El sábado poco antes de la media noche recibí una llamada alarmada de alguien en quien confío. Me dijo que un conocido suyo, aquí lo nombraré Jaime B, estaba desesperado porque la vida de su hermano pendía de un hilo, culpa del coronavirus y de un trato negligente de parte de los médicos y de la clínica donde estaba hospitalizado. “Ayudemos a presionar para que lo atiendan,” me pidió.

Decidí en ese momento acudir al hospital Ángeles de la Roma para informarme. Jaime B ofreció a mi interlocutor el número de piso y del cuarto donde se encontraba la persona presuntamente infectada.

Al llegar me llevé dos sorpresas: la primera fue que Pablo B, hermano de Jaime, no había sido internado en terapia intensiva y la segunda que no había nadie de su familia dentro de la habitación y tampoco en la sala de visitas.

Me acerqué entonces al enfermero de guardia quien, pensando acaso que yo era amigo o conocido del sujeto hospitalizado, me comunicó que la familia de Pablo B se había retirado horas antes y también que las primeras pruebas practicadas para el Covid-19 habían resultado negativas.

Regresé a casa hacia las 12:30, ya del domingo, y entonces fue cuando tomé conciencia del timo. A través de Twitter hice saber a Jaime B que había estado en el hospital y que sabía que su hermano estaba a salvo de la epidemia. Pero él no respondió.

Muy probablemente supo a buena hora que el pariente dio negativo para la prueba de coronavirus y por eso lo dejaron solo.

Una pregunta entonces pinchó mi enojo: ¿por qué después de hacer tanta alharaca para buscar ayuda, Jaime B no se hizo cargo de compartir también en sus redes la buena noticia?

En estos días propensos para la paranoia de la manada puede entenderse la neurosis que llevó a Jaime B a bombardear por las redes con sus llamados de auxilio. No lo juzgo por ello. Sin embargo, me parece inmoral que haya omitido actuar con la misma intensidad y consecuencia cuando obtuvo buenas noticias por parte de los médicos.

Si antes hubiera sabido que Jaime B firma en twitter como @CeroPrudente, quizá me habría ahorrado el viaje al hospital.

En el timeline de este fulano aparecen varios mensajes que no quiero dejar pasar, porque ofrecen una lección del tipo de cosas que, en estos días de crisis sanitaria, deberían estar éticamente prohibidas.

Los mensajes de Jaime B comenzaron a inundar el ciberespacio hacia las 20 horas con 12 minutos del sábado 14 de marzo.

El primero dice así: “AYUDA. Mi hermano … está en un hospital … con posible coronavirus y lo están tratando como si fuera animal. Está en el hospital Ángeles de Roma. No limpian, no tiran los equipos para entrar a verlos AYUDA.”

Quince minutos después Jaime B lanzó el segundo: “Quien me lee, PORFAVOR. AYUDA. Mi hermano está muy mal en el Ángeles de la Roma. Si conocen a alguien o pueden ayudar para que lo atiendan y viva se los agradeceré. PORFAVOR. No quiero ver a mi mamá sufrir más. AYUDA.”

A las 21:04 envió otro más: “Siguen sin atendernos, PORFAVOR. AYUDA. Se está muriendo de dolor en los pulmones. POR FAVOR (Pascal Beltrán del Río, Carlos Loret, Denise Mearker) AYUDA!”

Ocho minutos más tarde Jaime B despotricó contra la autoridad: “Y nadie del gobierno nos atiende @Claudiashein ¡LES VALEMOS en situaciones graves!!! AYUDA!!!”

Mientras Jaime B encendía las alarmas del que podía ser el primer caso de muerte por coronavirus en México, y mucha gente de buena voluntad fuimos cayendo en su maraña, acudió Fer Cañas al hospital señalado, un productor y conductor igualmente interesado en el caso.

Me asegura Cañas que llegó hacia las 21:30 –es decir quince minutos después del último twitt lanzado por Jaime B– y no encontró a ninguno de los familiares del enfermo. Tan vacía estaba la sala de visitas a esa hora como cuando yo acudí, a media noche.

Pero él sí ingresó a la habitación de Pablo B y lo entrevistó. Narra que tenía buen semblante y la conversación que sostuvieron, (puede consultarse en la plataforma de YouTube con el título Posible caso de coronavirus), exhibe a un Pablo que, por fortuna, se encontraba a varios años luz de la muerte.

Afirma Cañas que, en la carpeta médica del hospital a la que tuvo acceso, los tratantes diagnosticaron a Pablo B con bronquitis y punto.

Un par de tuits más de Jaime B cierran esta historia. A las 20:28 escribió: “Mi hermano está muy muy mal! Miren, por mi que se muera, pero para mi mamá no es Justo. AYUDENME PORFAVOR. Den (retuit) … Mi mamá le va a dar un infarto. AYUDA.”

El otro fue subido a la misma plataforma a las 14:00 horas de ese sábado: “#el coronavirus acabará con @lopezobrador_ y sus seguidores #LopezEstaCayendo #LopezNosEstaMatando.”

ZOOM

Para permanecer a salvo de la epidemia de estupidez provocada por el COVID-19 un buen remedio sería, desde ya, meter el cerebro al refrigerador. Lo digo para quien sirva este episodio de mi propia ingenuidad.

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@ricardomraphael

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