones del IMSS de Campeche y Mérida se afirma que Javier Guerrero, el director normativo de Operación y Evaluación de Delegaciones del Seguro Social, opera por encima de su jefe y director Zoé Robledo. Porque a Guerrero le atribuyen nombramientos y reparto de cargos, como el de Flor Irene Rodríguez Melo como nueva titular en el IMSS Campeche, o la designación de Rubén González Herrera como titular del área administrativa de la delegación Campeche. Lo más delicado del asunto es que Javier Guerrero, que se brinca al director del IMSS, ni siquiera se manda solo y los mencionados cambios y movimientos entre las delegaciones de Yucatán y Campeche se dieron por injerencia de Luisa Obrador, la prima del Presidente, su antecesora en el cargo, que aprovechándose del apellido controla de manera implacable los nombramientos, adquisiciones y asignaciones de obra pública en Campeche y Yucatán. Obrador Garrido es uno de los brazos operativos de Javier Guerrero García, al igual que lo es el titular de la Unidad de Personal del IMSS, Alejandro Martínez Marquina; antes coordinador Administrativo en la Dirección General de Desarrollo Carretero (SCT) y excompañero de Ulises Morales Gómez, ex titular del área de compras del IMSS. Por su parte, Rubén González Herrera tiene como operador a Ulises Morales Gómez, o UM, como lo conocen sus amigos proveedores, quien a su paso por el IMSS resolvía desde problemas de pagos hasta el impulso de empresas vetadas por la administración de AMLO, pero ambos fueron cesados por Robledo Aburto, por detectarle sendos problemas de corrupción cuando fueron los responsables de las compras en el IMSS…Los dados cierran con Escalera Doble. Semana de contrastes.

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